-Eso fue muy romántico.
-Inesperado e incómodo.
-¡Fue como de película!
Luisa se dejó caer en el sofá con una zanahoria a medio mordisco entre sus labios. Ya que Stella se había adueñado de mi habitación, el sótano, de momento, era el lugar más acogedor que tenía en todo el mundo y la presencia de Luisa era lo único que podía mejorar mi estado de ánimo y calmarme los nervios después de lo que paso en Renaldi's. por eso esta noche se quedaba conmigo, ella en el sofá con una bolsa de snacks de zanahoria y yo en el suelo alfombrado con una manta y alitas recién salidas de una tina de aceite grasoso y poco amigable con mí colesterol.
-Aún no puedo creer que no hayas ido tras Cameron -me recrimino Luisa entre mordiscos de zanahoria.
-Aún no puedo creer que sobrevivas a base de lechugas y agua -la mire recelosa mientras roía el penúltimo hueso de alitas que me quedaba.
-Agh, el veganismo es un estilo de vida no una sobrevivencia. Estoy salvando al medio ambiente -proclamo con el puño en alto.
-Claro, dile eso a las fábricas que producen esa linda bolsa de plástico que resguardan a tus zanahorias de morir en menos de una semana.
-¡Oye! -un trozo de zanahoria salió volando en dirección a mi nariz. Yo me reí al tiempo que me protegía de otro posible ataque- Anette, evades el tema -hablo entre risas- ya en serio, ¿Por qué no seguiste a Cameron? Creí que te gustaba -reclamo.
A decir verdad, yo tampoco podía creerlo. Es decir, su comportamiento fue extremadamente extraño y cuando se fue, volvió a brotar en mí esa sensación de vacío, como la última vez que lo tuve conmigo en mi habitación como espectro frustrado en busca de su familia y luego desapareció. Era tan agobiante que quería correr tras él, pero las piernas no me respondieron y me quede pasmada con mis pensamientos ahogándose entre los aplausos de las personas que disfrutaron mucho de la presentación de Samuel.
-No, no me gusta -zanje el tema.
-¿Entonces te gusta Samuel?
Oh, interesante pregunta, no me lo había cuestionado hasta este momento. La verdad es que era muy lindo y ciertamente sabía decir con seguridad lo que quería, pero... ¿es alguien con quien me gustaría salir?
-No lo sé -termine por contestar.
Y es que era la verdad, no sabía. Ya no sabía lo que estaba pasándome, comenzaba a entrar en pánico. ¡Maldito, Cameron! ¡¿Por qué carajos sigues con vida?! Ay no, Dios me va a condenar.
-...-
No sentí el fin de semana pasar.
Después de charlar con Luisa durante horas la madrugada del sábado me quede profundamente dormida, hasta que volví a soñar que me caía al vacío después de que Cameron se carcajeaba de mi ingenuidad por creer que le gustaba a Samuel. Así que opte por no dormir. Y aquí estoy haciendo fila en la cafetería de la escuela, para pedir el café más cargado de mí vida, obligando a mí cuerpo a no tambalearse en lo que ordenaba la última persona frente a mí.
No te duermas, no te duermas, no te duermas.
-Un lunes por la mañana quedándote dormida, ¿por qué no me sorprende?
Ay no, ¿por qué?
-Pues si no duermes cómo debes, es evidente que tu débil cuerpo no lo tolerara. Hasta un tonto es capaz de deducir eso.
-Basta -gire sobre mis talones para encararlo- esto de contestarme por la cabeza, tiene que parar. Me abrumas.
-Pues, si dejaras de pensar en tanta estupidez con tanto esmero me sería más fácil ignorarte.
Sentí la sangre subirse a mis mejillas.
-¡Pues fíjate que, si quiero pensar en estupideces voy a pensar en estupideces!
-Así que admites que solo en eso piensas, estupideces -eso no era una pregunta.
-¡Eres un grosero! ¡Y la palabra estúpido es una muy grosera palabra! -le escupí poniéndome en puntas para poder sentirme un poco más convincente, pero el cuerpo de mi sueño me hizo tambalear. Cameron me sujeto por los hombros.
-Y tú eres una patosa con muy poco equilibrio, pero no puedo hacer mucho si aparentemente mi cabeza está atada a ti.
Estaba tan cerca, que pude sentir su respiración en mi nariz, caliente y dulce. Estaba vivo, en verdad lo estaba. Pensar en eso me ponía tan feliz...
¡NO! ¡BASTA! ¡PATOSA! ... Ay no.
-Es lo que yo digo, basta patosa.
-Disculpen -alguien atrás de nosotros se aclaró la garganta para llamar la atención.
Se trataba de una chica alta, de piel apiñonada y un cabello negro oscuro y brillante que le caía por los hombros en ondas bien definidas. Tenía unos ojos grises profundos y una nariz pequeña y respingada, sus mejillas tenían un lindo color melocotón y tenía las pestañas más largas que había visto en toda mi vida. Vestía unos pantalones color Capri entallados que dejaban al descubierto su linda figura a juego con una blusa holgada de las mangas y entallada de su pequeña cintura. Parecía recién salida de una sesión de fotos para una revista de alta costura.
-Lamento mucho interrumpir su pelea sin sentido -hablo con mucha propiedad- pero voy tarde para mi taller de literatura y a pesar de que es sublime escucharlos gruñirse el uno al otro en verdad agradecería mucho si me permitieran ordenar mi café. -a medida que hablaba su tono se volvía más oscuro.
Mi mandíbula cayo de la impresión.
-Tienes razón -hablo finalmente Cameron, alejando sus manos de mi cuerpo- es molesto de nuestra parte estorbar de este modo.
-Lo sé, en verdad es muy estúpido -contesto la Barbie color bronce, con una sonrisa de Barbie moldeada entre sus mejillas.
Mi mandíbula decidió desplazarse otro poco más hacia mis pies.
¿Lo ves? Solo los groceros usan la palabra "estúpido"
Cameron mostro una sonrisa de medio lado.
¡¿En serio?!
-¿Dices que vas a literatura, con el profesor Ignacio? -le pregunto Cameron muy cómodo de sí mismo.
-Sí, es un taller que muy pocos toman, por qué es extracurricular, pero no los juzgo no cualquiera es...
-Capaz de retarse a si mismo a entender algo más que no sea su propia mente -dijo Cameron.
-No podría haberlo dicho de mejor manera -la Barbie sonrió cual pirata que encuentra un tesoro.
Estaba anonadada. Se olvidaron por completo de mi presencia y pasaron de mí para ordenar su café mientas yo seguía sin poder moverme. ¿Qué rayos fue eso?
-Oye niña rubia, paga tu café y ve a clase. Ya está ordenado. Trata de no seguir estorbando.
Por extraño que suene, seguí el sonido del pensamiento de Cameron, quien me miraba inexpresivo desde la puerta de la cafetería mientras la sostenía para que la Barbie California pasara contoneándose con su arrogancia.
¡Qué estupidez!
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Despertar.
Teen FictionDespués de que Cameron desaparece, Anette experimenta otra clase de depresión aun más fuerte que la que vivió con Mauricio, el chico que le destrozo el corazón al engañarla. El verano termino, así como la magnífica historia que Anette vivió. Nada qu...