Avanzo a gran velocidad por el bosque, esquivando las ramas y los troncos de los árboles, sintiendo como la brisa acaricia mi cuerpo, consiguiendo erizar mi piel. El viento juega con mi cabello, ondeándolo de un lado a otro, enredándose en él con facilidad. La luz blanca de la luna me alumbra a cada paso que doy, siguiéndome aún cuando me esfuerzo en dejarla atrás. Quizás no quiera abandonarme a la más absoluta oscuridad, tal vez sea mi guardián en la sombra. Es agradable saber que la luna está dispuesta a darle luz a los lugares más oscuros. Sin embargo, hay algo que no puede hacer por mucho que lo desee y es alumbrar mi interior. Estoy segura de que ni la luz más intensa sería capaz de ahuyentar a mis demonios.
A medida que avanzo en mi mente se van proyectando los recuerdos más recientes una y otra vez, ocasionándome un fuerte dolor en el pecho que se magnifica cuando aparece la expresión de pánico de Frederick Anderson, anunciando que teme al monstruo en el que sin querer me estoy convirtiendo. Por más que me esfuerzo en borrar ese recuerdo, más presente se muestra. No puedo hacerlo desaparecer, forma parte de mi pasado, ese del que debo aprender valiosas lecciones con el fin de no volver a cometer los mismos errores.
Unos brazos se apoderan a mi cintura sin previo aviso y me hacen efectuar un giro antes de quedar enfrentada a mi nuevo acompañante. Alzo la vista una vez tengo a esa persona delante de mí y hago ademán de fulminarle con la mirada, en un intento de recriminarle por su actitud. Quería seguir corriendo, es la única forma en la que consigo apaciguar un poco mis pensamientos, sentirme libre.
-Ariana, ¿estás bien?
Evito mirar a Sam y hago todo lo posible por liberarme de la presión que ejercen sus manos.
-Déjame. Quiero estar sola.
-¿Por qué? ¿qué ha ocurrido Ariana?
-¿Quieres saber que ha sucedido?- pregunto alzando el tono de voz, enfrentando mi rostro al suyo, abriendo las aletas de mi nariz debido a la furia que siento-. Me he convertido en un completo monstruo. No soy capaz de reconocerme. Creía que podía tener todo bajo control pero no es así. No tengo poder sobre nada. Me pierdo un poco más a mí misma por cada segundo que transcurre. Llegaré un día en el que ya no quede nada de mí- muerdo mi labio inferior con fuerza y miro en otra dirección, meneando la cabeza-. Yo no quería ser un vampiro, Sam. No quiero serlo.
-Yo tampoco quería ser uno de ellos- contesta el chico, encogiéndose de hombros-. No tuve elección, al igual que tú. Lo único que me quedaba era hacer frente a la realidad y adaptarme en la medida de lo posible a esta nueva vida- extiende una de sus manos en mi dirección y se toma la libertad de entrelazarla con una de las mías-. ¿Sabes por qué no me rendí a pesar de las adversidades? Porque tenía mucho planes que quería cumplir, quería vivir muchas cosas todavía. Deseaba sacarme la carrera de informático, compartir momentos increíbles junto a mis amigos, viajar, y leer un sin fin de libros de ficción.
Sonrío ante ese último comentario.
-A ti también te queda mucho por vivir, Ariana- comienza a decir, apretando mi mano con delicadeza y acariciando el dorso de mi mano con su dedo pulgar-. El camino no va a ser fácil. Vas a desear tirar la toalla en más de una ocasión. Querrás gritar y maldecir al universo una y otra vez. Pero te aseguro que al final todo esfuerzo va a valer la pena.
-Yo no sé si podría llegar a aceptarme como un vampiro.
-Quizás tu físico y sus habilidades hayan cambiado, pero hay algo que no lo ha hecho y es tu esencia, esa que vive en tu interior, esa de la que tú eres la única dueña. Eso no puede arrebatártelo nadie.
-Ya me estoy perdiendo a mí misma- le contradigo, liberándome de su mano con un leve movimiento, captando la atención del chico. Abandono mi posición actual para aproximarme a un tronco que hay depositado en sentido horizontal en el suelo, en el cual tomo asiento-. Yo no quiero vivir así, Sam. No quiero tener que depender de la sangre ni quiero arrebatar vidas inocentes. Ni siquiera pedí ser cazadora y tuve que aceptarlo por ser mi condición. No puedes huir del mundo sobrenatural por mucho que lo desees. Al final siempre te acaba alcanzando- admito, rememorando las palabras que me dijo en una ocasión Jonathan Waymoore-. Nada me gustaría más en este mundo que ser una chica común, con una vida rutinaria. Me gustaría sentir rabia al tener que madrugar para ir a estudiar, agobio por los exámenes, miedo por no alcanzar la nota necesaria para aprobar la carrera, nervios por las entrevistas de trabajo... daría lo que fuera por ser simplemente humana.
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Cazadores Nocturnos 6: Renacer
FantasiaCon la llegada de un nuevo amanecer Ariana Greenberg renace de sus propias cenizas como un ave Fénix, aunque desconoce en qué circunstancias. La inesperada muerte de Elián Vladimir va a desecandenar un gran dolor en ella que va a llevarla a renunci...