Equilibrio

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«Estoy perdiendo la cabeza»

Llegó a esa conclusión mientras recorría el camino de vuelta al apartamento.

«Si es que nada de lo que me ha pasado hoy tiene sentido macho»- Se decia a la par que jugaba con la fina tela de su camiseta.

La enrrollaba, la anudaba y despues deshacía el nudo.

«primero me desmayo de la nada y, cuando quiero darme cuenta, mi medico resulta que es una especie de... brujo vudú al que le sale musica del pecho...»

Volvió a repetir el proceso: enrrollaba, anudaba y deshacia; solo que cada vez estaba mas nervioso y jugar con la tela ya no le ayudaba a calmarse.

Dejo salir una pequeña y sarcástica sonrisa mientras giraba la esquina de su calle.

«Diga como lo diga, me sigue sonando igual de mal; no tiene ninguna explicación»

Se llevó la mano al bolsillo para sacar las llaves y abrir la entrada del portal

Ya dentro, pulsó el interruptor para llamar al ascensor; no tuvo que esperar mucho ya que, apenas unos segundos después, se abrieron las puertas y el joven ingresó dentro.

«Bueno, si que tiene una explicación aunque no me guste»

Presionó el boton del tercer piso y esperó a que el ascensor subiese.

«Estoy loco»

El elevador ascendía rápidamente emitiendo un estridente ruido metálico.

«Estoy jodidamente loco»

Una vez fuera,se acercó a la puerta de madera de su piso y la abrió con lentitud.

Se quito el abrigo negro y lo colocó con cuidado en una de las sillas blancas que se encontraban alrededor
de una mesa del mismo color

Se paró a contemplar la estancia; el dia anterior, cuando llegó, necesitaba despejarse un poco, asique no mostro mayor interes en investigar aquella sala; y menos aun a las doce de la noche.

Pero ahora, colocado en el centro del salon, lo veia mejor y le desagradaba.

Delante suya; una alfombra negra y el sofá blanco sobre el que durmió en frente de la televisión que descansaba en la pared.

A su derecha, las ventanas; tan limpias que parecian no tener cristal.

A su izquierda, las sillas y la mesa que no tenian ni una mota de polvo.

Y detras de él, nada

Casi media estancia se encontraba vacia, y la otra media le angustiaba.

Demasiado blanco

«Me recuerda al hospital»

Y solo ese pensamiento fue suficiente para que se quisiese pasar lo que quedaba de día acurrucado en una esquina de la zona sin amueblar.

Unas grandes manos le taparon la visión, interrumpiendo el hilo que seguian sus pensamientos y sacandolo de la ensimismacion.

-¿Quien soy?

Reconoceria esa voz en cualquier lugar, después de tantas charlas telefonicas hasta la madrugada, se le habia quedado grabada en lo mas profundo de su subconsciente.

-¿Mi...Miguel?-sabía que era él; aun así, necesitaba convencerse de que esto era real, de que no era su propia mente la que le estaba causando estragos otra vez.

-¡Correcto!- contesto con una sonrisa apartando sus manos y dejando que el menor se girase para verlo de frente antes de continuar hablando.

-Ven aqui a recibir tu premio anda

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