Capítulo 10.- ¿Celos?

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Al día siguiente, muy temprano, Mauro despertó extrañamente cariñoso e invitó a Tony a desayunar a su lugar favorito

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Al día siguiente, muy temprano, Mauro despertó extrañamente cariñoso e invitó a Tony a desayunar a su lugar favorito. La pasaron bien, fue la primera mañana en la que estaban sin discutir por nada, todo lo contrario, pasaron largas horas hablando sobre el restaurante y también de recetas de cocina.

Más tarde fueron a trabajar, llegaron temprano y Tony estaba emocionado, ya que el Chef le enseñó el menú especial que estaba preparando con tanto esfuerzo.

El tiempo pasó volando y llegó la hora de iniciar la jornada laboral. Mauro caminó hasta la mesa de siempre, igual que todos los días, dio las indicaciones a todo su personal.

Por el momento, rotaba sus actividades, dando a cada quien algo distinto para hacer, pues estaba analizando los puntos fuertes y débiles de cada uno de sus subordinados.

Esta vez, Tony quedó a cargo de las salsas y Wilson en la esquina opuesta, encargado de servir los platos. Hoy el Chef evaluaría quién era su apoyo más fuerte, si era Wilson o Nicole. Ellos eran los mejores que tenía en la cocina, eso hasta que Tony llegó. Ahora también tenía que considerarlo a él.

La jornada estuvo muy activa, comandas a cada rato, el lugar estaba lleno. No había tiempo de platicar ni de socializar entre ellos. Tenían que moverse a prisa para poder cumplir con el objetivo. Con dedicación y extremo cuidado Wilson preparaba cada plato que servía, tratando que la presentación gourmet de cada uno fuera perfecta.

Nicole y Tony no se quedaron atrás. Cumplieron al pie de la letra todo lo que se les indicó.

Cuando la jornada terminó, el Chef por primera vez felicitó a todo su equipo. Fue una felicitación bastante extraña, porque su gesto fue el mismo de siempre, serio y duro.

El pequeño castaño quería entender a su jefe. Toda la mañana se comportó diferente, feliz, en cambio ahora era don amargado de nuevo. Este hombre tenía más personalidades que un loco salido de un psiquiátrico.

Después de dar la felicitación más desmotivacional del mundo, el Chef se fue a su oficina.

—¿Tony? —Le llamó Wilson.

—Dime —sonrió.

—Hoy estuve practicando con unas galletitas. Te traje unas —seguían dentro de la cocina, pero Wilson ya estaba listo para irse, traía una mochila colgando en su hombro, la descolgó de su agarre y al abrirla buscó una galleta y se la dio al otro— quisiera saber tu opinión.

—¡Claro!

Tony la tomó y le dio una mordida. No quería ser grosero pero en realidad no estaba muy buena.

—Wilson... la verdad es que hay que seguir practicando —rió al decir su comentario.

—Gracias por ser sincero —respondió riendo también.

—Pronto mejorarás, no te estreses por eso.

Luego, inesperadamente, sin previo aviso se acercó y le dio a Tony un beso en la mejilla.

Tony, chocolate y picanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora