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La gente miente, todo el tiempo.

No hay ni un solo individuo que no haya mentido alguna vez. Incluso los bebés lo hacen para realizar sus berrinches y así conseguir lo que quieren.

Los humanos somos así, mentimos por diferentes razones.

Guardamos secretos. Pequeños o grandes.

Ya sea para ocultar algo importante, o para proteger a los demás.

Yo intentaba proteger a mi hermana. Pero para hacerlo, yo recibí todo el daño que ella pudo haber sufrido si hubiera sabido la verdad, todos estos años.

Pero, ojalá pudiera culpar a alguien vivo.

La mañana pasaba rápido, y de eso se percató Nathaniel después de haber estado toso el periodo distraído dibujando cualquier cosa

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La mañana pasaba rápido, y de eso se percató Nathaniel después de haber estado toso el periodo distraído dibujando cualquier cosa.

Aunque algo deslizado pasó por su mesa, haciéndolo despegar los ojos de la libreta, y viendo una pequeña bola de papel. La tomó extrañado, desdoblandola y leyendo en aquella nota "Necesito hablar contigo, veme en el parque después de la escuela. -J.".

Inmediatamente supo a quien pertenecía la nota. No era la primera vez que veía esa caligrafía plasmada sobre un papel arrugado. Miró de reojo a Juleka, quién se encontraba sentada en la mesa a su lado, mirando al frente y golpeando levemente la mesa con sus uñas pintadas con esmalte negro.

¿Cuál sería esta vez el problema?

Después de unas horas, la clase había finalizado. Todos tomaron sus cosas, caminando en dirección a la puerta.

El pelirrojo vió como su amiga se levantaba y caminaba junto a los demás, realmente lo iba a esperar en la fuente.

Suspiró pesadamente, tomando su mochila y su libreta, saliendo del aula.

Suspiró pesadamente, tomando su mochila y su libreta, saliendo del aula

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3:30 PM.

Realmente no sabia a que hora llegaría Juleka, no lo había mencionado en la nota.

-Si tenia tanta prisa debería haber venido aquí "saliendo de la escuela", no una hora después- se quejó para si mismo levantándose de la banca en la cual se había sentado para no quedarse esperando bajó el Sol.

Miró su teléfono, pensando si llamar nuevamente a la chica.

-¿Habrá pasado algo?- se cuestionó nuevamente, mirando al rededor.

Lo primero que paso por su cabeza fue ir a su casa, no tenia nada que hacer esa tarde y había avisado a sus padres que llegaría más tarde. Comenzó a caminar en dirección al muelle, jamás entendió por qué los Couffaine vivían en un barco, solo sabia que vivían ahí desde que conoció a Juleka.

Aunque había una razón, además de que Juleka fuera su única amiga, pues le había tenido compasión al siempre ser tan callado y reservado, que lo mantenía cerca de la joven.

Luka. Su hermano.

Aquel joven de tres años mayor que él abundaba en sus pensamientos. Que aunque nunca había tenido contacto con el desde cerca, aun después de tantos años de amistad con su hermana, siempre hablando un espectador de la vida del mayor desde su ventana.

Pero esa es otra historia que tal vez más adelante pueda explicarles mejor.

Sus tenis pisaron la madera del Liberty, entrando así a lo que era la casa de los Couffaine.

-Juleka, ¿Por qué no contestas mis llamadas?- preguntó en tono alto bajando las escaleras que daban pasó a la sala, que no falta destacar lo desordenada que estaba.

No hubo respuesta alguna. Anarka seguramente había salido a comprar algunas cosas, o eso podía señalar la pequeña lista de compras sobre la mesa junto algunos garabatos, que probablemente había olvidado, como era de costumbre.

Caminó hacia las habitaciones, tal vez su amiga estaría de nuevo en la suya escuchando música triste y odiando su "mala vida". Aunque algo lo detuvo, viendo la puerta del cuarto de Luka entre abierta.

Sabía que no era correcto entrar, pero al ver los pies del joven sobre la cama lo hizo pensar que estaba dormido. Solamente echaría un vistazo, jamás había estado tan cerca del guitarrista. En todas sus visitas, Luka permanecía en su habitación, normalmente tocando la guitarra. El sonido de las cuerdas se traspasaba por la pared de la habitación de Juleka en sus pequeñas reuniones, pero jamás se habían visto cara a cara.

Su mano empujó lentamente la puerta, rogando que el mayor estuviera dormido y así ahorrarse una incomoda escena de disculpas inventando que se había equivocado de habitación. Pero al ver a su pequeño amor prohibido con los hijos cerrados sobre la cama lo hizo sentir aliviado.

Entró en silencio, viendo la habitación detalladamente. Montones de posters de Jagged Stone y otras bandas de rock decoraban la pared.

El quejido del joven sobre la cama lo hizo mirarlo detenidamente. Aunque algo erizó su piel, el ver en el antebrazo de aquel chico, una jeringa.

Inmediatamente notó el frasquillo de dudosa procedencia sobre la mesa de noche. El antebrazo tenia un tono morado, casi del mismo tono que sus labios que parecían estar secos.

-¿Heroína...?- musitó confundido acercándose al chico- Luka, despierta...- comenzó a palmar su rostro el cual estaba boca arriba, intentando hacer que reaccionara.

Si algo bien recordaba de la clase de su profesora, aquella vez que les habían dado una platica acerca de drogas y sus efectos, es que si se trataba de heroína, no debían estar recostados boca arriba.

-Mierda, Luka vamos, debes girarte- se quejó intentando jalar su cuerpo para recordarlo de lado, pero era demasiado débil.

Cayó de rodillas después del esfuerzo, apoyando su cabeza sobre la cama ante su intento en vano.

Pero no duró mucho con la cabeza abajo cuando comenzó a escuchar extraños sonidos del mayor inconsciente.

-No, Luka- se levantó de nuevo, volviendo a jalarlo con fuerza.

El vomito subía por la garganta del chico, quién comenzaba a ahogarse con el mismo al no tener forma de salir de su boca.

-No voy a dejarte morir- dijo antes de logar girarlo, viendo como este soltaba aquel desagradable líquido sobre el piso de golpe, respirando de forma entrecortada.

Su piel estaba pálida y su labios tenían un espeluznante color morado ante la falta de sangre limpia en su sistema. Su cuerpo yacía aún sobre la cama, débil, intentando reincorporarse, aunque solo miró al pelirrojo quien lo observaba preocupado.

-Quién....- intentó formular cualquier palabra - ¿Quién eres...?

El menor se arrodilló frente a él, tocando su rostro pálido, Luka se veía demasiado mal, sus ojos azules lo veían casi sin vida, estaban vacíos. ¿Cómo había llegado a ese punto?

-Nathaniel...- susurró aliviado de haberlo salvado.

-Na...Nathaniel...- dijo lentamente desviando la mirada cansado.

Mess || Luka x NathanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora