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Renato estaba ocupado en la tarde hablando por teléfono con su jefe, trabajando en su computadora en la sala. Joel yacía feliz al lado de su dueño, dejando a Erick en pleno rendimiento en el dormitorio para echar una siesta, aunque el ineludible aroma del perro no le facilitaba el sueño. Sus pensamientos se consumieron en la bestia y su juego de la noche anterior, era alarmante, acababa de recordar la lengua del perro detrás de su cuello. Un profundo calor resonó a través del gato ante el recuerdo y trató de darle sentido a todo antes de caer en un sueño inquieto.

Más tarde, Renato parecía haber superado el rechazo del gato y despertó a Erick fácilmente.

—¡Hora del baño! —anunció—. Joel ya termino y pensé que te sentirías mejor después de un buen baño Erick.

Como todo gato, Erick detestaba los baños, pero tenía que admitir que la idea no sonaba tan mal. Después de tomar una siesta en la cama bajo el sol estaba bastante seguro de que olía tan mal como el perro, si no es que peor. Ese era el principal problema; el hedor ineludible del perro estaba jugando con su cabeza.

Después de una larga inmersión en la que Erick se esforzó por limpiarse la piel de inmediato, el gato salió del baño humeante con una nueva muda de ropa.

Fue una sorpresa ver a Joel al otro lado de la puerta, sonriendo como un maniático y meneando la cola como si hubiera estado esperando afuera del baño todo este tiempo.

Desde esta mañana Erick había hecho un buen trabajo evitando el contacto visual y cualquier tipo de interacción con la bestia, pero cara a cara, mirando esos ojos negros brillantes, sintió esa extraña calidez removiéndose en su estómago de nuevo.

—Déjame en paz —siseó Erick en señal de advertencia.

—Esa no es forma de hablarle a tu amo —dijo Joel en voz baja, divertido por la forma en que Erick finalmente evitó sus ojos ante sus palabras.

El perro se acercó, presionando al gato contra la pared, los sonidos que hacían eco en la cocina indicaban que Renato estaba ocupado preparando la cena, confirmando que Erick estaba solo con el perro lo cual no era para nada tranquilizador.

—Solo retrocede —exigió Erick desesperado por escapar del pasillo, ese maldito olor se arremolinaba y lo mareaba—. Apestas.

Joel se rió.

—Pensé lo mismo de ti al principio, pero la verdad es que tu esencia me vuelve loco. Es lo mismo para ti ¿no?

Erick ni siquiera había considerado eso, pero ahora que el perro lo mencionaba el olor no era exactamente malo, simplemente era poderoso. La comprensión fue obvia en su rostro y el gato se arrepintió de haber pensado en ello, alentar la locura del perro no ayudaba en nada a la situación. Aun así, mientras continuaba evitando el contacto visual, el perro hizo un ruido de impaciencia.

—Puedo hacerte sentir realmente bien ¿sabes? —continuó Joel exponiendo sus colmillos, sus manos no reconocieron los limites personales de Erick y se colocaron en las caderas del gato alcanzando su punto sensible justo encima de su cola. Fue aterrador lo rápido que el gato se calentó con el toque, ronroneando de inmediato—. Solo déjame tenerte gatito.

—Pensé que no me querías —recordó Erick, sorprendiéndose por el tono amargo de su voz. Por otra parte, no debería estar disfrutando la atención del perro.

—Hable demasiado pronto —considero Joel moviendo la cola felizmente por la forma en la que Erick ronroneaba y lo aceptaba—. No me puedo resistir cuando me suplicas así.

Erick quería decirle a la bestia que se callara, pero no podía negar que su cuerpo lo estaba traicionando, presionándose contra el perro y permitiendo que la áspera mano de él recorriera su espalda. Sentía como si un fuego lo atravesara de pies a cabeza y suavemente maulló en el hombro de Joel.

¿Cómo podía odiar tanto a este perro y, al mismo tiempo, disfrutar tanto de él?

Un gruñido posesivo emanó de la bestia cuando el gato se frotó la parte inferior de su cuerpo contra él.

—Quédate quieto, tengo que marcarte de nuevo —dijo Joel, sus manos firmes fueron retiradas de acariciar la espalda de Erick y colocaron la cabeza del felino en un ángulo perfecto. Con el cuello al descubierto, la lengua áspera del perro recorrió lo largo de la sensible garganta y el cuerpo entero de Erick tembló.

¿A qué se refería el perro con marcarlo?

Aun así, el gatito no protesto por ser devorado. De hecho, apenas podía hacer nada ya que no era capaz de controlar su propio cuerpo.

Se retorció con entusiasmo cuando la cálida lengua del perro recorrió a lo largo de su yugular, enviándole oleadas de calor para acumularse en la parte inferior de su cuerpo y justo cuando sus rodillas comenzaron a tambalearse débilmente, Renato los llamó para cenar.

Joel dió un último suspiro antes de inspeccionar satisfactoriamente el estado del gato; era un lío caliente y tembloroso cubierto de su aroma. Con su cola moviéndose a alta velocidad, el perro se dirigió hacia la cocina.

.

.

Erick seguía en trance. En el mostrador de la cocina el gato tardó unos minutos antes de darse cuenta de que su cena estaba colocada frente a él, no tenía hambre en lo más mínimo.

Renato notó la mirada aturdida y la cara roja de Erick.

—No te bañes con agua tan caliente la próxima vez Erick —dijo con una sonrisa—. ¡Pareces estar ardiendo! —Renato colocó ambas manos a cada lado de la cara de Erick y el gato se relajó contra las frías manos, demasiado débil por su encuentro con Joel como para luchar con el humano.

De hecho, la sensación de las manos frías que Renato le ofrecía aliviaba un poco el insoportable calor que retorcía su cuerpo, por lo que Erick comenzó a ronronear suavemente.

A su lado, devorando la cena a gran velocidad, la cola de Joel se detuvo. Erick no pudo evitar ser totalmente consiente de las acciones de la bestia y un pensamiento fugaz de que el perro estaba celoso entró en su mente.

—Tal vez sólo necesitabas un baño después de todo —continuó Renato con una sonrisa amable, contento de que el gato le permitiera continuar acariciándolo. Los dedos del hombre se movieron detrás de las orejas de Erick tan gentilmente que era frustrante, Erick quería el toque áspero del perro, pero el humano no podía saberlo. Aun así, Erick no pudo evitar empujar su cabeza firmemente en la mano de Renato, alentando al hombre a continuar con un suave maullido.

—¡Detente! —Joel exigió de repente, gruñidos bajos comenzaron a brotar de la parte posterior de su garganta—. Deja de acariciar al gatito.

Renato levantó la mirada al instante con una expresión de perplejidad en su rostro ante el arrebato de Joel. Erick resistió el impulso de sonreír satisfecho, el perro era un idiota.

—¿Qué pasa Joel? —Renato preguntó, pero ante la falta de respuesta y el silencio terminó riendo—. ¿Quieres que te acaricie a ti también?

Los ojos negros de Joel miraron con dureza la mirada burlona del gato, pero su estúpida cola comenzó a moverse de inmediato ante las caricias de Renato. El humano acarició a Joel de una manera encantadora, sin molestarse siquiera en pensar demasiado sobre su estallido hace unos segundos.

Erick finalmente cenó sintiéndose un poco más relajado, pero aun tratando de descubrir que era esa profunda satisfacción que sentía, seguramente no tenía nada que ver con el hecho de que Joel lo reclamara de su propiedad ¿verdad?

Híbridos [Joerick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora