Branko:La noche de la fiesta había terminado siendo una sorpresa. No esperaba encontrarme a Meissa Tucker subiendo al auto de Derek junto a Sedona. No era parte del plan, ni mucho menos. Fue una casualidad que me descolocó un poco. No es que no supiera quién era al contrario. Derek hablaba de ella a veces, mencionaba que era amiga de Sedona, la chica con la que compartía clases. Pero verla de cerca, ahí, en el asiento trasero del auto, fue otra historia, nunca me había detenido realmente a observarla. Y ahora que lo hacía, me daba cuenta de que había algo en ella que no podía ignorar.
El viaje transcurrió en silencio, o al menos en mi cabeza lo hizo. Derek y Sedona hablaban sin parar, bromeando como si nada, mientras yo, en el asiento del conductor, no podía evitar mirarla de reojo por el retrovisor. Ella estaba tranquila, o al menos eso aparentaba. Mantenía la vista fija al frente, el cabello castaño claro cayendo por sus hombros, y la luz tenue del auto iluminaba sus ojos celestes de una manera que me hacía imposible apartar la mirada. Esos ojos parecían llenos de determinación, y había algo en su forma de ignorarme que me intrigaba.
La luz tenue del auto destacaba las pocas pecas que adornaban su cara, un detalle que me resultaba hipnotizante por alguna razón que ni siquiera entendía del todo. No se parecía a ninguna chica con la que había salido antes. No era como las que me seguían al final de los entrenamientos o las fiestas, con esas miradas fáciles y sonrisas que no ofrecían resistencia. Ella parecía... fuera de mi alcance. Y eso, jodidamente, me intrigaba.
Era alta, con un cuerpo que llamaba la atención sin siquiera intentarlo. Las piernas largas cruzadas mientras se acomodaba en el asiento trasero me hacían pensar en cualquier cosa. Llevaba una simple chaqueta encima, pero aún así se notaba la elegancia con la que se movía. No pude evitar sonreír para mis adentros; parecía inmune a mi presencia, y eso me daba aún más ganas de descubrir qué pasaba por su cabeza.
Cuando llegamos a su residencia, bajó del auto sin despedirse realmente. Vi cómo murmuraba algo por lo bajo mientras cerraba la puerta con más fuerza de la necesaria. Una sonrisa apareció en mi cara, aunque no estaba del todo seguro de por qué. Quizás porque había algo en ella que me hacía querer saber más, que me daba ganas de ver qué más había debajo de esa actitud fría que parecía mantener hacia mí.
—Esa chica te odia —bromeó Derek al ver mi expresión.
—¿Odiarme? Nah, respondí con una risa suave, echando una última mirada.
La semana siguiente fue una rutina de entrenamientos y clases. Las mañanas comenzaban temprano, con una corrida por el campus antes de que el sol saliera del todo. El aire fresco y la soledad de esas primeras horas me ayudaban a despejar la mente y centrarme en lo que realmente importaba. Sabía que si quería cumplir mi sueño tenía que darlo todo, no había espacio para distracciones.
Cada día era igual: correr, entrenar, ir al gimnasio, repasar jugadas con el equipo. A veces, después de entrenar, me quedaba solo en el estadio. El silencio era absoluto, pero en mi mente, podía escuchar los gritos de miles de personas, las luces del estadio iluminando cada jugada, cada movimiento. Sabía que podía llegar ahí, sabía que tenía lo necesario, pero también sabía que nada de eso iba a ser fácil.
Aun así, las distracciones llegaron de una forma u otra. Estuve viéndome con una chica, nada serio. Solo diversión. Ella era atractiva, y lo pasábamos bien juntos. Cuando estábamos en la cama, todo fluía. Pero, en cuanto terminaba, la sensación desaparecía. No era más que eso: un escape temporal. Pero no llenaba nada en mí. A veces me preguntaba si algo o alguien realmente podría hacerlo.
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La jugada perfecta
Storie d'amoreSUBO CAPÍTULOS 2 VECES A LA SEMANA. ESTOY MODiFICANDO ALGUNAS COSAS! Branko Mayer es la estrella del equipo de fútbol americano de la universidad, decidido a convertirse en jugador profesional. Su popularidad y apariencia le han otorgado la fama de...