Después de mirar miles de personas registrarse, bailes improvisados y mis clases de literatura histórica, estaba más que exhausta. Le puse un texto a Eithan cerca de las seis treinta pero nunca me llego su respuesta, por lo que decidí pasar por los bebes para irme a casa de una vez.
Una suerte que el padre de Eithan tuviera el auto en buen estado, para asi irme a dejar a mi casa.
Me llevaba muy bien con los padres de Eithan y me encantaba hablar con ellos todo el tiempo. Lewis Fellow era el típico hombre que initimida a todo el mundo. Es claro viendo su ex profesión. Pero cuando lo conoces te das cuenta que es un hombre dedicado y conoce más cosas que cualquier persona podría conocer. Un padre de familia increíble, un esposo inusual y un abuelo repleto de amor. Nuestra gran familia estaba llena de personas jóvenes. Puedo decirles que Lewis y Alina no pasaban de los cuarenta años. Tal vez menos. Justo como eran mis padres.
- ¿Has tenido problemas con Eithan, cariño? – pregunto Lewis cuando pasamos a la farmacia por unos pañales.
- No problemas muy graves. Ya sabes que estamos aprendiendo a vivir esto de ser padres, pero seguimos siendo unos muchachos hormonales que no saben que hacer con sus vidas.
- Sabes que el te ama. Y no lo digo porque es el padre de los bebes pero el tipo esta muy enamorado de ti.
- ¿Cómo lo sabes?
- Se le nota en los ojos. Sabes, nosotros los Fellow somos increíblemente conocidos por meter la pata. Puedes preguntarle a Alina cuantas veces he tenido que pedir perdón aun teniendo la edad que tengo. Solo necesitas entender que la mayoría de cosas no le va a salir bien. Es terco, idiota y muchas veces va a olvidar quien es, pero Sky tu eres quien le va a recordar siempre la felicidad.
Simplemente sonreí y Lewis entendió que había comprendido.
El camino siguió tranquilo. Hablamos de cosas cualesquiera y de recuerdos viejos de su adolescencia. De cómo había metido la pata como nosotros cuando tenía mi edad. Era su historia muy similar a la nuestra, pero siguieron adelante.
- Gracias por traerme – dije con Evan y Maiah en mis brazos.
- Salúdame a Eithan.
- No creo que haya llegado – mire mi reloj – últimamente ha tenido mucho trabajo.
- Bien – me beso la mejilla – no te duermas tarde.
Tome el elevador hacia mi piso aun con los bebes cayendo de sueño en mis hombros. A como pude, saque las llaves de mi bolsa y entre al apartamento. Todo estaba apagado asi que llegue a las luces del salón. El apartamento se sentía frio sin nadie dentro.
Deje a los bebes en su habitación con leche caliente y su música favorita. Me metí en la habitación y descubrí que Eithan había llegado a lo que parecía hace tiempo. Estaba en la cama aun con sus botas favoritas y el suéter gris con el que vidas atrás lo veía todo el tiempo. No encendí la luz. Los faros de afuera servían de iluminación suficiente para cambiarme.
Me senté en la cama observando a Eithan babear su almohada, como lo hacía siempre que estaba demasiado cansado. Dormido se veía más joven y más tranquilo, pero necesitaba despertarlo.
- Cariño – susurre contra su oreja – tengo que dormir también.
Balbuceo algo que se me fue imposible entender y perezosamente se sentó a mi lado.
- ¿Qué hora es?
- Cerca de las once.
- ¡Los bebes! – dijo asustado. Me hizo reír.
- Ya los traje, están durmiendo.
Soltó el aire reprimido.
Se quito las botas y se quito los pantalones para su pijama improvisado. Estaba aun con sus ojos achinados y la almohada marcada en la cara y seguía robándome el aire.
Me tiro de espaldas y me abrazo en la cama. Me beso varias veces pero sabía que estaba demasiado cansado para hacer el amor. Por lo que simplemente me recosté sobre su pecho mientras se volvía a quedar dormido.
- Te amo, cariño – dijo justo cuando se estaba durmiendo.
- Yo te amo a ti.
Mi sueño no duro más de dos horas, cuando los trogloditas empezaron a llorar a todo pulmón. Eithan hizo por levantarse pero deje que descansara más.
Cuando llegue a la habitación Evan seguía llorando a todo pulmón, pero Maiah se quedo callada haciendo ruidos extraños. Me asome a su cuna y estaba roja como un tomate, ahogándose con no se qué.
La verdad me preguntan y no sé como hice Maiah entre mis brazos dándole palmaditas sin conseguir nada a cambio. Estaba terriblemente asustada cuando Eithan llego aun en boxers a ver que me había sucedido. Se fue corriendo nuevamente por las llaves del auto y unos pantalones.
Eran cerca de las 3 de la mañana cuando llegamos a emergencias con Maiah aun haciendo ruidos extraños. Todo el camino le di palmaditas para ver que sucedía pero nada paso.
La tomaron los médicos y la metieron a una sala para ver lo que pasaba. Yo estaba demasiado asustada sosteniendo a Evan, por lo que Eithan entro con la pequeña tan nervioso como yo.
Pasaron dps horas de mi sufimiento sentada en la sala de espera con Evan durmiendo en mis brazos. No podía dejar de temblar y no sabía que más hacer.
Por suerte Eithan salió con la pequeña Maiah en brazos, vuelta a su color, con sus pequeños dedos en la nariz.
- ¿Y bien? – dije abrazando a mi pequeña.
- Parece que se cayó esto de la cosa extraña que tiene en su cuna – me mostro una pequeña bolita rosa – no se fue a más pero si no hubiéramos llegado tiempo la pobre se ahoga.
- Tiene la manía de llevarse todo a la boca.
- Espero que cuando sea mayor se le quite eso. – dijo con una mirada maliciosa.
Le di un codazo y me tranquilicé al instante.
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Al Apodo del Amor (Terriblemente embrazada#2)
RomancePara mi suerte mi embarazo las cosas fueron fáciles a la hora de mi embarazo. Mis papas adoraban la idea de ser abuelos, mis hermanos eran felices y tenía amigos incondicionales. El amor siempre me apesto, pero si el padre de tus hijos sabe usar l...