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Nunca supo como hablarle a la gente.

No es porqué no le gustara hacer amigos, ni porqué era un típico adolescente antipático que se la vivía odiando a todo el mundo o porque tuviera raras manías o fetiches. 

Ninguno de esos eran sus motivos.

Simplemente, la gente a veces lo veía... raro. Aun no sabía con certeza la razón de este problema.

Y por eso no tenía muchos amigos y los que tenía eran cuidadosamente seleccionados para que no recibiera más golpes a su dañado autoestima (o eso le decía Kanon) con el odio que la gente a veces va tirando por el mundo, creyendo que eso te hace ver "cool".

A Saga todo este asunto le parecía una estupidez.

Él quería tener fé.

Fé que las personas en el fondo siguen creyendo en los demás, que en el interior de nuestros corazones solamente queremos proteger lo que es nuestro.

Pero justo ahora todas esas bonitas palabras de poesía con las que establecía sus ideales, se veían bastante pequeñas.

Su maestro de Física, Caín Castor, les había enconmendado la tarea de hacer un ensayo de 20 páginas acerca de algún tema de interés como proyecto final.

A Saga no le molestaba hacer trabajos muy pesados su único inconveniente es que... era en equipo y al parecer nadie quería trabajar con él, a pesar de ser uno de los más brillantes en su clase.

Apenado se dirigió a su profesor para preguntarle si podía hacer su proyecto individualmente cuando sintió un pequeño toqué en su hombro.

-Hola Saga- se giró para ver quien estaba hablándole quedando sorprendido al ver a ese par tan dispar del que tanto se quejaban los profesores.

Milo Antares y Camus Saldassud.
Un par de peliazules (diferente tono únicamente) que se la vivían peleando por cualquier cosa, el primero por fastidioso y el segundo por terco.

-Queríamos saber si ya tienes equipo para el ensayo- Milo sonrió para apoyar la idea de su acompañante.

-Emm... pues no... aún no- bajó la mirada y jugó un poco con sus dedos pero tras oir el carraspeo del peliagua levantó la mirada de nuevo.

Y antes de que Camus pudiera siquiera decir una palabra el bicho se le adelantó interrumpiéndole.

-Bueno pues ahora lo tienes- sonrió de forma traviesa a lo que el galo lo miró con molestia.

-¿Estás de acuerdo con este pedazo de insecto? Si no te sientes cómodo dinos y podemos buscar a alguien más- la falta de tacto del francés le pareció interesante, así que aceptó su oferta y pusieron manos a la obra.

Cuando iba a entregar el primer avance, se quedó un momento solo con Milo que le miraba con curiosidad.

-¿Qué tanto me ves?- preguntó el Géminis que estaba empezando a fastidiarse.

-Nada, solo me parece que no eres tan raro como la gente dice- le sonrió amistosamente -Por cierto, he visto que andas con Aioros Quirón, eh... no pierdes el tiempo, pillo-

Al instante, Saga lo miró con impresión lo que le sacó una risa al menor y no pudo replicarle nada porque Camus había llegado para explicarles los puntos que el profesor le había ordenado corregir.

Después de eso, salió del aula para dirigirse a la cafetería, con suerte no había tanta gente después de todo ya había pasado la hora del desayuno y...

-¿Qué comeremos hoy, Saga?- la voz del bicho le asustó un poco pero no podía negar que se sintió un poco feliz de que la gente, por una vez en su vida, no le rehuyera.

-Pues no lo sé, yo pienso que comeré esa ensalada con un sándwich y un jugo natural- el cubo se acercó a sus compañeros y observó la comida que había delante de él.

-Wack! ¿por qué no tratas un día de no comer como conejo, Camus?- Milo miraba con asco la ensalada, cosa que le pareció graciosa a Saga. Aquí venía otro pleito de casados.

-El que se come la "comida de conejo" soy yo, Milo, así que déjame en paz- trató de zanjar el tema pero el bicho terco se empecinaba en hacerlo rabiar.

-Por eso eres tan amargado ¿o no, Saga?- le sonrió con burla y giró la cabeza para mirar a Saga que le miraba sorprendido.

-Emm... bueno, si lo pones de esa manera hay unos cuantos estudios que dicen que el azúcar y la grasa también es buena para nuestro organismo- le sonrió nervioso y Camus lo miró dolido.

-Oh Saga, me has traicionado (je, irónico ¿no?)- Camus se hizo el dolido para después cambiar de nuevo su rostro a la estatua de hielo que era.

El cubo se giró para pagar su comida y fue a buscar una mesa para sentarse.

-No te preocupes así es de dramático- Milo había visto la mirada de preocupación de Saga y trató de calmarlo con sus palabras.

Pasó su almuerzo rodeado de esos dos que más tarde invitaron a otros chicos a sentarse: Sigmund Granate y Frodi Gullinbuster, dos chicos que eran bastante amables y amistosos, le cayeron bien después de que el rubio le contó acerca de que su padre era un escritor muy reconocido y su madre fotógrafa y tenía un hermano pequeño: Sigfried que cuando sus padres se separaron, él se quedó con su padre y el pequeño con su madre.

Por otro lado, Frodi era muy divertido, casi tanto como Milo pero un poco más serio cuando se trataba de otros temas.

Se despidió cortesmente al darse cuenta que faltaba muy poco para su última clase.

En su camino al aula, se encontró con Aioros que le sonrió ampliamente.

-Hola Saga!-

-Hola Aioros ¿Cómo va todo?

-Meh, aburrido... sería mejor si estuvieramos en la misma clase pero ya ves jajaja- soltó una risita sonrojando un poco a Saga que ya estaba algo fastidiado por esta situación de enrojecimiento -Oye ¿te gustaría salir otro día? La verdad me la pasé genial el viernes y me encantaría salir de nuevo contigo, de hecho, tengo un amigo que quiere conocerte-

Le sorprendió el comentario del mayor, ya que solo habían salido una vez y él ya le había contado a sus amigos de su cita.

Mientras que él se la pasó todo el fin de semana haciendo quehaceres (obligando a Kanon a ayudarle) y trabajando por las horas que había tomado hace una semana cuando tuvo que pedir permiso para faltar porque el inútil de Kanon se había caído de un árbol... por suerte no fue nada grave.

-Me encantaría volver a salir contigo-

-Genial, oh... bueno, te llamó al rato, nos vemos- Aioros se acercó y en un acto de valentía le dió un beso en la frente.

Sonriendo, entró a su última clase.

Ya nada podía arruinar su día...








A excepción de la escena que vió justo cuando salía del instituto, donde su pequeño amor platónico se vió involucrado.

Oh si...

Vió  cuando una de las perr... digo, amigas de Aioros se arrojó a él y se le restregó descaradamente.

Con los ojos aguados, caminó para tomar el bus e irse al diablo cuando escuchó una voz que le llamaba.

-Saga!- el castaño, que se había dado cuenta de la mirada del chico, le gritó para que le hablara, mas el otro no cedió y se fue dejando a un Aioros con la palabra en la boca y un montón de disculpas recién formuladas.

La había cagado.

Casualidad no tan casual (SagaxAioros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora