Abro los ojos de par en par y me incorporo rápidamente, tomando una ansiada bocanada de aire que conduzco hacia mis pulmones aquejados de un profundo quemazón. Estos agradecen eternamente que el aire vuelva a entrar y a salir de ellos. Una inesperada oleada de confusión se apodera de mi mente, fusiosando mis pensamientos hasta producir un completo caos en el que inevitablemente me pierdo. Alzo una de mis manos y me la llevo a mis pecho izquierdo en un intento de verificar que aún continúo con vida. Pronto percibo unos fuertes latidos procedentes de mi corazón indomable y no puede evitar sentir un gran alivio al comprobar que toda la pesadilla de antaño ha terminado. Quizás Liz haya dado con la forma de romper el vínculo, quizás estemos liberados, fuera de peligro. Sea como sea, no logro recordar qué sucedió antes de mi desvanecimiento. Sólo espero descubrirlo en breve. Esa es una de mis prioridades, tal vez la segunda. La primera de ellas es ver a Elián Vladimir, comprobar que está bien, que todo ha terminado, que nuestro amor ha vencido.
Tomo asiento en el borde de la cama y me tomo la libertad de acariciar con mis manos las sábanas, llevándome conmigo un agradable cosquilleo que por un momento se magnifica y se siente más real que nunca antes. Alzo la vista y me encuentro con la ventana a través de la que se cuela una luz anaranjada, anunciando la llegada de un nuevo amanecer. Con ayuda de mi mano aparto un poco la cortina y contemplo el espectáculo solar con ojos iluminados. Cambio el rumbo de mi mirar hacia mis dedos, los cuales comienzan a sufrir los efectos de un inesperado calor que asciende por ellos, y decido correr nuevamente la cortina y abandonar la habitación con el fin de cumplir mi primera prioridad.
Desemboco en el corredor tras cerrar la puerta del dormitorio justo detrás de mí y procedo a buscar al vampiro en la habitación contigua. Apenas mis dedos han entrado en contacto con el picarporte de la puerta cuando escucho a mis espaldas una voz masculina.
—Ariana— dice John Spinnet. Ladeo mi cuerpo hacia su dirección y le dedico una rápida mirada—. ¿Podrías venir? Hay un asunto que me gustaría tratar contigo.
Le dedico una mirada a la superficie de madera que tengo justo delante de mí antes de liberar al picarporte de la presión que ejerce mi mano. A continuación me pongo rumbo hacia la persona de John Spinnet, con andares propios de una niña, meneando la cabeza y los hombros un poco. El vampiro se adentra en una habitación y espera a que me reúna con él.
En la habitación se encuentran John y Liz. El primero de ellos se dedica a pasear su dedo índice por la superficie de un escritorio de madera, mientras ella se limita a recibirme con una sonrisa, de pie junto a la entrada a la habitación.
—Aquí estoy. ¿Qué es eso tan importante que tenéis que decirme?
—No sé por dónde empezar...— confiesa John.
—Por hacerle saber la realidad a la que debe enfrentarse de ahora en adelante— le anima Liz, palpándole el hombro y propiciándole sendas caricias—. Cuanto antes lo sepa, mejor.
—¿De qué estáis hablando? ¿a qué nueva realidad debo enfrentarme?— pregunto, inquieta por las palabras de la bruja, quien baja la mirada ante mi interrogatorio, gesto que me lleva a ponerme nerviosa hasta el punto de no poder dejar de moverme—. ¿Qué ha ocurrido, John?
El vampiro alza la vista y me mira.
—Has sufrido el proceso de transición a vampiro.
—¿Qué?— pregunto con un hilo de voz—. Eso no es posible. Yo no puedo ser un vampiro.
—Puedes comprobarlo tú misma, si lo deseas.
Me señala con la barbilla un espejo que pende de la pared y yo no puedo evitar dirigirme hacia él con el fin de comprobar la veracidad de sus palabras. Detengo mi marcha al situarme ante el espejo y titubeo unos segundos entre si dedicarle una mirada a la chica que me observa e imita a través del cristal, o continuar en la ignorancia. Finalmente me armo del coraje necesario para enfrentarme a la realidad, de manera que me atrevo a plantarle cara a mi reflejo. En el cristal se muestra a una chica con el cabello castaño algo más oscurecido, con la piel de un tono cetrino y unos enormes y terroríficos ojos rojos que anuncian que el peor de mis temores se ha cumplido.
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Cazadores Nocturnos 6: Renacer
FantasiCon la llegada de un nuevo amanecer Ariana Greenberg renace de sus propias cenizas como un ave Fénix, aunque desconoce en qué circunstancias. La inesperada muerte de Elián Vladimir va a desecandenar un gran dolor en ella que va a llevarla a renunci...