Sentada a la mesa de su habitación, Carolina dedicaba las horas muertas a dibujar. Dibujaba árboles, bosques, lagos, todo tipo de paisajes rurales, aunque a veces también dibujaba edificios. Para ella era fascinante pensar en cómo se habían construido, y ella misma trataba de representar cómo lo había construido mediante sus dibujos. Le gustaba imaginarse los mecanismos que habían usado para elevar cada piedra hasta las alturas. A veces se imaginaba que habían sido unos gigantes los que los habían construido, a veces se imaginaba que habían llevado los ladrillos en avión.
Tenía deberes que hacer, pero prefería seguir dibujando, odiaba los deberes. Su padre siempre le decía que era una afortunada, ya que no todos los niños de la ciudad podían estudiar. Pero ella no se veía nada afortunada. En realidad había sido suerte que ella pudiera estudiar, y tener esa vida. También debía de sentirse afortunada por poder vivir, muchos niños perdían la vida antes de llegar a su edad. También tuvo suerte de ser adoptada, muchos niños de su orfanato murieron el mismo día en el que a ella la sacaron de allí. Muchos de los niños que estaban con ella eran ilegales y por ello les echaron de la ciudad. En el orfanato intentaban protegerlos, pero lo único que consiguieron fue retrasar lo que tenía que pasar. Nadie se les escapaba a ellos. Eran implacables, aun que se tratase de niños.
Y por eso Carolina dibujaba. Dibujaba y sólo dibujaba. Era lo único que la distraía. Echaba de menos a todos sus amigos, y los echaría de menos durante toda su vida, a la mayoría los echaron fuera de la ciudad.
Acordándose de sus amigos la invadió la rabia, no pudo contenerse, y rompió el papel en mil pedazos y lo tiró a la basura. Sus ataques de rabia eran bastante frecuentes al principio de vivir con el General, pero poco a poco lo iba superando, ya habían pasado unos meses y cada vez parecía más un sueño lo que había vivido en el orfanato que la realidad.
A veces le dolía la mano del chip; para poder darle una vida nueva en su nueva casa, tuvieron que cambiárselo por otro limpio y nuevo. Y aún le dolía la cirugía a veces. Al menos no le dejaría una cicatriz espantosa, como había creído ella cuando se vio la marca de la mano.
A veces repasaba la marca con la yema de los dedos, le hacía recordar quién era y de donde venía. Le gustaba su vida nueva, pero no quería dar la espalda a sus orígenes, no se quería olvidar de lo duro que había sido a veces vivir.
Ella había sido de las que más suerte habían tenido en el orfanato, pero aún así había tenido que hacer cosas de las que no se enorgullecía para nada.
Debió de pasar por lo menos una hora pensando en el orfanato mientras se acariciaba la cicatriz, porque ya había anochecido y pronto le saltaría la alarma de las 8 y media para bajar a cenar.
Guardó sus cosas de dibujo en la cajonera y se puso un vestido rosa con lacitos beige junto con unos zapatos rosas a conjunto con el vestido.
Para cuando se iluminó la pantalla de su chip, ya estaba en la puerta de la habitación preparada para bajar, al general le gustaba la puntualidad y la obediencia.
Por el pasillo no se cruzó con nadie del servicio, estarían todos atendiendo al general y preparando la cena y el baño para después.
Bajó los peldaños de las escaleras de tres en tres, tenía ganas de ver al General y escuchar sus historias.
El General ya estaba en el comedor, como de costumbre. Era un hombre que aparentaba unos 60 años, pero Carolina sabía perfectamente que era mucho más mayor, aun que no le hubiera dicho nunca su edad. Carolina sabía que había pagado varios rejuvenecimientos, y por ello aparentaba la edad que aparentaba. Carolina no había conocido a nadie que se hubiera rejuvenecido nunca, pero sabía perfectamente que se podía hacer, y lo caro que era. Te podía costar una vida entera, y no quería ni imaginar cuánto habría pagado ya el General.
Con un gesto de la mano, el General le indicó a Carolina que se sentase a la mesa. Ella, obediente, se sentó de inmediato.
- Cómo ha ido la tarde?- Preguntó él mientras la miraba fijamente a los ojos con sus fríos ojos violetas.- Has hecho algo productivo hoy ?
- Si, señor, he hecho mis tareas y he estado dibujando por la tarde.- Al principio a ella le daba miedo mirarle a los ojos, pero con el paso de las semanas había descubierto que era mucho mejor sostenerle la mirada, pero nunca desafiante.- He dibujado un paisaje de como creo que debe de ser un bosque.
-Un bosque ? Ja, pamplinas.- El General rió sin reir, detestaba que Carolina se quedara las horas muertas perdiendo el tiempo en dibujos absurdos.- Bueno, si eso te sirve para dejar de pensar en esas chorradas del orfanato, está bien. Pero solo por ahora. Más adelante te apuntaré a una academia de dibujo para que aprendas a dibujar cosas de utilidad.
- Si, señor.- Carolina nunca se mostraba en desacuerdo con el General, ni le llevaba la contraria, solo servía para que él se enfadase y la castigara. A parte de ganarse una charla de la cantidad de chorradas que ella hacía. Así que Carolina había decidido callarse y hacer lo que el dijera, y lo que tuviera que ser, sería.- También he dibujado algunos edificios, de muchas formas y tipos diferentes. Si al señor le place, podría enseñarselos.
- Con eso ya nos vamos entendiendo, eso si que es productivo. El día de mañana podrías llegar a ser arquitecta, o diseñadora. Te podría meter en un cargo alto en alguna buena compañía.- El General la miró un momento más, y miró a una de las criadas que estaban esperando al lado de la puerta.- Ya podéis traer la comida- Volvió a mirar a Carolina- Después de la cena veré tus dibujos, Carolina.
La cena se sucedió como siempre, pocas palabras y un gran silencio cada poco tiempo. A Carolina le había costado acostumbrarse a tanto silencio. En el orfanato siempre había mucho ruido, y ver que allí había tanta calma la hacía sentir que no era su casa, que no encajaba.
Una vez terminaron de cenar, subieron a su habitación, y Carolina le enseñó los dibujos de edificios que había hecho, y al General parecieron gustarle, a pesar de que no hizo ningún gesto, ni de satisfacción ni de desagrado.
Cuando se huno marchado el General, Carolina se sentó al escritorio a dibujar de nuevo para distraerse durante un rato más antes de irse a dormir. Esta vez dibujó el orfanato tal y como lo recordaba.
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Programados
Fiksi IlmiahTodo lo que hagas o digas. Todo lo que pienses o veas. Todo lo que quieras u odies. Todo será registrado en tu chip. Programdos trata de una sociedad distópica, en la que controlan a la poca humanidad que queda con chips implantados en su cuerpo.