Parte 5

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—¡El mensajero! ¡Soy el mensajero! —gritaba el hombre saliendo del elevador.

Había logrado esquivar a los guardias e ir directamente al piso donde Lena se encontraba. Todos los presentes giraron a verlo aterrorizados, el sujeto estaba sucio y sudaba en exceso, llevaba puesto un chaleco extraño y en una de sus manos un dispositivo pequeño. Avanzó por el pasillo hacia la oficina principal gritando las mismas palabras. Nadie se le interpuso en el camino, sólo bastaba ver su apariencia para deducir que se trataba de un loco. Sus gritos se intensificaron con desesperación.

—¿Qué está sucediendo? —Lena se levantó de su escritorio, James la siguió.

Ambos salieron de la oficina sorprendidos al ver lo que estaba pasando.

—Soy el mensajero, el mensajero soy yo—el volumen de su voz bajó al ver a Lena frente a ella—. Señora Luthor

Dio un paso al frente con intenciones de acercarse, James se colocó frente a Lena en modo protector, vio a su alrededor y con una mirada intentó calmar a todos los presentes. Volvió la mirada de nuevo al hombre y observó que cargaba un chaleco con explosivos y sostenía lo que parecía ser un detonador.

—¿Qué necesitas? —dijo Lena.

—Yo... Soy... El mensajero —repitió esta vez con cansancio.

—Entiendo, ¿tienes un mensaje para mí? —cuestionó la pelinegra, pasando al frente de James.

—Lena, no te acerques. Es peligroso —le advirtió.

—Está bien, ella está aquí —respondió en un susurro, James asintió—. ¿Cuál es tu nombre?

—Mensajero... Sólo soy el mensajero... —su voz se rompió—. Yo... Lo siento señora Luthor, no tuve opción.

Inesperadamente, el sujeto empezó a llorar. Todos en el piso se miraban entre sí, no entendían que sucedía.

—Está bien —Lena suavizó su voz, la misma que usa cuando Kara tiene pesadillas de su planeta explotando o de los fantasmas que ha recopilado por sus batallas—. ¿Qué te parece si dejamos que todos se vayan para que me des el mensaje? Ellos no necesitan saberlo, ¿verdad?

Con la mirada llena de miedo y dudas, el hombre asintió, poco a poco los empleados fueron abandonando el piso, algunos por los elevadores y otros bajaron por las escaleras, sabían que hacer en esos casos, avisarían al resto del edificio para ser evacuados.

—Supergirl le va a patear el trasero —dijo uno de los pasantes que aún no salían.

—Yo también quería quedarme a verlo —respondió otro joven.

—¡Alto! —gritó el sujeto, su expresión cambió, se volvió más atemorizante—. Ustedes se quedan.

Un grupo de 14 personas no habían logrado salir, se mantuvieron en un rincón a su vista.

—Suficiente. Dime, ¿cuál es el mensaje?

Lena estaba desesperada, estaban a salvo, Supergirl había llegado mucho antes de que ella se diera cuenta de la presencia de ese hombre, sólo estaba a la espera de que este dijera lo que sea que tuviera que decir.

—Soy una buena persona, yo jamás quise esto. Mi familia también está en peligro. Hay una bomba en el hospital de niños, explotará si no me entrega diez millones de dólares. Si no recibo esa cantidad, en un máximo de media hora, él va hacerme explotar, junto al hospital. Esto no es un detonador —dijo señalando el dispositivo en su mano—. Si oprimo este botón, él sabrá que yo tengo el dinero y desactivará la bomba. Ayúdeme, por favor. No quiero causar daño a nadie.

El amor de una LuthorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora