Capítulo 5

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Mantengo mi mirada firme aunque el tren se haya ido, mi corazón sigue igual de acelerado, y todo lo que había pasado segundos antes gira por mi mente diciéndome una y otra vez que no era real.

No puede ser real.

Digo, haber pintado a un chico y luego verlo al mismo en persona no es muy común que digamos.

—Habré alucinado —Me repito una y otra vez, espero que eso sea así, aunque realmente, muy dentro de mí, sé que no lo es, todo lo que había visto es real, aquel chico es real.

El nudo que se me había formado en mi garganta me duele, haciendo que comience a toser tanto que la respiración me comenzara a faltar. De repente, comienzo a ser el centro de atención en el metro, las personas se me acercan preocupadas, cuando yo lo único que necesito es aire.

Al ver que no para, las lágrimas siguen esparciéndose por mis mejillas, pido por favor que termine de una vez. Pierdo el equilibrio y caigo hacia uno de los escalones mientras me agarro del barandal. Necesito que pare, necesito tranquilizarme.

Por más que lo intente, no lo logro en lo más mínimo.

—¿Kazuo? —Escucho un susurro detrás de mí, que casi desaparece al lado del zumbido que escucho.

Todo da vueltas y más vueltas.

—Oye, Kazuo, ¿Me escuchas? —Pregunta alguien, comienzo a ver un poco borroso, me estoy a punto de desmayar—. Amigo, soy yo, Hiroshi, reacciona.

Levanto un poco la vista y ahí lo veo, él me sonríe de lado y susurra algo a alguien que yo no llego a escuchar, a mi derecha logro ver a Natsuki, quien se ve completamente pálida al ver la situación.

En menos de dos minutos alguien me tiende una botella de agua, bebo un poco y suspiro, me encuentro un poco más calmado, y al ver que Natsuki se había tranquilizado me dio a entender de que seguramente el color haya regresado a mi piel. Veo como la gente ya se va alejando y Hiroshi me ayuda a levantarme.

Estoy allí presente, pero mi mente no, se encuentra repitiendo una y otra vez la misma escena de hace minutos antes.

Caminamos de regreso a la fiesta, sin embargo solo quiero volver allí para ver algo, el espejo del baño. Espero que lo que había dibujado minutos antes siguiera allí, pero eso no ocurre.

Al entrar, me quedo estupefacto viendo aquel espejo, está limpio, y sin nada, como antes de que yo entrara al baño. ¿Qué estaba pasando? Me pregunto sin cesar, todo vuelve a dar vueltas.

«Ya para» Me repito una y otra vez, y para mi suerte eso ocurre. Puedo suspirar y salir de aquel baño, encontrándome con Hiroshi, quien me dijo que Natsuki fue hasta la cocina, me invita a ir, pero esta vez me niego, quiero salir cuanto antes de aquel lugar.

Bajamos las escaleras y nos encaminamos a la salida de la casa, mi corazón está un poco acelerado aún, pero no le presto mucha atención a eso.

Al llegar al auto, sorpresivamente me encontro con Midori, quien por lo que ví está llorando aunque intenta tapar su rostro con la capucha de una chaqueta que tenía puesta, mira el cielo desde la ventana como si fuera lo más interesante del mundo, al parecer la charla con el tal Takeshi no funcionó para nada.

No tardó mucho para que mi mejor amiga entre al auto desde la parte de piloto, mientras Hiroshi estaba de copiloto y Midori y yo en la parte de atrás del vehículo.

Me mantengo quieto en mi lugar, mirando todo desde la ventana del coche, mientras suspiro. Paso todo el viaje así, quieto y con la mirada en un punto fijo, como si no hubiera nada más interesante.

El Hilo Del Destino / Editada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora