#36 en ranking SHINee <3 Gracias por todo su apoyo <3
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Los tres salen de casa, bañados y perfumados, listos para una gran fiesta de reencuentro de su escuela, de esa que se daba cada año, y a la que no pudo asistir en tantos años.
- Seguro Taeyeon estará, ¿Qué harás? – cuestionaba Jonghyun mirándole divertido, aunque parecía más alegre al ver al cachorro que iba en el regazo de su novio.
- Nada – esa pregunta le es extraña – ¿Debería hacer algo? – cuestiona sabiendo de antemano que ella estuvo también con Taemin en alguna época entre esos nueve años que no supo nada. No quiso preguntar si él estuvo con ella sólo para torturarlo, o era porque de verdad había sucedido algo interesante entre ellos. No quería saberlo tampoco.
- Aún está soltera – Minho hace una mueca de desagrado.
- Ni aunque estuviera casada.
Los tres se echan a reír divertidos, tenían muchas energías y ganas de diversión. Minho sonreía al mirar el paisaje nocturno de la ciudad, suspiraba porque sería lo último, aunque deseaba que no terminase. Pero tampoco estaba tan loco como para continuar recibiendo balas a quemarropa.
Mira al cachorro que movía la colita todo feliz. Espera que le guste, y espera también no ser el único en llevar un presente por el cumpleaños de Taemin. ¿Lograría arrancarle una última sonrisa? Tal vez.
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En el otro lado de la ciudad, donde una limusina esperaba en la puerta de un edificio, él salía tomado de la mano de su novia, arreglado para asistir a aquella fiesta que justamente cayó en sus cumpleaños. Todos sus compañeros dijeron que celebrarían allí y que estuviera listo para tener un coma etílico. Él no bebía mucho, pero esa noche podría ser la excepción.
- Hace frío – ella le sujetaba más de la mano, intentando que el calor llegase a sus huesos.
- Tranquila, la limusina tiene calefacción.
El vestido corto de su novia le hace reír, junto a esa gabardina que no hacía un buen trabajo cuando el frío no conocía de barreras.
- Estás hermosa.
- Gracias, tú estás – ella se muerde el labio inferior y cuando salen de la puerta principal se echa a correr hasta la limusina.
- ¿Cómo estoy? – inquiere curioso.
- Te devoraré esta noche.
Y no le deja reaccionar, porque su beso lo ahoga y hace que olvide lo que tanto quería preguntar, incluso ese pedido de matrimonio para el que llevaba un anillo demasiado caro en sus bolsillos.
Cuando llegan, aunque con un par de horas tarde, sus amigos le reciben con un montón de trago que subió rápidamente a su cerebro. Ya estaba ebrio y en menos de lo que se ponía cuando decidía tomar. Casi en media hora y ya sentía los mareos típicos, que no quería aceptar. Estaba ahí, sentado en las mesas que fueron reservadas para los integrantes de su curso.
- ¡Bailemos amor!
Ella también estaba ebria, tuvo que pagar las consecuencias de ser la novia del cumpleañero. Sonriéndole acepta su petición, pensando en que podría pedirle matrimonio mientras bailaban, aunque estaba mareado y sólo sonreía como idiota.