Capítulo 1.- Conociéndose

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Con una gran sonrisa, Tony llegó a la gran ciudad, este lugar era hermoso

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Con una gran sonrisa, Tony llegó a la gran ciudad, este lugar era hermoso. Contento y con asombro caminó un rato por las calles buscando la dirección de su nuevo departamento.

Sus maletas eran algo pesadas, pero estaba tan emocionado de estar allí, que eso no le importaba.

Dan le envió la dirección de su nuevo departamento a su teléfono celular, con unas fotos de él junto a Lenard, estaban en un viaje romántico celebrando otro aniversario de bodas. Sus amigos lucían tan contentos que anhelaba algún día encontrar a su media naranja o aunque fuera un medio limón, el caso era encontrar a alguien con quién compartir su vida y que le llenara la panza de mariposas revoloteando como hormiguitas locas.

Una hora después de caminar por las calles, al fin llegó a la dirección anotada en su teléfono. Parpadeó algo incrédulo y revisó nuevamente la información.

Se imaginaba algo sencillo y de bajo presupuesto, ya que la renta que iba a pagar sería compartida con su nuevo compañero de trabajo, su nombre era Mauro, eso era todo lo que sabía hasta el momento. Lo que no sabía, era que iba a vivir en un edificio de lujo y enorme.

Con esa gran sonrisa subió los escalones al tercer piso y sin perder esa emoción tocó la puerta como un desesperado por lo que alguien la abrió de forma brusca.

—¡Hola! —Saludó Tony muy contento al que suponía que era el nuevo compañero de departamento.

El chico estaba de pie en la puerta de entrada, mientras el otro hombre lo miraba en silencio y con una mueca de desagrado.

—¡Yo soy Tony! —Extendió su mano sin perder su sonrisa— Soy tu nuevo compañero de departamento.

La mano de Tony seguía extendida, mientras con sus ojos hacía todo un análisis del cuerpo de su nuevo compañero. El hombre frente a él estaba muy bueno, vestía una playera pegada a su cuerpo, un pantalón deportivo, de tela color gris, estaba descalzo. Sus ojos eran verde claro, castaño y tenía una sexi barba de candado.

Tenía manos grandes y algo toscas, Tony lo supo porque tomó la mano que le ofrecía y con un gruñido gutural volteó su palma hacia arriba y estampó una llave color plateada.

—Solo instálate y no me molestes.

Luego dejó a Tony allí de pie en la puerta y se dio la vuelta.

—¡Espera! —Le llamó— ¿Tú eres Mauro?

Aquel hombre no dejó de caminar. Tony lo siguió por detrás hasta verlo desaparecer en lo que de seguro era su habitación.

—Sí —respondió su compañero antes de azotar la puerta.

—¡Eres un terrón de azúcar, cariño!

Tony insistió un par de veces tocando la puerta de la habitación de Mauro, pero como no la abrió decidió dejarlo pasar. Tenía mucho que hacer de todas formas, este departamento era hermoso, ya lo amaba, definitivamente su nuevo empleo era maravilloso.

 Tenía mucho que hacer de todas formas, este departamento era hermoso, ya lo amaba, definitivamente su nuevo empleo era maravilloso

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Tony, chocolate y picanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora