VIII

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Jonghyun se detiene y se recarga en la mesa de la cocina apoyando sus manos sobre ella, mirando lo concentrado y emocionado que su novio estaba por hacer esa fiesta de bienvenida que tanto quiso hacer, desde que Minho salió, sólo que el alto no se lo permitió. Aunque era bello quedarse a verlo, no puede evitar sentir que algo ocurrirá, sólo que también sabía que podían ser sólo sus paranoias. Es que escucha el nombre de Taemin y sabe que lo que su novio hizo terminará por caer pronto y le dolía que sus mentiras, con buenas intenciones, no hubieran dado ningún resultado.

- Se ve delicioso – le halaga cuando él saca esas galletas del horno – y huelen demasiado bien.

Kibum le sonríe y se acerca a darle un beso en los labios, era él que siempre le soportaba todo, nadie como Jonghyun que le tenía una paciencia que no encontraría en alguien más.

- ¿Estás seguro de que vendrá? – la misma pregunta le hace suspirar con resignación – sabes cómo es, no confío en él.

- Si Minho te escuchara en este momento...

- Pero no está haciéndolo – le interrumpe – y si ese estúpido intenta algo haré lo que sea necesario.

Se sostienen la mirada por un largo y tenso minuto que les sabe demasiado agrio. Kibum sabe que su novio no se refiere a Minho, sino que a Taemin, aquel a quien Jonghyun no le perdonaba que no hubiera ido a visitar a su amigo ni una sola vez. Incluso a él se le hacía difícil verlo y no querer gritarle todo lo que tenía guardado en su corazón. Pero no podían. No debían.

- No creo que sea necesario – se acerca con una sonrisa débil en sus labios y con una mirada llorosa – confío en él.

El moreno le cree, confía en él, pero no en esa persona cuyo nombre ni quería mencionar, no después de todo lo que había pasado. No sabía cuáles eran esas razones por las que su novio había sufrido por tantos años, intentando convencerle de que no todo era tan malo como parecía, como si no los conociera lo suficiente y prefiriera voltear la cara para ignorarlos cuando pasaban por uno de los momentos más duros que tuvieron que enfrentar en toda su vida.

Incluso puede recordar con total claridad aquel día del juicio en el que el abogado de Taemin solicitaba garantía y una orden de restricción para que Minho jamás pudiera acercarse a él. Recuerda que Taemin estaba mirando hacía la ventana, como si no le importara, no daba la cara, desde ese momento no había vuelto a cruzar palabra con él.

- Continúa arreglando amor, ya es hora de que vaya a recoger el pastel y a Minho – se acerca a él para despedirse. Necesitaba algo de aire antes de ver ese rostro que le dolía, porque les había dado la espalda y eso no se lo perdonaría.

- Ve con cuidado.

Un último beso y Kibum lo ve desaparecer de la cocina.

Y sinceramente esperaba que esas peleas terminaran pronto, porque no soportaba estar en tensión, contradiciéndole siempre, porque su corazón era ingenuo y tenía demasiada esperanza en que el futuro sería como tanto deseó desde pequeño.

Sobre todo esperaba que cuando Taemin viera a Minho en la fiesta olvidara toda esa basura de no conocerlos, de no querer saber nada de ellos, de no querer detenerse a escuchar las razones de todos, de no querer ver que el alto aún lo amaba después de tanto tiempo. Aunque jamás supo si se lo dijo alguna vez. Minho era como una roca cuando se trataba de hablar de temas personales, era tan difícil hacer que dijera algo sobre él mismo, sobre su corazón.

La única forma - 2minDonde viven las historias. Descúbrelo ahora