Capítulo Cuatro

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No sé que es lo que acabo de terminar.
O si me gusta lo que acabo de empezar.
-Missi Higgs

Danielle Martin estaba sentada en una le las sillas de Ikea que tenía el profesor Bieber en su oficina.
El frío del metal traspasaba la tela de sus vaqueros hasta provocarle picor, mientras sentía la penetrante mirada del proesor Bieber sobre ella.
No habían parado de mirarse el uno al otro, como si se desafiaran con la mirada, era algo simplemente inexplicable. La forma en la que sus ojos conectaban era muy fuerte, sin duda. Además de que cada uno estaba muy nervioso a su manera.
El profesor Bieber se relamió los labios y ella no pudo evitar fijarse en lo suaves que se veían, como un par de fresas maduras... le recordó a cuando era pequeña y ella y sus padres vivían en California e iban a los campos de fresas donde podía tomar las fresas que ella quisiera. Pero eso había sido hace tantos años, que lo recordaba como si hubiera sido un sueño.
Se encogió en el asiento, sintiéndose pequeña de pronto, como si el profesor tuviera el poder de minimizar su cuerpo.
―Así que... señorita Martin, veo que se ha dignado a venir. Eso es algo bueno, ¿no le parece?
Los labios del profesor se movieron haciendo que ella sintiera una corriente eléctrica recorriéndole la espina dorsal. El profesor se fijó en cómo los labios de su alumna se entreabrían con algo parecido a un simple placer y con mucha sensualidad... o al menos era como él pensaba que se vería ella con los labios entreabiertos cuando sentía placer; eso era lo que había observado en clase cuando se concentraba en las asignaturas que le parecían fascinantes. Sin embargo él no dio ningún indicio de que aquella acción le hubiese afectado en lo absoluto.
―Sí, profesor. ―habló Danielle, mientras se retorcía los dedos de las manos sobre su regazo.
Al parecer se le ha pasado el coraje. Pensó Justin al verla tan calmada y sumisa como siempre.
―Señorita Martin, está usted consciente de que debemos hablar seriamente, ¿verdad? ―Dijo el profesor.
Ella bajó la vista un tanto avergonzada e intimidada por la mirada del profesor hacia ella.
―Lo siento, profesor. De verdad que yo...
―No me venga con palabrerías falsas, señorita. ―interrumpió el profesor. ―Estoy seguro de que era eso lo que usted quería. Me ha hecho quedar mal frente a mis alumnos y eso es inadmisible, simplemente inaudito, señorita Martin; un escándalo, algo que yo no tolero. Así que por favor guárdese esas disculpas porque lo hecho, hecho está. Se que usted no está prescisamente arrepentida de eso.
Pero sí lo estaba. El profesor no sabía lo que estaba hablando, sus palabras eran tan vacías y frías que hacían que se sintiera inambientada y cohibida. No dejaba que le explicase nada y ni siquiera la dejaba terminar una frase.
Miró al profesor y una ola de calor le recorrió el cuerpo cuando sus miradas conectaron comenzando así una batalla; las pupilas de los ojos miel del profesor se dilataron, haciendo así que sus ojos se volvieran más oscuros, parecido a esa excitación de los libros juveniles de ahora donde describían entre sus páginas aquellas cosas sexuales a detalle, esas página que ella leía eventualmente, pero las cuales no se atrevía a admitir que le encantaban.
―Estoy esperando a que hable, señorita Martin. ―Admitió él.
Ella apretó los puños. ¿Cómo carajos se atrevía a decir algo como eso después de que no la había dejado hablar? Él y su pomposo trasero se creían lo suficientemente arduos como para lograr siquiera escuchar a alguien.
¡Cuantas ganas tenía de darle una patada en las bolas! En verdad ese hombre le ponía los pelos de punta y la hacía cohibirse de sus objetivos, los cuales le decían que debía arreglar las cosas con el profesor.
―No quería hacerlo, lo siento. ―Habló por fin.
―Esa mentira acerca de su estúpido perro fue de lo más absurdo, señorita, Martin. Demasiado infantil de su parte. Odio las mentiras y si piensa que le voy a tolerar esto está muy equivocada. ―Dijo él con una mirada severa hacia su alumna, quien parecía querer desaparecer a través del asiento.
―En verdad lo siento, profesor Bieber, yo... no sé lo que me ocurrió.
-Pues yo sí sé lo que ocurrió, señorita. Su inmadurez y su ineptitud la llevaron a hacer algo tan bajo como aquello. De verdad que me ha decepcionado muchísimo. Y pensar que tan solo la brillantez que dice tener en su expediente hubiese sido verdadera, me pone en una situación de duda. No puedo creer que alguien haya sido tan estúpido para calificarla y dejar que se matriculara en esta institución. De verdad que es inaudito.
》Hablaré con el departamento para removerla de mi clase. No quiero a personas inmaduras que no saben sobrellevar situaciones difíciles e intentan ir por el camino fácil de la mentira y la confabulación.
-Pero profesor, yo...

-Ahórrese sus palabras, señorita Martin. -La interrumpió el profesor. -Hablaré a la sociedad de jefes de la universidad. Espero que esté considerando alguna otra, porque aquí usted ya no regresa.
El profesor la miró especulante mientras ella se ponía tan blanca como papel de arroz.
Danielle bajó la cabeza, dádose cuenta de que no había nada que hacer.
―Solo quiero decirle que en verdad lo siento. No pretendía que esto se saliera de control. Acepto mis errores, profesor Bieber. En verdad lo siento tanto. ―Dijo ella intentando retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus párpados, más sin embargo no pudo retenerlas, logrando así la vista de una perfecta lágrima vagando por su pálida mejilla.
―Eso es todo, señorita Martin. Puede irse. ―Dijo el profesor, girándose sobre su silla para para escribir algo en el ordenador.
Danielle se quedó en shock sentada sobre aquella silla, mientras veía como parte de su vida se desmoronaba frente a ella.
―¿Acaso está esperando una invitación para salir de aquí, señorita? Creí que había hablado claro. ―Habló de nuevo el idiota profesor.
Danielle se levantó para salir, siendo escudriñada por la mirada del profesor. Pero de repente se quedó estática, levantó el rostro y encaró a su odioso y arrogante profesor.
―No. ―Dijo. ―Esto no se va a quedar así, profesor Bieber.
》He trabajado mucho en lo va de las clases; ¡en realidad me he esforzado! Y no porque usted diga que mi comportamiento es bárbaro voy a irme de aquí. No y no, profesor Bieber.
El profesor la quedó mirando de una forma dura. Al parecer el corderito rosado de la señorita tenía muchas más agallas de las que ya le había mostrado anteriormente. Pero debía reconocer que la señorita Martin era brillante. Y solo por eso y no por otra cosa, dijo:
―Muy bien, señorita. Pero que quede claro que esto no puede repetirse. Ahora retírese, que tengo cosas más importantes que hacer que perder mi tiempo con usted.
Y con eso, el arrogante profesor Bieber dio fin a una absurda discusión.

¡Hola a todos!
Sé que este capítulo es muy corto, y probablemente no es lo que todos esperaban. Pero de verdad me he esforzado en hacerlo. Llevo ya varios meses bloqueada y esto es una de las mejores cosas que he podido hacer hasta ahora.
Prometo que los siguientes capítulos serán mejores.
Gracias por comprender y por apoyar.

Melissa.

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Where I Stood - Missi Higgs

ACTIVITIES J.B. (New version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora