A la mañana siguiente Erick se despertó con los sonidos de Renato cambiándose, parpadeó mareado y tardo un momento antes de procesar su posición en la alfombra de la sala, los brazos de Joel estaban apretados alrededor de su cintura, sosteniéndolo cerca. Intento quitárselos de encima de inmediato y sentarse, pero la bestia que roncaba fuertemente lo obligaba a permanecer cerca incluso dormido.
La gravedad de la situación golpeó a Erick con una repentina oleada: se había unido a este perro de una forma que ni siquiera él entendía.
Recordar lo que había pasado la noche anterior era demasiado para su mente. Presa del pánico, el gato uso todas sus fuerzas para apartarse del perro, tratando de no perder el tiempo, esta era probablemente su única oportunidad de escapar antes de que el perro despertara.
Cuando Erick logró soltarse y se levantó un dolor agudo en la mitad inferior de su cuerpo se disparó. Volvió a caer al piso patéticamente, siseando de dolor y despertando a Joel en el proceso.
El perro se acercó a Erick, pero el felino logró arrastrarse débilmente sobre sus rodillas al menos unos pocos pasos antes de que Renato entrará a la sala con el cepillo de dientes en mano.
—Oh, ahí están. Me preguntaba que había pasado con ustedes dos.
Joel no pudo evitar mover la cola hacia su dueño, luciendo malditamente orgulloso de sí mismo cuando Erick se apartó.
El gato resistió la tentación de relatar venenosamente los sucesos de la noche anterior sólo para meter a Joel en problemas, quería que Renato lo regañara por haberlo obligado a someterse así, pero su rostro ardía increíblemente con todos los recuerdos y Erick pronto descubrió que no se atrevía a contarle a Renato nada de lo sucedido.
—Me desperté un poco solo —continuó el hombre, radiante y completamente ajeno a la incomodidad de Erick—. ¿Estaban jugando de nuevo? ¿Quieren desayunar?
Joel bostezó antes de ponerse de pie y seguir ansiosamente a su dueño a la cocina, Erick intentó seguirlos, tratando de lidiar con el dolor en su culo y la horrible realidad de que este perro era su nuevo dueño; podía sentirlo en el centro de su ser, estaban unidos a un nivel primario y, al pensarlo, el corazón del gato latió violentamente.
Mientras Erick trataba de deducir que diablos había pasado, recordó una y otra vez el terrible calor que sintió. Por supuesto, el perro se había aprovechado de eso, pero más allá de culparlo Erick debía admitir que lo había disfrutado.
—¡Vamos Erick! ¡A desayunar! —Renato lo llamó desde la cocina notando la renuencia del felino al moverse.
El gato intentó ponerse de pie de nuevo, un poco más lento esta vez. Trató de no ser tan obvio con su cojera al caminar, pero Renato no se dió cuenta de todos modos, completamente ciego de su entorno como de costumbre. No era de extrañar que Joel siempre fuera tan posesivo y exigente: Renato era un buen dueño, pero no uno firme.
Uniéndose a ellos en el mostrador Erick se centró en su desayuno y comenzó a comer lentamente, estaba preguntándose qué diablos iba a decirle a Joel más tarde cuando Renato jadeó ruidosamente y tiró del cuello de la camisa del gato.
—¿Q-qué son estas marcas? —preguntó el humano con los ojos desorbitados y mirando desesperadamente a Joel. Erick se congelo, no podía ver las marcas, pero si sentía el dolor que aun latía en cada una de ellas.
Joel se puso a la defensiva de inmediato, con la cola pegada hacia arriba.
—Al gatito le gustan —argumentó y Erick tuvo que escupir su comida antes de ahogarse.
—¿Tu has hecho esto Joel? —Renato preguntó levantando la voz mientras exponía el cuello del gato para enfatizar. Los ojos del hombre estaban hinchados, incrédulos—. ¿Lo muerdes?
—Él es mi gatito —respondió el perro—. Haré lo que quiera con él.
—¡No! ¡Erick no es tuyo Joel! ¡No todo es tuyo y no puedes hacer lo que quieras! ¡Pensé que habíamos superado lo de morder después de que atacaste a la señora Camacho! —Renato parecía estar más enojado de lo que Erick había visto alguna vez, el gato sintió una necesidad compulsiva de calmar el ambiente, pero Joel ya lo estaba empeorando todo.
—Él es mío —continuó, con las orejas pegadas a su cabeza mientras miraba a Erick con ojos helados.
El gato apenas pudo decir nada cuando Renato agito una mano impaciente en el aire.
—No tengo tiempo para esto, llegaré tarde al trabajo. Hablaremos cuando regrese a casa Joel y no puedes ponerle un dedo encima a Erick hasta entonces o de lo contrario... —y con eso Renato le dió una última mirada comprensiva al gato antes de apresurarse a ponerse los zapatos y el abrigo para después salir por la puerta más rápido de lo que el felino hubiera deseado.
Erick se dispuso a terminar su desayuno con la cabeza gacha y sus ojos alejados de Joel, sin embargo el perro demasiado ocupado devorando todo lo que veía ni siquiera se molesto en prestarle atención a Erick hasta que hubo terminado todo.
—Oye, dame un poco de eso —dijo felizmente, moviendo la cola de un lado a otro ahora que Renato se había ido. Se inclino sobre Erick, mirando los restos en el plato y el gato le dió su comida a la bestia sin protestar.
De todos modos Erick no tenía tanta hambre.
Levantándose y dejando a Joel comiendo solo se dirigió hacia el dormitorio y se acurrucó en el cálido lugar de Renato intentando pensar en cualquier cosa menos en el perro. Le resultó casi imposible y cuando Joel apareció en la puerta minutos más tarde, Erick volvió la cara hacia las sabanas pensando en que ya no había escapatoria.
Por otra parte, cuando el cálido cuerpo de Joel se presionó contra su espalda, Erick se preguntó si en verdad escapar era lo que realmente quería.
—El humano te dijo que no me tocarás de nuevo —recordó Erick con un murmullo, el perro se rió con sus manos tirando del cuerpo de Erick hasta que el felino ronroneo suavemente contra su pecho grande y cálido.
—Y si lo hago ¿qué? —Joel preguntó alegremente, una de sus manos ásperas rasco la oreja de Erick y durante mucho tiempo Erick lo dejó, preguntándose por qué no odiaba las caricias del perro.
Resistirse a Joel simplemente le parecía imposible, pero aun así no podía dejar que siguiera sometiéndolo una y otra vez cada vez que quisiera.
Esta vez, sin embargo, el calor no estaba presente, Erick no estaba tan fuera de control como la noche anterior, podía disfrutar de la cercanía de Joel sin sentirse abrumado y en segundos el gato se quedó dormido nuevamente.
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Híbridos [Joerick]
FanfictionErick, un chico gato, es obligado a vivir con un chico perro y su dueño.