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Sabía que esos momentos los atesoraría por siempre.

Después de ver como su hermano le hacía señas de que iba a salir acompañado del pelilila, se giró a seguir su cita con el castaño que estaba contándole una graciosa anécdota que le había pasado días atrás en la guardería.

-Y bueno, el caso es que Aioria regresó  con una gran sonrisa a pesar de tener un gigantesco moretón en la frente y... jajajaja... y me dijo: Hermano ¿ahora puedo enlistarme en las fuerzas armadas de niños? Solo porque defendió a Shura de la ira de Shaka- Aioros soltó una carcajada, siempre que hablaba de las curiosidades de su hermano menor se le iluminaba el rostro y se le formaba una gran sonrisa.

-Jajajaja... tu hermano es muy tierno- cuando Saga terminó de reir notó que Aioros lo miraba fijamente lo que causó un pequeño sonrojo de su parte -¿Qué sucede?-

-N-nada... es que... tu-tu risa, me pareció muy... linda- el castaño tartamudeo y el Géminis que no se esperaba esta confesión se sonrojó con más intensidad y soltó una risa nerviosa.

Y justo antes de que alguno de los dos pudiera decir algo más, su comida llegó. La disfrutaron con una agradable charla llena de risas y chistes malos por parte del castaño.

Cuando terminaron, Saga comenzó a sentirse bastante incómodo, ya que todas las miradas del restaurante estaban puestas en ellos, la mayoría eran cargadas de odio y repulsión.

-ne, Aioros

-Dime...

-Vamonos de aquí

-¿Eh?- el arquero se giro para poder ver el porqué de la incomodidad de su acompañante, estaba a punto de decirle algo cuando un mesero de inigualable belleza se acercó a ellos.

-Lo lamento mucho caballeros, pero voy a tener que pedirles que se retiren- Ambos lo miraron con los ojos abiertos, cuando Aioros giró su mirada a Saga, éste tenía reflejada una completa desilusión en sus grandes orbes azules, algo que le colmó la paciencia y su gran bocota tomó partido de la situación.

-Discúlpeme pero no hemos hecho nada malo-

-Me apena decirlo, señor... pero este restaurante... es familiar- Afrodita trataba de deshacerse en disculpas, pero sabía que su jefe lo despediría si no cumplía con su mandato, el maldito viejo miraba desde la barra con desprecio y asco a la pareja de chicos que se encontraban ahí por lo que mandó a su trabajador (que irónicamente también tenía estas preferencias) a sacarlos del restaurante.

-Un momento... ¿quiere decir que nos están corriendo de su establecimiento por tener diferentes intereses amorosos?- Aioros miraba con molestia al mesero y este se quedó mudo al recordar que ya había pasado esto con su novio Angelo en un establecimiento de pollo frito pero a diferencia de estos chicos, a ellos no los sacaron por sus preferencias sexuales, incluso unas cuantas personas los miraban con ternura, el problema fue... la apariencia de su novio; argumentaron que parecía un vendedor de droga y podría dar una "mala" imagen a su establecimiento. 

-Así es, muchacho- el dueño se había acercado a la mesa cuando escuchó como el comensal levantaba la voz -Debo pedirles que se marchen-

-Aioros... vamos- Saga se puso de pie y trató de razonar con un enfurecido sagitario que en su mente ya le había torcido el cuello 4 veces al vejete que tenía en frente.

-Si, vamos...- se levantó y tomó su chaqueta pero antes de dar un paso siquiera tomó al dueño por la camisa y lo levantó unos cuantos centímetros del suelo para luego estamparlo en la columna que estaba a su lado.

Saga se asustó y trató de que Aioros soltará al señor, después de todo, era su restaurante y podía prohibirle la  entrada a quien se le diera la gana... o eso es lo que pensó; Afrodita solo se quedó parado con una sonrisa traviesa en los labios y recordó que su chico había reaccionado igual que ese castaño.

Ese viejo se lo tenía bien merecido.

-Escúchame bien, homofóbico de mierda- su voz se tornó amenazante y sus ojos se encendieron con furia -Vas a disculparte con mi chico y con tu trabajador por ser un total hijo de puta ¿qué carajos te importa a ti a quién meto a mi cama? A tu maldito restaurante solo vengo a comer, no a cogerme a las personas, así que... o te disculpas o mañana amaneces sin piernas ¿Qué te parece, imbécil?-

El dueño le veía con terror. Aioros podía ser la persona más dulce del planeta pero cuando se metían con las personas que apreciaba... era mejor estar miles de millas de distancia.

-Di -discúlpame...- con dificultad pudo ofrecerle una disculpa a Saga que parecía petrificado y a el peliceleste que le veía divertido -¿pu-puedo ofrecer...te una co-comida gratis?-

-No quiero nada de este maldito establecimiento- lo soltó bruscamente y se giró tomando a su acompañante del brazo -Vamos Saga, somos mejores que esta mierda-

Ambos salieron apresurados a la puerta en un incómodo silencio por parte del pelimorado y las maldiciones del moreno.

-La gente puede irse a la mierda...- terminó por decir y se giró a abrazar a Saga que se sorprendió por este acto -te pido una disculpa por lo anterior... si hubiera sabido que... discúlpame-

-Ya no importa...- Saga le sonrió con dulzura y se separó de él, cuando se le ocurrió una alocada idea -Aioros... ¿te gustaría tener una aventura?-

-¿Aventura?- miró al geminiano que le sonreía con complicidad -Claro... ¿por qué no?-

-Bueno... entonces... ¡atrapame!- Saga se lanzó a correr como niño pequeño con cuidado de no chocar con la gente.

-Espera ¡¿Qué?!- después de 5 segundos Aioros se lanzó a correr detrás de su compañero que soltaba carcajadas cuidando que el mayor no lo atratapara.

Lo intercepto en un pequeño parque donde prácticamente lo tacleó en el césped ambos terminaron con raspones y tierra en la ropa pero estaban que reventaban de la risa.

-Jajajaja... eso... fue genial- Saga se sobó el estómago mientras hablaba -debería tener estas ideas más seguido-

-Definitivamente, apoyo esa idea- Aioros respiraba con pesadez, levantó la cabeza para ver si era lo que pensaba -¿Quieres un helado?-

Saga miró en la dirección que su compañero señalaba y le sonrió.

-Amo el helado- terminó por decir, mientras se levantaba, cuando ya estaba de pie le ayudó al mayor a pararse y ambos fueron corriendo por su helado.

Esa tarde fue perfecta después de eso, ambos vieron que habían llegado a una pequeña bahía cerca del mar, donde fueron a "caminar por la playa"  ya que terminaron empapados hasta los sueños, subieron al mirador, charlaron con un escritor e incluso compraron varios souvenir.

Saga llegó a su casa a las 4 de la mañana con la sonrisa más sonriente que nunca había formado.


Definitivamente atesoraría esos recuerdos.

Casualidad no tan casual (SagaxAioros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora