Un viento agitado golpeaba intensamente las ventanas de mi cuarto como queriendo advertirme de algo, como si la lluvia tratara de sosegar este calor que ahora siento al recordar aquella noche sin luna, con la única luz que provenía de los destellantes relámpagos.
Ahí estaba yo, sin saber por qué, se me dio por escribir algo un tanto trágico y terrorífico, tal vez fue porque el ambiente me inspiraba un miedo sutil, el cual quería plasmar, o por la nostalgia de no haber escrito desde hace varios años atrás. Tomé un lápiz viejo que se encontraba en el cajón polvoriento que perteneció a mi familia desde el siglo XIX y solo lo usaba de adorno al lado de mi cama, prendí una vela y comencé el relato. Tiempo después algo extraño comenzó a recorrer todo mi cuerpo, mis manos poco a poco se desentendieron de mi mente, anotaba tantas oraciones que se fueron convirtiendo en párrafos sin final, era una sensación única, incómoda pero a la vez emocionante, como si una fuerza desconocida quisiera utilizarme para narrar una gran hazaña. Sin previo aviso la luz de la vela se extinguió dejándome en un vacío infinito de oscuridad, no me extrañó, puesto que me había acompañado durante varias noches, no pude leer lo que había escrito, tuve que esperar hasta el día siguiente.
Permanecí viendo el techo durante un corto tiempo, no recuerdo en qué momento me había quedado dormido. Unos minutos después un ruido me despertó exaltado, bajé a la sala, el manto de la noche sucumbió toda mi casa en una penumbra absoluta, me dirigí a la cocina, sentí un escalofrío que me estremeció hasta los huesos, aunque no tenía miedo, por el contrario sentía una adrenalina descomunal. Sujeté un cuchillo con demasiada firmeza entre mis manos para defenderme, sabía que nada estaba bien, una sombra fugaz me sorprendió, se deslizó velozmente saliendo por la puerta posterior, lo seguí con la mirada, descubriéndolo cuando entraba a la casa contigua, sin dudarlo fui corriendo tras esa criatura para evitar que atentara contra la familia que durante diez años lo había ocupado.
Ingresé sigilosamente, la puerta provocó un leve crujido al momento de cerrarse, las velas en la sala aún estaban encendidas, provocando una confusión en mi mente por las sombras que generaban al alumbrar los muebles y pequeñas estatuillas antiguas que decoraban la mesa central, la intuición me empujaba hacia la habitación más próxima, nunca me había fallado, obedecí de inmediato. Al entrar una figura bizarra, alta, esquelética, algo encorvada, con aspecto arácnido me observaba fijamente con unos ojos penetrantes que me estremecía el alma y una sonrisa siniestra que podría aterrar al mismísimo demonio, sujetó al pequeño que descansaba plácidamente, con una mano deforme que en lugar del dedo meñique portaba una garra más o menos de unos 30 centímetros, sin pensarlo me abalancé sobre esa silueta, lo apuñalé tantas veces como pude, guiándome únicamente con los gemidos y gruñidos que esbozaba con cada herida que le provocaba.
Cuando sentí que ya no luchaba lo solté, vi su cuerpo tendido en el suelo, inundado en un charco de sangre oscura y brillosa, me sentí aliviado, tomé al niño, lo acosté, extrañamente no se había despertado, pero no le tomé importancia, regresé a casa, me tumbé en la cama quedándome profundamente dormido con una tranquilidad que nunca antes percibí.
Un rayo de luz me iluminaba el rostro provocando que me despertara, me levanté, prendí el televisor, un titular de la noticia local, que más me pareció un Déjà vu, me paralizó: "Niño masacrado cruelmente por su vecino", un sudor frío y una sonrisa disimulada se me dibujó en el semblante, sin motivo alguno.
Busqué desesperadamente la hoja de papel en la cual había escrito el día anterior, lo leí, estaba plasmado, con tantos y exactos detalles todo lo sucedido esa noche, desde la vela que se apagó, hasta la lucha sangrienta con aquel ser, al cual, curiosamente, había dado un nombre. Al reverso del texto se dejaba notar una pequeña nota escrita al parecer con sangre que decía: "Gracias por saciar mi sed de matar... Atentamente TU ESQUIZOFRENIA".
Aprovecho estemomento de tranquilidad antes de cumplir la sentencia de muerte, para relataresta hórrida experiencia con el fin de advertirte que crear cuentos no es unjuego, debes tener mucho cuidado con lo que escribes, porque al final de todola mente es poderosa y la criatura que imagines puede resultar ser tú mismo otus más bajos instintos.
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Trastorno
HorrorColección de cuentos terroríficos con escenas grotescas y descriptivas.