Caminando hacia la nada ensimismado en sus pensamientos, Bruce pasaba su día. Apenas tenía para comer, y cargaba sus únicas pertenencias en su mochila. Cada día que pasaba, era más costoso conseguir comida. Cada noche era más complicada para acampar. A las afueras de la ciudad no quedaba ya nada, solo cenizas y escombros. Por suerte para los que vivían detrás del muro, había un lago de agua dulce a un kilómetro del muro, y allí podían ir a rellenar sus botellas de agua y sus cantimploras, y darse un baño. Pero había que tener cuidado, como había descubierto Bruce; el agua dulce de ese lago en grandes cantidades te podía enfermar. Su primera semana al otro lado del muro se la pasó a la orilla del lago con fiebres altas y sin poder moverse, tumbado en el suelo. En esa semana había agotado prácticamente todos los medicamentos que había en la mochila.
Para poder conseguir comida tuvo que ponerse a cazar como pudo, pero nunca le habían enseñado a cazar, y no conseguía nada que llevarse a la boca. De lo único que se podía alimentar era de los bichos que se encontraba por ahí. Al principio le repugnaban, pero ahora se había acostumbrado a su sabor y su viscosidad, y aun que le seguían sin agradar, al menos era algo con lo que llenar el estómago.
Para poder comer algo de carne se había tenido que dedicar a hacer trabajos por las barricadas, que colindaban con el muro. No eran trabajos buenos, pero al menos te calmaban el hambre unas horas.
Cuando no tenía qué hacer, se dedicaba a dar vueltas por los alrededores del muro, tratando de buscar la forma de volver dentro de la ciudad.
En su mochila solo tenía una vieja manta con la que se hacía un camastro todas las noches, una botella con algo de agua, y un par de paquetes de galletas saladas que guardaba para caso de emergencia.
No sabía exactamente cuanto tiempo llevaba allí, pero sabía que al menos dos meses. No tenía forma de saber cuantos días pasaban, ni tenía sitio donde apuntar el paso de los días.
A veces intentaba hablar con las personas de las barricadas, pero eran personas muy cerradas, y nadie le daba respuestas a sus preguntas. Solo recordaba el vídeo que le habían enseñado antes de echarle fuera de la ciudad, contándole que era una persona peligrosa para la sociedad de dentro del muro, y que quedaba desterrado por ello. Todos sus recuerdos habían sidos extirpados de su cerebro, y habían reducido todas sus posibilidades de vivir a una. Justo después de ver el vídeo se quedó dormido, y al despertar, allí estaba, fuera del muro y con el sol abrasándole la cara. Junto a él estaba la mochila que llevaba con algunas cosas dentro para su supervivencia.
Por más que trataba de recordar, no conseguía nada. Solo se acordaba del tío que le había echado de una patada por el muro, y ya está. Junto con el vídeo, esa era toda la vida que recordaba de antes de vivir fuera del muro.
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Programados
Science FictionTodo lo que hagas o digas. Todo lo que pienses o veas. Todo lo que quieras u odies. Todo será registrado en tu chip. Programdos trata de una sociedad distópica, en la que controlan a la poca humanidad que queda con chips implantados en su cuerpo.