22

729 92 28
                                    

Caminaba a su casa completamente empapado.

Al parecer el universo o cualquier ente que gobernaba el cosmos, estaba satisfecho con hacerle la vida de cuadritos por lo que todos los días buscaba una nueva forma de joderle la vida como ese día que había salido despavorido del hospital internándose en la tormenta que se había soltado.

—Menuda lluvia.

Resopló con fuerza y entró a su casa, azotando la puerta detrás de él. Corrió a darse un rápido baño de agua caliente para evitar un resfriado y se tomó un antigripal para volver a su trabajo diario desde hace 2 meses, retomar aquella laboriosa tarea de reinventar su medicamento independiente para después anotar las alteraciones que había hecho en su fórmula inicial. Estaba por cerrar la puerta de su laboratorio provisional cuando escuchó como tocaban la puerta, fastidiado tuvo que dejar su delicioso y calientito café en la barra de la cocina para ir a abrir la puerta.

—Más vale que sea de vida o muerte— dijo mientras abría la puerta encontrándose con la mirada azulina de un pelirrojo muy hermoso parado en su puerta totalmente mojado con una gabardina color canela y unas botas negras brillantes. —¿Puedo ayudarlo en algo?

—¿Se encuentra el doctor Odysseus?— su tono era opaco y demandante algo que ocasionó un escalofrío recorriera la espina dorsal del Ofiuco.

—Para servirle.

—Bien...— sacó un pequeño radio de su bolsillo y articuló varias palabras que fueron inaudibles para él —Doctor Odysseus Ofiuco, queda usted detenido por tráfico de drogas, tiene derecho a guardar silencio y cada cosa que diga puede ser utilizado en su contra.

El pelirrojo hizo un rápido movimiento para evitar el escape del doctor y le colocó unas esposas al rededor de las muñecas.

—¿De qué está hablando? ¡Suélteme con un demonio!

—Lo siento señor pero encontramos varias pruebas que apuntan claramente que usted ha estado creando una fórmula que su base es la Fenciclidina, una droga alucinógena conocida comúnmente como LSD que para su mala suerte, es ilegal en este país.

Caminaron hasta la patrulla de la esquina y con un brusco movimiento, Shijima logró meter al peliplata dentro del auto pero justo antes de que el auto pudiera arrancar, Odysseus alcanzó a ver por la ventana como una alborotada melena de color verde y amarillo sonreía en medio del paraguas que sostenía.

Y como si fuera una película de terror, desapareció cuando un auto rojo tapó su visión sin antes haberle hecho un gesto en forma de despedida.

*^*^*^*^*^*^*^*^*
Todo estaba en silencio.

Podías oír claramente como los grillos cantaban por la ventana y como soplaba el viento la ligera brisa del verano. En una blanca habitación como cualquier otra en el edificio G del hospital, descansaba un hermoso griego peliazul que llevaba ahí ya dos meses, los cuales había evitado con éxito tomar la medicina que su doctor le había estado administrando... Para su suerte.

Casi como si fuera irreal un viento muy fuerte logró abrir su ventana, sacándolo de su dulce letargo y levantándose todavía algo adormilado logró cerrarla pero casi suelta un fuerte grito cuando vio en dirección a la esquina del cuarto.

Ahí parado estaba él. Si no fuera porque reconocería ese cabello y esos ojos en cualquier lado diría que era él mismo parado ahí pero lo conocía demasiado bien. No pudo evitar soltar un par de lágrimas que rodaron con fuerza por sus mejillas.

—Ka... Kanon.

Su gemelo sonrío con dulzura. Poco a poco se fue acercando a él con temor a que lo rechazara pero conforme la distancia se acortó, ambos se lanzaron a los brazos del otro uniéndose en un abrazo muy fuerte. Saga no dejaba de llorar hacía tanto tiempo que anhelaba ver a su pequeño hermano una vez más.

—Saga, hermano... Estoy aquí, no te preocupes todo va a estar bien— sus palabras sonaban tan reales que dudaba en serio que fuera un juego de su propia mente y las manos que acariciaban su cabello lo hacían aferrarse que de alguna manera él sí era su hermano. —Todo está bien, pequeño... Ya no podrán lastimarte más, todo va a terminar por fin vas a poder salir de aquí, yo voy ayudarte pero tendrás que poner todo tu esfuerzo ¿sí?

El mayor asintió mientras que su hermano limpiaba con sus pulgares los rastros de lágrimas que corrían por su rostro.

—No... No vuelvas a... Dejarme— articuló con mucha dificultad antes de volver a romper en llanto.

—No lo haré, lamento haberme ido pero creí que sólo seguías molesto conmigo y por eso no me presentaba— posó un tierno beso en la frente de su gemelo —Pero ya estoy aquí y ahora no te desharás tan fácilmente de mí porque como te juré el día en que pasó todo esto... Yo voy a protegerte, no voy a dejar que te pierdas en el camino y cuando ya estés en el final de él voy a seguir aquí.

Señaló con el dedo el pecho de Saga justo donde estaba el corazón.

—Kanon... Oh Kanon, como te he extrañado hermano, lamento haberte gritado y haberme enojado contigo, por favor perdóname, no fue mi intención.— soltó un sollozo y se aferró con más fuerza a la cadera de su gemelo.

—Pero claro que te perdono, mi querido hermano.

Saga no podía controlarse, estaba tan feliz de que su hermano hubiera vuelto a él aun siendo una alucinación era lo mejor que había podido pasarle en su estadía en el hospital.

—Tranquilo ya... Ese maldito doctor de pacotilla ya no podrá lastimarte, no más.

Se sorprendió por las palabras de su hermano y se separó para buscar en su rostro algún indicio que le dijera de qué estaba hablando o a que se refería más su gemelo únicamente le sonrió con más dulzura.

Poco tiempo después Saga cayó por fin rendido en el mundo de los sueños en compañía de su adorado hermano.

*^*^*^*^*^*^*^*^*

2 meses más tarde.

Declaran culpable al Doctor Odysseus Ofiuco por tráfico de drogas condenado lo a 50 años de prisión y 5 años de servicio comunitario, sin derecho a fianza. El chico de 17 años que utilizaba como objeto de pruebas se encuentra bien, afortunadamente al parecer escondía las pastillas en lugar de tomárselas y la ligera cantidad de LSD consumido en su sistema no logró inducirlo por completo a la adicción de esta droga, le han cambiado al doctor de planta y su recuperación ha sido bastante exitosa.

—¡Vamos Aioros, ya es tarde para la escuela!

El pequeño león estaba muy enérgico pues era su primer día de escuela y no deseaba perderse ni un instante más, así que interrumpió la lectura matutina del periódico de su hermano mayor y lo jaló del brazo casi arrastrándolo.

—Woa, ya voy gatito... ¿Ya lavaste tus dientes?

El nene se quedó pensando antes de salir disparado al baño donde dejaba su cepillo, el moreno solo rió de su hermano y se acercó a ver el correo. Parecía que no había nada nuevo hasta que por su mano se resbaló una pequeña fotografía, con mucha curiosidad la levantó del suelo y la giró.

En ella se podía ver un peliazul comiendo un pedazo de carne y en la inscripción decía un corto: nos vemos pronto.

Aioria salió del baño y caminó hasta su hermano mayor que se limpiaba una lágrima traicionera que resbaló por su mejilla.

—Listo.

Ambos se sonrieron y abrió la puerta suspirando.

Y Sonrío.

Casualidad no tan casual (SagaxAioros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora