Margarita

7. Y yo sí te amé.

Te amé felizmente.
Te amé vivamente.
Te amé abiertamente.
Te amé ruidosamente.
Te amé vigorosamente.
Te amé inmensamente.
Te amé temerariamente.
Te amé ciegamente.
Te amé absolutamente.
Te amé desmedidamente.
Te amé infinitamente.
Te amé silenciosamente.
Y entonces comprendí el problema.
Sólo yo te había amado.

Entonces callas.
¿Por qué enmudeces?
¿Por qué permites enredar las palabras
en el fondo de tu garganta?
¿Por qué le concedes al silencio hablar
lo que no me has dicho?

Entonces te largas.
¿Por qué tomas tu viaje con premura?
¿Por qué guías tus pies en caminos áridos?
¿De verdad te marcharás?
¿De dónde vienes o a dónde vas?
Te alejas de mí tan frívola.
La distancia derrama en susurros tu ''adiós''.

Entonces desapareces.
¿Por qué te disipas en la extensa nebulosa?
¿Por qué te penetras en confusión y desidia?
¿Por qué te consumes a ti mismo en el interior del límite?
Límite donde habita el océano del silencio.
El Edén de palabras rotas.

¿Y después?
Y después no habrá después.
Porque después llega el crepúsculo.
Porque después el sol se oculta.
Porque después las estrellas colisionan.
Porque después el universo sucumbe.
Porque después las flores se marchitan.
Porque después el oxígeno es asfixia.
Porque después llega la desolación.
Y después no habrá después.