5. Incoloro.

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Ni los vientos más recios
derrumbaron nuestro afecto.
Ni los mares más profundos
hundieron nuestros secretos.
Ni el sol más ardiente
derritió nuestro amor creciente.
Ni el cataclismo perfecto
sepultó el recuerdo de nuestro encuentro.
La única arma que nos condujo al seol
la llevabas puesta cuando hacíamos el amor.
¡Qué tonto fui por creer en ti!
Ahora te veo con otros,
más feliz que en el mes de abril.
Luces decembrinas cruzan por tus ojos,
y tu espalda luce hullas de besos incoloros.
Juegas a ser feliz diciendo
que fui yo que le perdí,
pero el romance es un juego de ajedrez,
pierde el que primero deja de querer,
y tú, amada mía,
fuiste tú quien empezó a perecer.

MargaritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora