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Su respiración empañaba el vidrio de su auto estacionado al frente de ese restaurante donde Minho supuestamente trabajaba. El reloj pasaba de las once de la noche y empezaba a perder las esperanzas de volver a verlo.
El invierno terminaba y ya eran dos meses que no sabía nada de él. Minho había desaparecido por completo y al único que podía recurrir para tener algo de información, no quería saber nada de él.
Sabe que es culpa suya, está consciente de todo lo que hizo y la manera en que lo trató, pero no tener la oportunidad para resarcir todo el daño que causó estaba matándolo. Era tan lento, era un maldito veneno que no le dejaba vivir en paz, que no le dejaba dormir, que no le dejaba pensar en nada más que en todo lo que ocurrió una y otra vez.
Una y otra vez veía el rostro de Minho en la fiesta, en la puerta de su casa cuando se le confesaba, la expresión que no podía borrar de su mente, de ese espacio que parecía lleno de esas expresiones tristes que no dejaban de atormentarlo, que rayaban y agujereaban su alma, porque era Minho, y era como dañarse a sí mismo.
- Hola – contesta el teléfono, y lo hace sólo por cortesía, porque estuvo vibrando desde hacía más de una hora atrás.
- Amor ¿Dónde estás?
- Salí a dar un paseo con Chuleta.
- Otra vez.
- Sí. Te llamo luego.
- Taemin.
Era él o desde que escuchó la historia de su hermano y Minho, ella había dejado de importar, rompiendo el velo de esa ilusión que deseaba creer cada día antes de saber la verdad. La que lo aniquiló.
Ella tapaba el vacío que jamás pudo tapar con nada, ese vacío que había dejado Jinki y Minho al dejarlo solo; después de todo era su única familia y Minho era su primer amor.
Y recuerda con tanta claridad ese día último que los vio juntos; Jinki y Minho estaban a punto de salir, para no volver. Sólo que no lo sabía.
Bufa molesto, porque Jinki volvía a salir y era otra noche que pasaría solo. Encima Minho estaba ahí intentado convencerle de que jugarían con su nuevo videojuego en cuanto volviera. Sólo que no sabía cómo decirles que no le gustaba quedarse solo en esa enorme casa, porque solía escuchar las voces de sus padres en horas de la madrugada. Sería porque los extrañaba demasiado.
- ¿Me perdonarás si te traigo pollo frito? – rogaba Minho acercándose más a él – será la última vez que salgamos así, lo prometo.
- Jinki siempre dice lo mismo.
Minho suspira y le acomoda el flequillo mirándole con pena.
- Lo siento.
Se voltea a verlo, porque no quiso verlo desde que había llegado.
- ¿Estará Jong? – pregunta mirándole ansioso.
- Sí – al escuchar su respuesta vuelve a mirar el viejo televisor.
- Entonces Kibum también irá.
El silencio reina entre ambos, es sólo cuestión de segundos para que Minho lo tome por la barbilla y le obliga a mirarle.