≈ 11 [Final] ≈

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Ricky se presentó temprano y fresco el sábado por la mañana como prometió. Los golpes urgentes e impacientes en la puerta sonaron justo después del desayuno y Joel, que había estado nervioso toda la mañana, ladró fuertemente con los ojos entrecerrados clavados en la entrada.

Renato aplanó su cabello en el espejo del pasillo antes de abrir y dar un paso hacia atrás para dejar pasar a Ricky.

—Encantado de verte de nuevo Ricky —saludó secamente.

—Lo mismo digo viejo amigo —murmuró Ricky. El hombre se quitó las gafas de sol y miró alrededor del departamento antes de mirar a Erick—. Vámonos.

Fue una orden y Erick se puso bastante alarmado por la forma en la que su cuerpo respondió sin pensar, haciendo que se moviera antes de detenerse por completo al recordar que Joel era su dueño.

—Um... Ricky... la cosa es que... —comenzó Renato, pero su voz sonó sin convicción y Ricky fácilmente lo ignoró.

—¿Qué estas esperando? —preguntó Ricky, cada vez más impaciente mirando a Erick—. No tenemos todo el día. ¡Tu nueva familia esta esperando por ti! —Esas palabras se perdieron en el gato.

Joel no pudo contenerse, agarró a Erick por el cuello y tiro de él, mostrando sus colmillos al hombre castaño.

—Piérdete. Él es mío ahora y no ira a ningún lado.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire por un breve momento antes de que Ricky arqueara una ceja hacia Renato.

—¿De qué esta hablando tu perro callejero? Erick tiene que ver a su nueva familia, ahora.

Si Erick no hubiera estado a su lado, estaba seguro de que Joel habría saltado contra Ricky,  sintió el cuerpo del perro tensarse por el insulto.

—Bueno, verás. Mientras estabas fuera... Bueno... Es difícil de explicar porque ni siquiera yo mismo lo entiendo del todo, pero...

—¡Escúpelo! —Ricky espetó.

—Bueno. Como que Joel... quiero decir... Joel se encariño con Erick estos últimos días y, como puedes ver, es muy posesivo y, eh... um... Lo que trato de decir es que...

—¡Joel es mi dueño! —Erick logró decir, pero su voz no salió tan feroz como había esperado. En realidad, enfrentar a Ricky de esta manera estaba destrozando al pobre gato—. Me quedo aquí.

Los ojos de Ricky se abrieron de par en par, su reacción era exactamente la misma que había tenido Renato.

—Eso es imposible —argumentó y Joel no intento demostrarlo esta vez, sin embargo todavía estaba mostrando sus colmillos al hombre, con una mano en el cuello de Erick sosteniendo al gato cerca y sus ojos negros desafiando al humano—. Deja de perder el tiempo, tenemos que irnos ya.

Era bueno que Erick estuviera siendo retenido porque su cuerpo casi se movió una vez más por inercia ante la orden y cuando la mano de Ricky alcanzo al felino Joel lo detuvo instintivamente, gruñendo, dispuesto a morderle el brazo justo cuando Ricky lo retiró a tiempo.

—Cálmate Joel —comenzó Renato, tratando de aliviar la tensión en la habitación—. Ricky por favor, hablemos de esto.

Nervioso, Ricky dirigió una mirada acosadora hacia Renato.

—Simplemente ¿qué está pasando? Si quieres al gato es todo tuyo pero debiste habérmelo dicho desde el principio, ahora hay una familia entusiasmada con su llegada.

Renato estaba tan tranquilo, paciente y comprensivo como siempre, sus ojos miraron a Ricky y asintió solemnemente, finalmente pudiendo formular una cadena de palabras coherentes.

—Entiendo Ricky, pero Erick no se irá contigo. Lo mantendremos aquí a salvo y amado. ¿No es eso lo que Claire hubiera querido?

La mandíbula de Ricky se apretó con fuerza, incapaz de rechazar ese razonamiento. Lanzó una mirada dramática a su reloj antes de mirar a Erick.

—Si realmente estás dispuesto a retenerlo, lo dejaré a tu cuidado.

Renato se iluminó ante las palabras casi incrédulo.

—¿Estas seguro? Quiero decir...

Ricky hizo una mueca.

—Sí, él es especial —dijo amargamente—, por eso Claire lo quería tanto. Por cierto, tiene una herencia, una vez terminado el papeleo los abogados transferirán el dinero a tu cuenta.

Negando con la cabeza Renato sonrió y se negó.

—No, ya has transferido más que suficiente a mi cuenta a principios de esta semana.

—No hay nada que pueda hacer al respecto, está en el testamento de Claire que el dinero se le dé al dueño de Erick. Como su amigo más cercano debo cumplirlo.

—¿Cuánto es?

—Un poco más de un millón de dólares.

—¿Un millón de dólares? —el hombre preguntó, incrédulo.

—Sí, ahora si eso es todo tengo otros compromisos que atender —y sin mirar atrás Ricky se dirigió a la puerta y se volvió a poner las gafas de sol—. Mis abogados estarán en contacto contigo Renato. Buen día.

Con un golpe Ricky desapareció dejando el apartamento en completo silencio.

Durante varios minutos nadie se movió ni dijo nada, los ojos de Joel se entrecerraron sospechosamente en la puerta, Renato permaneció completamente conmocionado contra el mostrador, Erick miró hacia atrás y hacia adelante entre los dos como si esperara que sucediera algo.

Finalmente, el gato habló.

—¿Qué es un millón de dólares?

Las palabras trajeron a Renato de vuelta a la Tierra, pero Joel seguía dándole a la puerta una mirada amenazante.

—Es suficiente dinero para cuidarnos por siempre.

Siguió sin entender, pero el gato no cuestionó más.

—Entonces ¿podemos conservar al gatito o no? —Joel preguntó yendo directo al grano—. ¿Ese tipo volverá? —echo una mirada a la puerta como si esperara que se abriera repentinamente.

—Creo que podemos conservarlo, sí —confirmó Renato—. No creo que Ricky nos visite pronto tampoco.

Y eso fue suficiente para que el perro, cuya cola de repente comenzó a moverse, tirara de Erick en un brazo que definitivamente era más estricto de lo necesario, pero el gato no se negó.

De hecho, ahora estaba más que seguro de que se había unido y sometido completamente a este perro.

Fin     ღ.

Híbridos [Joerick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora