Capítulo 4.

272 16 3
                                    

Capítulo 4.

 

—¿Nos ha visto?

—No, pero casi. Tiene buen oído.

—¿Quieres que lo apunte en la ficha de información que nos dio Unthai?

—No, tiene que venir ella. ¿Qué vamos hacer? Ya se ha despertado y Unthai no aparece.

—¡Hablar con ella!

—¡Shhh…! No grites Kimu, y qué chorradas dices, no vamos a hablar con ella. No sabemos si es peligrosa.

—No lo parece. Es… bella.

—Kimu, ya sabemos lo que te dijo Susannia: las cosas bellas no siempre son buenas.

—¡Tengo debilidad por lo bello! ¡Tengo que hablar con ella! ¡Por favor!

—¡Shh! Menos mal que ya se ha alejado. Y respecto a eso… ¡No! Es peligroso y punto. Si quieres hablas sobre ello con Unthai, pero no me pongas más nerviosa a mí. Una cosa más: ¡no me vuelvas a gritar al oído!

—Vale…

—Vamos, Kimu, tenemos que seguirla. A ver qué hace.

—«Si quieres hablas sobre ello con Unthai, no me grites... Bla bla bla…» —murmuró en voz baja y burlona.

—¿Decías algo?

—¿Yo? Nada.

—Bien. Vamos.

Estuve andando durante un rato, todo me parecía igual. No había rastro ni de Marcos, ni de nuestro «campamento», ni siquiera de la laguna. Todo aquello era extraño, ¿cómo había podido alejarme tanto? Porque era cierto, según lo que recordaba me había ido a dar un paseo… y ya está. No recordaba haber vuelto, pero tampoco haberme quedado dormida bajo el árbol. No supe porqué, pero era diferente.

La tarde anterior me había envuelto la belleza del interior de Liana; cada planta, cada flor tenía su lugar y parecía que nada ni nadie podía contradecirlo. Pero en ese momento todo era distinto, las plantas crecían de una forma alocada y espontánea, como si fuera una lucha entre ellas por conquistar territorio. Algo que llamó mi atención fueron unas pequeñas pero bellísimas flores de color anaranjado, brillante, se encontraban en las ramas bajas de unos pocos árboles. Pude apreciar una mariposa en una de ellas. Me sorprendió, pues tenía las alas de distintos colores; en una se veían reflejados unos topos de color verde vivo sobre el emblemático e hipnotizador color cyan. En la otra se apreciaban unas líneas finas y alargadas que surcaban todo el ala, sobre un fondo de color añil. Era… raro, pero me dejé llevar por aquel sentimiento. Pensé que no vería nada más bello en mi vida, pero esa sensación no duraría mucho.

Seguí mi camino, aunque realmente no sabía cuál era. No sabía dónde estaba, pero no me importaba mucho. Me sentía libre como un pájaro. No sé porqué pero dejé de preocuparme por mi padre, por Marcos, por el colegio… e hice caso a mi instinto.

La razón me decía que era insensato, que tenía que buscar la salida de aquel sitio tan misterioso, pero el instinto me decía que tenía que seguir la sinfonía. No sé si sonaba realmente o eran imaginaciones mías, pero corrí tras ella, tras el amor y la ternura que se escondían detrás de sus notas. Me llevaron a un claro no muy grande, aquel lugar era sobre todo un gran y frondoso bosque. En ese claro no había nadie, sin embargo, pude llegar a escuchar unas vocecillas agudas y dulces que discutían tras unos arbustos. ¿Podía ser cierto? ¿Podía haber alguien mas perdido en el corazón de Liana o solo había sido el cansancio, que me jugaba una mala pasada? De todos modos no quise hacer notar que lo había oído, por si lo asustaba.

Fui en dirección al arbusto con paso despreocupado. Oí cómo las voces se alejaban, ¡habían sido reales! No las podía dejar escapar, sino me quedaría sola, pues seguía sin saber dónde estaba y Liana podía llegar a ser un laberinto, o al menos es lo que había oído en las leyendas. Me abalancé sobre el arbusto y lo aparté con un ágil movimiento. Para mi sorpresa no había nadie tras de sí. Me quedé decepcionada, pero sobre todo me preocupé, no pude evitar caer de rodillas. ¿Qué me estaba pasando? Cada vez me distraía con más facilidad y empezaba a oír voces y sinfonías. Era como si el bosque me estuviera aprisionando, para no dejarme marchar.

No pude evitar que se me cerraran los ojos. En mi cabeza seguía sonando como un débil susurro aquella bella sinfonía que ahora me parecía una tortura. Caí rendida al suelo y me sumí en un profundo sueño, pensando que despertaría lejos de allí, muy lejos…

—¿Qué le ha ocurrido? ¿Por qué se ha desmayado?

—El bosque se debe de estar defendiendo. Ya conoces las leyendas, aunque Mutae no te cuenta la verdad en la mayoría de los casos.

—Mmm… —Hizo una mueca de esfuerzo, pero resopló—. Refréscame la memoria.

—¿Lo ves, Kimu? Te dije que yo sería mejor tutora para ti que Mutae, no hace más que enseñarte a gandulear y no puede ser.

—Flarea, eso lo hablamos después, pero que sepas que las clases de Mutae son muy constructivas y prácticas.

—¿      Y con eso quieres decir que..?

—Pues, ¿qué va a ser? ¡Que son súper divertidas! Ya sé que en tus tiempos lo primero era la teoría y todo eso, pero ahora las cosas han cambiado. La práctica es muy importante.

—Sí, pero antes de practicar hay que saber que se está haciendo, Kimu. Aún tienes mucho que aprender antes de practicar, lamento decirte que se acabó. Es peligroso que practiques con tan poco experiencia.

—Pero... —Quiso replicar, pero sabía que eso acabaría en una larga y aburrida charla, así que guardó silencio, conteniéndose.

—Bueno… ¿No querías que te hablará sobre las leyendas, pequeña?

—Supongo —respondió deprimida, y miró a la criatura que se presentaba delante de ella. Se quedó pensando un rato hasta que preguntó—: Ya me la contarás luego. Ahora, ¿qué hacemos?

—Tienes razón, no podemos seguirla siempre. —Tardó un rato en seguir hablando, pero cuando lo hizo su voz tenía un tono decidido—. Tendremos que aprisionarla y llevarla ante la misma Unthai, si ella no quiere venir porque le parece exagerado que lo vea ella misma.

—Pero cuando se despierte nos verá, ¿eso es… seguro?

—No.

A través de SusshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora