—gracias por ayudarme Kageyama-kun— ¿Cómo sabes mi nombre?
— tuvimos clase en conjunto, tal vez no me recuerdas
“lo siento”
Podía ver a lo lejos aquel chico, estaba parado en ese viejo puente que cruzaba el río, sus hermosos risos color chocolate se contoneaban con el viento.
"Lo siento Kageyama, me hubiera gustado quedarme más tiempo contigo"
El cuarto estaba obscuro solo unos cuantos rayos atravesaban las gruesas cortinas, pero en la cama, no estaba él
¡E-espera! ... ¡Por favor no me dejes solo!...
— ¡MALDITASEA! — grito levantándose de golpe, agitado, lleno de sudor
Habia sido un sueño, el mismo sueño que le llevaba atormentando por años; aquel en el que ese chico que conoció un día en preparatoria se despedía de él para nunca más volver. En ocasiones se preguntaba si todo lo que recuerda haber vivido junto a ese chico también era solo un sueño, un corto, real y muy hermoso sueño.
Lo vio por primera vez casi terminando el 1° año, estaba sentado en la biblioteca y mecía vigorosamente sus pies adelante y atrás, bien podía pasar por un niño ya que su estatura era muy baja, llevaba un gorro de lana, tal vez echo a mano, hacía frío ya que eran principios de año, no podía ver bien sus facciones; aquel gorro cubría todo su cabello y orejas, ademas usaba un cubrebocas, la pesada chaqueta que usaba cubría su complexión, en ese entonces, sólo pudo ver unos grandes y brillantes ojos color caramelo, "hermosos" pensó él, después de ese día en la biblioteca empezó a "acosar" a ese extraño chico de hermosos ojos.
Había despertado con el sonido del despertador, después de esa horrible pesadilla sabía que no podía pedir seguir el día con un humor decente. Aunque siendo sinceros, el humor de Kageyama siempre era malo rozando a pésimo.
Habían pasado ya poco más de 5 años, una eternidad pensaba seguido Kageyama entre sus malos días, después de ese "sueño" con aquel chico, su vida fue en picada. Si bien, solo tenía a su padre y era lo único que necesitaba, pero ahora se encontraba solo. "Que cruel es el destino con aquellos que somos unos bastardos con la luz que nos manda la vida" seguido rezaba esa frase para sí mismo, entre clases, estudios y visitas a quien se llamaba su madre.
— Esto es un asco — se dijo amargamente a si mismo —
Vivía solo en un pequeño departamento, estaba por terminar su 4° año en la escuela de medicina
"Seré un exelente cirujano, el mejor, nadie tendrá que vivir la perdida de sus seres queridos"
Era el ánimo que se daba día a día para salir de la cama. Prometió a su padre que por muy difícil que fuera la carrera no se dejaría vencer por pequeñeces.
"Recuerda hijo, los Kageyama somos personas de palabra y el día de hoy tú me has dado la tuya"
— Eso haré, no te defraudaré —se contestaba a si mismo mientras limpiaba las lágrimas que amenazaban salir de sus ojos
Buscó algo para desayunar en la nevera, su madre le hacía las compras y surtía su despensa. Agradecía enormemente no tener que verle la cara cuando pasaba a su departamento, siempre estaba estudiando en la biblioteca así no tendría que pasar malos ratos. Una tostada con nata, una cajita de leche, su fiel compañera. Tomó las llaves de la mesa y se colgó en el hombro su pesada mochila, camino al recibidor y se puso sus zapatos, los odiaba, siempre había sido de zapatillas deportivas, pero un futuro cirujano debe vestir bien, verse bien y ser confiable con la gente, o eso fue lo que su madre le repitió el día que cambió todo su guardarropa por uno "más decente"

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Scars
FanficBuscando a su amor de adolescencia, intentando remendar un error que cometió y lo ha seguido por todos esos años en los que se quedó solo. Busca a su primer amor pero encontrará uno nuevo... la culpa lo invade por sentir esa traición a alguien que n...