Capítulo 2.- Cereal

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Tony pasó la noche en un sillón de la sala de estar y, al día siguiente, muy temprano recibió al camión de mudanzas que le contrató su hermana

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Tony pasó la noche en un sillón de la sala de estar y, al día siguiente, muy temprano recibió al camión de mudanzas que le contrató su hermana. Recibió su cama y algunas cajas con las cosas que no entraron en las maletas. Eran pocas, pero las suficientes para hacer un desastre dentro de su nueva habitación.

Tenía un desorden completo, en ese momento se dio cuenta de que era su hermana quien mantenía el orden en la casa. Observó todas sus cosas regadas y se prometió a sí mismo que aprendería a mantener todo limpio y en su lugar.

Por otro lado, en todo el día de ayer, no vio a su compañero de departamento. Desde que se encerró en su habitación, no lo vio salir para nada.

Pero su espíritu alegre no permitía que ese extraño comienzo fuera malo, así que se alistó, buscó entre sus cosas algo para desayunar y salió de su habitación.

Encontró a Mauro tomando una taza de café en la cocina, mientras leía el periódico. Decidió sentarse en la silla frente a él para desayunar un poco de cereal y así conocer a su compañero un poco más.

—Este departamento es muy bonito —Tony metió una cucharada de cereal a su boca y comía con las mejillas infladas al mismo tiempo que admiraba el impecable lugar— jamás hubiese podido pagar algo así por mí mismo.

El hombre frente a él, aunque era muy atractivo, su rostro era de completo y total desagrado, ni siquiera intentaba disimularlo, enarcaba una ceja y lo miraba con superioridad.

—Disculpa, no puse atención a tu comentario, me distrae verte comer como un cavernícola, al que le daría gusto comer una piedra o un árbol y no sabría la diferencia entre uno y otro.

Tony dejó caer la cuchara a su plato, este tipo ni siquiera lo conoce y le trata de esta manera tan pesada.

—¡Qué grosero y amargado eres! No soy un cavernícola, es un simple cereal lo que estoy desayunando, no seas exagerado —replicó el chico con molestia.

—¿Desayuno? —Bufó el mayor— Pensaba que estabas a punto de morir de algo y engullías tu último alimento. Por si no lo sabías, la comida se degusta, se saborea, no se traga sin masticarla —gruñó y se puso de pie dejando casi entero su café en la mesa— si vamos a compartir el departamento y a trabajar en el mismo lugar, más te vale ser limpio y fingir frente a los demás que no me conoces.

Mauro se retiraba a su habitación y se detuvo al escuchar a Tony hablar.

—Oh perdona señor omnipotente, ¿no quiere también que bese sus pies?

—Dije que no me molestes, Pulga.

Tony abrió grande su boca en una gran "O".

—¿Cómo acabas de llamarme? —preguntó ofendido.

—Aparte de estorbarme estás sordo —Mauro se cruzó de brazos— no sé porqué acepté que fueras mi compañero de departamento, así que a menos de que quieras que te saque a patadas de aquí, te vas a mantener tan alejado de mí como puedas.

—Pues para que lo sepas, a mí nadie me hace de menos y yo no soy alguien que se deje aplastar —Tony caminó hacia él y vació su cereal de colores sobre el hombro de su nuevo compañero de departamento— vamos a pagar por mitades este lugar, así que tú, no eres más que yo.

Los ojos verdes de su compañero irradiaron odio y coraje, lo tomó por la camisa y lo estampó en la pared, Tony era pequeño en tamaño en comparación a Mauro.

—Vuélve a hacer algo estúpido como esto y te haré picadillo.

—Inténtalo a ver si puedes —Lo retó.

Mauro lo soltó irradiando molestia y se fue a su habitación como un toro enfurecido.

—Pedazo de enano, si me das problemas en el trabajo considérate despedido, te arrojaré a la calle con mis propias manos —gruñó.

El teléfono de Tony se escuchó sonar, pero antes de contestar la llamada, desde la sala de estar le gritó al otro.

—¡Piensa lo que quieras! ¡Eres un amargado hombre prepotente y presumido! ¡Lo que tienes de bonito lo tienes de bestia!

—¡Cállate enano latoso!

—No obedezco a mi hermana, menos a un mastodonte estúpido como tú.

Mauro ya no respondió nada más, por lo que satisfecho con su forma de defenderse, Tony contestó su teléfono.

—¡Hola, mi Dany favorito!

—¡Hola Tony! Te hablo muy rapidito, estamos por subir a un paseo en lancha. Dice Lenard que seas bueno con su amigo Mauro porque a veces tiene un poquito de mal carácter.

—Ya lo noté.

—Tranquilo, solo dale tiempo para adaptarse, sé bueno.

—Yo siempre estoy bueno —rió Tony.

—Tonto, bueno tengo que colgar.

—¡Espera!

—Dime.

—La renta que me dijiste que voy a pagar es muy baja y este lugar es muy grande y lujoso, creo que es muy caro.

—No te preocupes por eso, Mauro es muy amigo de mi Leny. Recién entró como donador para uno de los nuevos albergues que se instalaron en la ciudad. Él acordó con su amigo que lo que vas a pagar de renta es solo una formalidad, en realidad Lenard le pidió que te aceptara en su departamento.

—¿Y el señor gruñón aceptó tenerme así nada más?

—No exactamente, pero Leny lo convenció. Solo dale tiempo, a veces tiene un poquito de mal humor.

—¡¿Poquito?! —Exclamó con su voz burlona— Si parece que nació con un letrero de "Muéranse todos" tatuado en la cara.

—Menso, no me hagas reír, ya me tengo que ir —Dan se escuchaba feliz— ponte las pilas en tu trabajo nuevo, espero que aprendas mucho del Chef, él es muy bueno y muy talentoso, sé atento a todas sus indicaciones.

Lenard ya le había dicho eso cuando le avisó que ya estaba todo arreglado para su nuevo empleo.

—Ya se Dany, le pondré mi mejor esfuerzo. Me voy a ganar todas las estrellitas doradas y seré el mejor trabajador de mes.

—Perfecto. Es una suerte que tu jefe sea tu mismo compañero de departamento, estoy seguro que así aprenderás mucho más del Chef Mauro Cuevas. Ahora sí ya me voy, luego seguimos hablando ¡Te quiero! ¡Bye! —colgó.

—¿Mi jefe es Mauro? —Tony puso la mano en su frente, eso no lo sabía— Mierda.

—¿Mi jefe es Mauro? —Tony puso la mano en su frente, eso no lo sabía— Mierda

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Tony, chocolate y picanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora