Ya había avanzado prácticamente toda la mañana, y era hora de buscar comida. Bruce desmontó su tienda de campaña y se puso manos a la obra. Caminó un rato hasta el lago para rellenar la botella de agua.
En el lago se encontró con una mujer que parecía asustada, miraba a todas partes y se limpiaba un brazo ensangrentado.
Bruce recordaba lo que era eso. No sabías que había pasado, no sabías donde estabas, tenías una herida en el brazo y no sabías por qué. Lo único que intentabas era solucionar las dudas y sobrevivir. Y Bruce aún no sabía qué era más difícil.
Bruce trató de acercarse a la mujer para ayudarla, pero ella en cuanto le vio, salió corriendo en dirección al bosque.
Bruce se quedó un momento mirando donde había estado la mujer, y vio que se había dejado vendas y curas a la orilla del lago. Se acercó rápidamente a cogerlo todo. Eso sí que había sido suerte. Para la mujer, olvidarse aquellas cosas allí podría significar la muerte por la infección de una herida mal curada; pero para Bruce significaba volver a tener ciertas seguridades.
Guardó todo en la mochila rápidamente, rellenó su botella de agua, y se puso otra vez en marcha.
Hoy iría a las barricadas, no tenía ganas de tratar de cazar de nuevo. Quizá buscase a alguien que necesitara siempre a un chico joven a su lado a cambio de algo de comida.
Bruce era realista y sabía que era difícil conseguir algo como lo que buscaba, la comida era limitada y nadie querría tener que hacerse cargo de un chico joven, pero algo tenía que intentar.
Las barricadas estaban cercadas por unas barreras hechas con los desperdicios de la ciudad, y las únicas puertas que había para entrar y salir, estaban bien vigiladas día y noche. Las barricadas, en general, eran un pueblo construido a base de los desperdicios de la ciudad. Estaban controladas por un clan que mantenía el orden dentro. Fuera de las barricadas podías hacer lo que quisieras, pero dentro todo estaba lleno de controles. Les llamaban las barricadas precisamente por eso. Nadie podía entrar fácilmente y era el único punto relativamente seguro que había fuera de la ciudad.
Bruce se puso a en la fila del control, era todos los días igual. Si no ibas temprano, luego tenías que esperar mucho tiempo fuera, hiciera viento, calor o lluvia.
Cuando llegó al control, uno de los guardias le exigió ver la mochila, mientras que otro le cacheaba. Siempre miraban todo minuciosamente.
Algo que le chocaba a Bruce, era que siempre le miraban el antebrazo izquierdo, pero nunca le habían querido decir el por qué.
Una vez le devolvieron la mochila, y hubo pasado el control, le abrieron las puertas de la "ciudad".
Dentro era fácil encontrar comida, lo que era difícil era pagar su coste. Todo funcionaba por trueques, y allí podías encontrar un poco de todo. Había gente que se dedicaba a recorrer el vertedero de la ciudad todos los días y rebuscar para vender lo que encontrasen. Había puestos que sólo tenían cacharros para quien tuviera la suerte de haberse construido una casa, y había puestos que te vendían pieles de animales para el invierno.
Bruce recorrió la barricada buscando algún puesto en el que pudieran buscar a un chico, pero en todos le mandaron a paseo.
Otro día más que no conseguía nada.
Ya había perdido toda la esperaza, cuando una idea fugaz recorrió su mente. Fue tan rápida y espontánea su elección, que no tuvo tiempo ni de replantearsela y recapacitar. Cuando se dio cuenta, estaba delante de uno de los chicos de seguridad de la barricada. El chico al ver a Bruce parado delante de él, levantó el arma y le apuntó directamente a la cabeza.
- Y tú que coño quieres ?- Miraba a Bruce a los ojos con una fiereza que no era digna de la edad que parecía tener.
Bruce se quedó durante un instante paralizado sin saber qué decir. El chico, al ver su indecisión, le acercó más el arma a la cabeza, con el dedo en el gatillo listo para disparar. La gente que pasaba por la zona ni les miraba, era como si fueran invisibles.
- No te lo volveré a preguntar otra vez más. Así que, o respondes ahora o tendrás problemas serios.- El chico seguía mirándole con la misma fiereza y con algo de furia.- Chico, no agotes mi paciencia.- Y giró el arma tan rápido que no le dio tiempo a Bruce a reaccionar, y le dio con la parte trasera en la cabeza, haciéndole una brecha en la cabeza.
Si Bruce ya estaba asustado antes del golpe, ahora ya no podía ni parpadear del pánico que sentía. Sólo fue capaz de abrir mucho los ojos y la boca, pero sin articular palabra.
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Programados
Science FictionTodo lo que hagas o digas. Todo lo que pienses o veas. Todo lo que quieras u odies. Todo será registrado en tu chip. Programdos trata de una sociedad distópica, en la que controlan a la poca humanidad que queda con chips implantados en su cuerpo.