Scars

Los renglones torcidos de Dios

Vivo dentro de esta jaula de huesos
Mi mente un día echó a volar
Mas allá del país de las maravillas Alicia un día oyó preguntar
Por el camino hacia la tierra de oz
En busca de lucidez y razón
Salir de su celda que es para él la realidad
Dar con la clave oculta en su interior
Pues yo quiero desnudar
Mi alma de tinieblas ya
Pues yo quiero despertar
Y saber por qué amar

                                         Mago de Oz   

Era un chico normal aunque sólo en apariencia. En realidad odiaba salir a correr por todos lados sin sentido como todos los demás niños de su edad. No le gustaba sobresalir en ningún aspecto; prefería pasar desapercibido y no ser notado de preferencia.

Kuro era su mejor amigo, aunque su actitud siempre era floja y desinteresada ese niño lo jalaba por todos lados para tener su compañía, por alguna extraña razón le agradaba estar cerca de él. Eran vecinos no podía escapar de él como de los otros niños de su escuela. Sus padres se llevaban bastante bien por qué lo hacía aún más difícil.

¿Por que era tan complicado tener un poco de paz?

No quería participar en ningún tipo de charla; se sentía incómodo cuando tenía los ojos de alguien encima. Muchos niños empezaron a ignóralo porque por más que insistieron Kenma no se acercaba a nadie.

“ Todo sería más sencillo si no los pudiera escuchar ”

“ Seria más fácil si no pudiera hablar, así dejarían de hacer preguntas ”

Pensaba eso seguido. No quería una vida llamativa y llena de ruido. Quería vivir tranquilamente por un tiempo considerable; a veces se preguntaba a si mismo si en verdad disfrutaba la vida y si sería mejor simplemente desaparecer.


Siempre hay que tener cuidado con lo que pensamos, deseamos y decimos por qué puede que a nuestro lado este algún dios caprichoso y decida tomar en serio nuestras vacías palabras.


Comenzó a sentir un extraño escozor en la garganta. Carraspeaba seguido en un intento de hacer más clara su voz. Nunca había tenido buena resistencia por qué no le gustaba ejercitarse pero aunque no corría sentía una leve dificultad para respirar. No le dio importancia ya que si no se agitaba no había ningún problema.

El ser tan desinteresado le trajo problemas ya que al no tomar en serio las señales que le daba su cuerpo poco a poco se hacían más molestas y difíciles de sobre llevar.

— No has comido bien — comentó Kuro mirándolo de frente mientras jugaba con un balón en sus manos — ¿Estás seguro que no es nada?


— No hay ningún problema en realidad. No es como si tuviera fiebre o algo por el estilo, debe ser la pubertad y el cambio de voz — contestó sin ganas con una voz lamentable y bastante grave.


Su cuerpo le decía que algo no andaba bien pero él no escuchaba sus gritos exigentes. Siempre era más fácil ignorar lo que no le gustaba, así no habría problemas.

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Era una mañana calurosa y despertaba temprano para prepararse e ir a la preparatoria. Se lavó la cara y miró su reflejo en frente de él. Su cara se veía algo pálida y delgada; no estaba comiendo bien. Acarició su barbilla ya que empezaba a crecerle bello en las mejillas y algunos lados de su rostro.


Tomó la crema de afeitar y pasó una cantidad considerable donde era necesaria. Comenzó a esparcirla en su mentón bajando por su garganta y fue entonces que lo sintió. Había algo ahí que antes no estaba; esa pequeña bolita no era su manzana de Adán.  Comenzó a palparla más a fondo quizás con el sueño aún encima  no sabía lo que estaba haciendo.


Retiró toda la crema de su cara con una toalla y se acercó más al espejo. Paso sus dedos lento y con cuidado por toda su garganta ; lo volvió a sentir. Ahí en su tráquea había una bolita suave, no dolía y se movía un poco cuando la palpaba. Trago saliva esperando en verdad estar equivocado pero fue más arriba donde se movió su manzana de Adán; definitivamente eso no estaba ahí antes.


Se miró un rato más al espejo con obvio pánico; algo estaba creciendo en él y no era normal.