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*Continuación "Dope"*

— ¿Dónde estabas? — dijo Near, matandome con la mirada.
— Nah, ya sabes — subí y bajé los hombros — De fiesta, como siempre.
— No me sorprende — puso los ojos en blanco — Gevanni, empaca tus cosas y las mías, que nos vamos de aquí.
—E-espera... ¿Qué está pasando? — me dejé caer con pesadez en una silla — Todos van de un lado a otro, con cosas en los brazos ¿no me digas que los despediste?
— No, de hecho, es algo peor — él también tomó asiento frente a mi y jugaba con un mechón de su cabello — ¿Recuerdas aquel grupo de narcotráfico que estábamos investigado hace unos días? — asentí — Bueno, te pedí que les enviaras un mensaje como respuesta a sus amenazas...
— Ve al punto, que me estás poniendo nervioso.
— Esa noche se te olvidó bloquear el IP de la computadora. Ahora, saben dónde estamos ubicados — me puse pálido en cuanto terminó la oración.
— E-espera... Entonces, ¿por mi culpa está pasando esto?
— No quiero sonar rudo, pero si.
— Y ¿Que acaso ese no es uno de los carteles más peligrosos de...
— ¿Estados Unidos? — interrumpió — Si, por eso, tenemos que irnos ahora. No sabemos desde cuándo conocen nuestro paradero, podrían estar aquí en cualquier momento.
— Y-y ¿a dónde voy a ir? No pienso poner un pie en Wammy's otra vez, me llevarían a un psiquiátrico o algo. — Bueno, piensa en algo que esté lo suficientemente lejos, algún lugar que conozcas — Solo podía pensar en un lugar y no era de mi agrado; de pensarlo, el estómago se me revolvió.
— ¿Cuánto tiempo estaríamos fuera?
— Unos meses, en lo que los atrapamos o los atrapan — suspiré frustrado y puse los ojos en blanco.
— Tokio, Japón — metí las manos en mis bolsillos — Es el único lugar que conozco... Por desgracia.
— Vaya, es bastante lejos — Near dijo irónicamente — Bueno, prepara tus cosas, incluyendo tus medicamentos. Yo te llamaré cuando todo esto haya acabado.

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Tomé un avión hacia Japón y, después de unas largas y tediosas horas, llegué a mi destino: Tokio.

Llevaba años que no pisaba este lugar, por poco olvidaba el lugar dónde había nacido.

Mello, ojalá pudieras ver esto. Los edificios, los colores, la gente, el ruido... Ojalá pudieras conocer mi mundo.

En fin, ¿Por qué precisamente vine aquí?, bueno, me parecía que tenía una cuenta pendiente con dos basuras, perdón, personas: Duayne y Akiko. Si, los dos imbéciles que son mis padres biológicos y prefirieron dejarme en un orfanato antes que lidiar conmigo

No tenía donde quedarme, así que sería un buen pretexto para estar en esa casa en la que crecí y joderle la vida un poco a mis padres... Que hermoso suena eso. Si no accedían a admitirme en la casa, tengo un par de buenas amenazas contra ellos.

No podrán decirle que no a su único y adorado hijo.

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Un viejo decrépito abrió la puerta de esa enorme casa de mi infancia, un hombre pelirrojo pero lleno de canas, extremadamente delgado y ojeroso, con tremenda cara de vagabundo... Qué pena me daba este tipo, la verdad.

— Buenas tardes — dijo con voz rasposa.
— Jo-der, pensé que te verías mejor que esto, Duayne — coloqué la mano en la cintura mientras reía un poco.
— ¿Te conozco?
— Ya no — coloqué un cigarrillo en mi boca y lo encendí — Soy Matt, un  placer.
— Creo que no te recuerdo, Matt — extendió su mano y la estrechó con la mía.
— Oh, lo siento, llevan tanto llamándome así que ya no sé ni mi nombre real — volví a reír — Mail, Mail Jeevas — hubo una pausa de unos segundos.
— ¿Q-qué haces aquí? — maldición, ojalá hubieran visto como su rostro se tornó completamente pálido.
— Vine de visita — lo empujé hacia un lado, entré directamente a la sala de estar con todo y mis maletas. Todo era casi igual como la última vez que estuve aquí, solo que con menos muebles— ¿Y Akiko?.
— Está en el trabajo.
— Se ve más vacía la casa que hace 13 años. Ya no ganas el mismo dinero que antes, ¿eh, Duayne?.
— ¿Qué es lo que quieres? — dijo molesto.
— Me quedaré aquí un tiempo. No tengo donde vivir ahora, así que... Parece cómodo este lugar — me senté plácidamente en el sofá.
— ¡Oh, no! — gritó — ¡Por supuesto que no!
— ¡Ay, querido padre! — reí irónicamente — No te estoy pidiendo permiso, lo haré de todos modos. Si no, me encargaré de denunciarlos por haberme abandonado en el orfanato.
— Te equivocas — sonrió — El orfanato sabía que no íbamos a regresar por ti. Tú eras el único idiota que creyó tal cuento. — Ya lo sospechaba, era tan obvio el por qué no querían decirme a donde fueron mis padres. Quedé en silencio un momento.
— No creo que hayan sido tan estúpidos como para no haber cambiado las escrituras de la casa, ¿O sí?. — su sonrisa se borró por completo — Si mal no recuerdo, esta casa está a mi nombre, ¿no?. Denle gracias al cielo que no soy yo quien los saca a patadas de aquí.
— Si es necesario, te demandaré, pero no te quedarás aquí — estaba rojo de ira.
— ¿Estás seguro? — hice pucheros sarcásticos — No quisiera tener que dejarlos humillados y en la calle, eso rompería mi corazón. No puedo hacerle eso a mis padres — hubo un silencio abismal dentro de esa casa, la cara de Duayne era inexpresiva.
— Llamaré a alguien para que te saque de aquí — tomó el teléfono y, justo antes de que marcara, saqué mi arma y le apunté directamente a la cabeza.
— Oh no, no lo harás.
— ¡¿Estás loco?! ¡Baja eso!. — Dios mío, que cara de susto tenía.
— Me basta apretar ligeramente el gatillo para acabar contigo y, sinceramente no me molestaría — me habían enseñado a usar armas en el pasado, pero jamás había lastimado a alguien; ese día podría haber hecho una excepción.
— ¡Solo me estás dando más motivos para llamar a la policía!
— Oh, inocente criatura... — reí sonoramente — ¡Técnicamente yo soy la policía! He trabajado al lado del FBI, la DEA y la CIA por dos años seguidos; me es súper sencillo asesinarte y eliminar cualquier rastro de evidencia de que estuve aquí.
— Mientes.
— Lamentablemente no tengo como probartelo, pero si gustas averiguarlo... — disparé a una pared que estaba detrás, justo a unos centímetros de su cabeza, dió un pequeño respingo — ...Yo encantado de enseñarte. — Todo se quedó en silencio, tenía una horrible cara de terror que daban ganas de reírse.
— L-la que era tu habitación ahora es una biblioteca... — tragó saliva — ...pero si gustas, puedes quedarte en el cuarto de visitas que está en el segundo piso.
— Me gusta esa respuesta — sonreí, guardé el arma, me levanté del asiento y tomé mis cosas, dirigiendome a las escaleras, no sin antes advertirle — Hackearé todos los aparatos electrónicos de esta casa. Si tratas de alguna manera contactar a emergencias, algún tipo de autoridad o incluso a un conocido con el fin de sacarme de aquí, mi teléfono sonará y podré escuchar o leer todo; además, me encargaré de que quedes en la calle... — subí las escaleras — O tres metros bajo tierra, lo que pase primero. — Obviamente no lo iba a matar ni de broma, por dos razones: 1- De alguna u otra forma, la ley va a dar conmigo, 2-  Me voy a arrepentir de decir esto pero... Es mi padre, quiera o no. Llegué a extrañarlo un poco.

Pero aún así, esto se pondrá divertido.

F*ck Feelings (TOE segunda temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora