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Estuvo tocando la puerta por 2 horas seguidas.

Después de terminar sus clases fue corriendo a la guardería ya que se le había hecho tarde... de nuevo.

Pasó el resto del día cuidando a sus atolondrados mocosos: Aioria se la pasaba jugando con Shura a adivinar el pensamiento del otro, Mu y Shaka jugaban a ver quien podía retener la respiración por más tiempo (cosa que por poco infarta al castaño cuando les preguntó de que iba su juego) y los pequeños Shiryu y Seiya jugaban a ver quien podía lanzar más alto la pelota.

Todo fue tranquilo...a pesar de que Mu casi se desmaya por querer ganarle a su contrincante en esa competencia, todo fue paz y tranquilidad.

Cuando salió, se llevó a su pequeño hermano con él a visitar al pelimorado, quería que Saga conociera a Aioria porque pensaba que podría animarlo, siempre pasaba con él cuando se sentía triste, solo o desanimado, el pequeño llegaba y lo alegraba con sus inocentes palabras, divertidos gestos y juegos de palabras que lo hacían rodar en carcajadas.

Cuando llegaron al departamento de Saga, estuvo tocando la puerta por 2 horas antes de que apareciera, escuchando como su hermano le hacía preguntas típicas de un niño.

-¿Por qué las gallinas no pueden volar?-

-¿A dónde van los globos cuando se desinflan?-

-¿Por qué los tenedores tienen cuatro picos?-

-¿Para qué recogemos nuestras cosas si vamos a volver a sacarlas?-

Okey, algunas realmente le ponían a pensar porqué su hermano preguntaba tales cosas o de donde sacaba tantos disparates... seguro Shura tenía algo que ver.

-¿Aioros?... ¿Qué haces aquí?- la suave voz de Saga lo sacó de sus pensamientos, se encontraba parado a unos cuantos pasos de ellos y los miraba con confusión, Aioria se soltó de su hermano y se paró enfrente de él.

-Hola! Mi nombre es Aioria ¿Cómo te llamas tú?- preguntó inocente el chiquillo.

-Yo soy Saga, mucho gusto pequeño- le sonrió con amabilidad y le tendió la mano que el otro no dudó en estrechar.

-¿Esta es tu casa?- preguntó inocente el gatito ganándose con eso la atención completa de Saga que lo veía embelesado.

-Si... ¿quieres pasar?-

-Claro-

Le regaló una mirada de interrogación a Aioros que solamente le sonrió con burla, se acercó a abrir la puerta, introdujo la llave y la giró para que se escuchara el clic de la puerta en señal de que podían pasar.

-Pasen... adelante- 

-Gracias, con permiso- Aioria entró acompañado de su hermano mayor que venía atrás junto a Saga. -Me gusta tu casa, es muy pequeña-

El pequeño miraba con detenimiento y curiosidad todas las cosas que el Géminis tenía en su apartamento: pequeñas esculturas de porcelana, madera y metal, la mayoría de muebles eran color caoba y con un estilo colonial, uno que otro jarrón con pinturas en el medio, flores de plástico que adornaban el centro de las mesas, le había costado mucho conseguir todas sus cosas pero estaba orgulloso de decir que fue con su propio dinero.

-Disculpa que pregunte de esta manera pero... ¿por qué la visita repentina?-

-Bueno... después de que te desmayaras me dejaste muy preocupado y no me dejaron estar contigo mientras despertabas... y cuando te ví mientras te ibas, te notabas algo... decaído, así que traje a mi pequeño hermano y a un servidor a tratar de alegrar lo que queda de tu día- sonrió de la manera más amable que pudo, su plan era perfecto y tenía detallada cada cosa y...

-Te lo agradezco mucho Aioros pero... deseo estar solo- Saga se dió la vuelta en dirección a la cocina.

¿Qué?

Bueno, entendía que tal vez no se sentía del todo bien y se había sentido la mayoría del día mal, que tal vez había escuchado los cuchicheos de los idiotas de sus compañeros cuando salía e incluso sabía que debía aguantar 6 horas de soledad arreglando papeles en una pequeña oficina que con trabajos cabía un escritorio.

-Pero...

-Agradezco mucho tu intención pero como ya te lo dije... necesito un poco de tiempo... podemos salir mañana si quieres- trató de sonar amable, aunque lo que estaba haciendo no lo era, se sentía como un patán por menospreciar a sus invitados... pero necesitaba hablar con su hermano en privado.

-Oh... bueno... cl-cla-claro, solo si tú quieres- bajó la mirada con resignación, sabía que no lo iba a convencer, por lo que no le quedó más que ir por su pequeño hermano.
-Aioria, despidete ya... debemos irnos-

-¿Tan rápido?... pero yo quería quedarme un poco más

-Mañana vendremos en este momento Saga no se siente muy bien, así que regresaremos mañana y podemos ir al parque- se agachó a la altura del niño y le sacudió el cabello con diversión que le soltó una risilla a su hermano. Adoraba que su hermano le hiciera esos pequeños mimos.

-Está bien...- caminó hasta donde estaba Saga y lo abrazó de las piernas mientras el pelimorado estaba sin habla -Nos vemos mañana Saga, ¿jugarás conmigo, cierto?-

-Claro que lo haré- le sonrió con ternura.

-¿Por el meñique?- le extendió su dedito suplicante, a lo que el otro abrazó con su propio dedo.

-Por el meñique- El león se alejó de él y con varias palabras de despedida ambos se lanzaron a su hogar.


Saga tocó la puerta del cuarto de Kanon, al entrar en la cocina notó que el plato de comida aún estaba ahí por lo que se preocupó por su hermano y fue a verlo, abrió la puerta con sigilo encontrando todo un desastre.

Parecía que un tornado había arrasado con la habitación, porque todo estaba en todas partes menos en su lugar, un ovillo en la cama llamó su atención, preocupado de acercó y lo toco con la palma de su mano.

-Kanon ¿estás bien, hermano?- la preocupación en su voz conmovió a su gemelo que estaba dudando en contarle lo que había descubierto. -Ya no estoy molesto... ¿te encuentras bien?- insistió.

-Si... *sniff*... estoy bien, solo... debo hablarte de algo pero quiero que me prometas que siempre vas a quererme, sin importar lo que te diga, siempre... me vas a querer y siempre seremos hermanos- girando para ver a su hermano, se limpió las lágrimas y se sentó en frente de él. Estaba hecho un desastre, su cara estaba roja de tanto llorar, sus ojos hinchados, su nariz al igual que su cara parecía tomate y su cabello estaba enmarañado y abultado.

-¿Po...por qué me dices esto?-

Kanon tomó las manos de Saga.

Estaba muy frío.

-Es algo muy importante, pero como ya dije antes siempre voy a estar contigo y a protegerte desde donde sea- miró a Saga con tristeza, mientrad que el otro empezó a asustarse. Kanon nunca era serio para nada y la forma tan decidida y melancólica en la que le estaba hablando lo aterró.

-Te digo esto porque...- tragó en seco.

-Porque esto afecta tu cordura y... mi estancia en este plano terrenal-

Casualidad no tan casual (SagaxAioros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora