Quien mató a Kaila

Capitulo 7

14/01/2020. 4:30

Arthur:

Comenzaba a parecer un estúpido ahí sentado, sorbiendo su tercera taza de café y mirando al móvil como si los mensajes ya leidos por quinta vez fuesen lo más interesante del mundo. La paciencia del chico comenzó a rozar su límite, y justo cuando se levantaba ya, mosqueado consigo mismo y su maldita curiosidad, la puerta de la cafetería se abrió, apareciendo tras ella una mujer de porte elegante enfundada en una falda de tubo y subida a unos tacones negros lo suficientemente altos como para tener que doblar el cuello para mirarle la cara.
Cuando la mujer, que no había visto jamas, se acercó a él a paso ligero e imponente, Arthur automáticamente pensó que debía tratarse de una equivocación. Sin embargo, no lo era, y cuando la mujer se sentó junto a él con una sonrisa de porcelana sobre los labios, se quedó mudo. Era tan guapa que por un momento se le olvidó respirar, solo cuando ella llegó a su altura y habló, el fue capaz de tomar aire de nuevo, saliendo del hechizo.

-Arthur ¿Verdad?- Ronroneó ella extendiendo su mano para que él la agitase. Era extranjera, arrastraba las eses como si su lengua jugase con ellas.-Me alegra que acudieses a la cita aunque la forma de concertarla haya sido un poco... rudimentaria.

Tomó asiento frente al chico, cruzando las piernas elegantemente y posando ambas manos entrelazadas en la mesa de madera. Arthur no sabía que decir, quizá no tuviese que decir nada, solo escuchar, al fin y al cavo, era ella quien lo había llamado a él. Tragó saliva intentando calmar el latido de su corazón, aquella situación era lo más cercano que había vivido nunca a encontrarse en una película de cine negro. 

-Mi nombre es Anette Vial y estoy al frente de la investigación del caso de Kaila.-Arthur tuvo que contener un suspiro, solo era una inspectora.-Me gustaría hacerte un par de preguntas sobre lo que viste, si no es mucho inconveniente.

Los ojos turquesa de la mujer se clavaron en Arthur y él solo pudo responder con una negación muda, agitando la cabeza. 

-Tendré que grabar esta conversación, así que necesito tu consentimiento para hacerlo, firma estos papeles, por favor.-La inspectora sacó una pequeña grabadora, unos documentos y un bolígrafo. Arthur firmó con las manos temblorosas en aquellos puntos donde se requería su firma. Estaba tan nervioso como si fuese él el culpable, trató de calmarse pensando que era algo completamente normal.

A partir de ese momento comenzó la ronda de preguntas, nada fuera de lo común; preguntó sobre la hora, sobre lo que vio, que estaba haciendo él, en que calle pasó... La mujer hizo especial hincapié en que Arthur diese hasta el más mínimo detalle, y en saber si él había visto algo fuera de lo común. Por supuesto, para Arthur toda aquella situación, desde la persecución hasta la propia chica, eran algo fuera de lo común, y la mujer no le dio ninguna pista sobre lo que se supone que él debería haber visto, así que no supo a que agarrarse. Aquello duró al rededor de una hora y el rostro de la mujer mantuvo la misma expresión durante todo el proceso, sin cambiar en ningún momento. Lo que al principio le pareció una sonrisa amable, comenzó a tornarse en una expresión bizarra y enrarecida al estar mantenida durante tanto tiempo, y Arthur no tardó en sentirse terriblemente incómodo. Por eso, cuando la mujer por fin apagó la grabadora y se levantó, él sintió que se iba a desmayar del alivio. Toda aquella situación había ido tomando un tono cada vez más extraño según pasaba el tiempo, y cuanto más vueltas le daba Arthur en su cabeza, más turbio le resultaba todo. Sin saber por qué, se encontró a si mismo contando los segundos para perder de vista a aquella mujer.

-Ha sido un placer hablar contigo Arthur, has sido de gran ayuda.-Dijo ella extendiéndole la mano. Cuando él la tomo educadamente para dar por finalizado el encuentro, ella tiró bruscamente de su muñeca obligándole a agachase, y acto seguido le dio dos besos en la mejilla. Arthur se quedó tan turbado que no supo como reaccionar hasta que la mujer salió por la puerta de la cafetería, dejándolo confuso y con los pelos de punta.