cap. 5

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Me senté sobre el borde de mi cama y miré al techo, notando como el mundo se me caía encima. Había hecho el ridículo el segundo día de instituto, delante de todos, delante Alexis y me sentía como una mierda. Mi salud en ese momento era lo de menos, ¡¿qué pensará ella?! Soy un pardillo.

–Alegra esa cara, tonto. Al menos te has perdido el segundo día, punto para Ron. – trató de motivarme mi mejor amigo Heath, que se sentó en la cama de mi hermano gemelo mientras yo me hacía un bolita en mi cama, abrazandome a mis rodillas y suspirando pesadamente. – Al menos tus padres se han preocupado en ir a recogerte al hospital, los mios me habrían hecho coger el autobús...

No respondí, escodí mi cabeza debajo de el montón de almohadas que se amontonaban en mi cama y solté un quejido.
No quería volver al instituto, todo el mundo me había visto potar, en mi momento de debilidad, todos incluida Alexis y eso... Eso no era un punto a mi favor.

La verdad, no entendía como Heath se podía saltar las clases con tanto descaro, es decir, él estaba perfectamente y yo no necesitaba que me cuidaran, estaba seguro de que si sus padres se enteraban le arrancarían la cabeza, pero aun así ahí estaba, viviendo la vida al límite... Más o menos.

–Puedes irte, estoy bien... – refunfuñé sin levantarme, apretando más las piernas sobre mi pecho. Noté como la cama se hundía a mi lado y mi amigo Heath se desacía de la almohada que tapaba mi cara de un tirón para luego tumbarse y quedar cara a cara conmigo. – ¿Qué haces?

–Eres muy bonito... – sonrió abiertamente mientras llevaba una mano a mi mejilla para acariciarla y yo apreté los labios mientras fruncía el ceño. – Que mono... – le pegué un patada para alejarlo, haciendolo rodar y caer de mi cama casi al instante. Quejidos salieron de su boca mientras risas descaradas salían de la mia. – ¡Eres un capullo!

Sonreí abiertamente mientras mi amigo volvía a tumbarse a mi lado, esta vez mirando el techo y con una sonrisa dibujada en su cara. Yo observaba su perfil desde mi posición, sintiendome un poco más animado aunque todavía cabizbajo. Y nos quedamos así hasta que nos quedamos dormidos.

Unos gritos, portazos y ruidosos pasos fueron lo que me avisó de que mis hermanos habían vuelto del instituto, de que la paz de una casa solitaria había culminado y de que ya no tenía libertad de hacer nada.

Moví los parpados sin abrir los ojos, frunciendo el ceño y abrazándome con más fuerza al torso de mi mejor amigo, que seguía durmiendo a mi lado. Podía distinguir la voz de mi hermana pequeña Dorothy, que peleaba con Andrew por algúna tonteria, y escondí mi cara mientras apretaba más a Heath, que me acarició la espalda como respuesta.

La puerta se abrió de golpe, provocando un fuerte sonido al golpear la pared con toda la fuerza de mi hermano.

–¡Ron, eres un... – Andrew entró gritando, pero se quedó de piedra al encontrarse con la imagen de su hermano abrazando cariñosamente a su mejor amigo, ambos abriendo los ojos sobresaltados. – ¡Putos degenerados! ¡¿Qué cojones haceis?!

Me separé de Heath rápidamente y me levanté de la cama de un salto, sintiendome mareado por la repentina acción, y Heath se limitó a bostezar y frotarse los ojos.

–¿Qué pasa? – la cabeza de Dorothy asomó por la puerta, curiosa e interesada, y se detuvo en el chico de pelo negro que miraba a su hermano despreocupado. – ¡Heath!

–¡Dodie! – respondió él con una sonrisa en su cara tras haber comprovado que la voz de la chica no transmitía irritación. – ¿Qué tal el instituto? ¿Te gusta, alumna de primer año?

Dorothy asintió antes de volver la mirada a mi hermano Andrew, que me miraba con la nariz arrugada y cierta irritación demasiado notable.

–¿Estas liado con el chino? – preguntó apretando los puños y yo negué con la cabeza, dandonde una fugaz mirada a Heath, que volvia a observar a mi hermano un tanto ofendido. – ¿Entonces que mierda enferma os traeis entre manos?

R O S E S  {s.m}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora