CAPITULO 6 - MIEDO

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- Si hay alguien aquí, por favor, si quieres que nos vayamos, haz un ruido. - Dijo Pablo


No fui yo quien se encargó de responder a eso, de hecho, nunca entenderé el porqué de esa pregunta, muchos de los que entran la pronuncian en voz alta. ¿Acaso no saben ya la respuesta? ¿Puede gustarle a alguien que entren en su casa sin permiso? De todas formas, por muchos ruidos que hagas no te van a hacer caso aunque, claramente, les digas que se vayan. Les da igual la respuesta, lo único que quieren es una prueba real de que estás ahí, lo que nosotros queramos es irrelevante para ellos. 


Sin embargo, yo seguía esperando otro tipo pregunta: "¿Como puedo ayudarte?" Y el interés de alguien por entender la respuesta. Pero cuando nadie sabe que necesitas ayuda, es casi imposible que se interese, y menos en algo tan difícil de comprender. Lo más común es que se asuste demasiado como para preocuparse por ello. Debo decir que yo tampoco sabia la respuesta a esa pregunta, pero tal vez lo único que quería era que reducieran ese maldito lugar a cenizas, no volver a ver esas paredes mugrientas y con suerte, desaparecer también yo misma de una vez por todas y dejar de sufrir.


- Si hay alguien aquí, haz un ruido si quieres que nos quedemos. - Dijo la chica rubia que acompañaba a Pablo.


Otra pregunta estúpida. La única que podría tener el mínimo interés de que esos chicos, bueno, ese chico se quedara era yo, sin embargo, si algún día había creído que podía ayudarme, ya no lo creía. Posiblemente todo había estado en mi cabeza desde el principio y él era un simple chico más, de los que se pasan por aquí para vivir experiencias terroríficas con sus amigos y reírse después, pero la realidad era que yo le daba igual, probablemente no tenía ningún interés en prestarme su ayuda ni yo era capaz de pedírsela. Tal vez solo me había enamorado, pero no podía saberlo, ya que lo más cercano que había sentido a eso fue por la persona que acabó con mi vida. 


Estuvieron un rato entretenidos con un plástico del suelo que habían visto antes en el baño, sin darse cuenta de que eso no era realmente preocupante, lo que a mí me preocupaba era el amo, no sabía en que habitación estaba ni lo que había estado haciendo durante todo ese tiempo, lo que si sabía era que en casa, era mucho más poderoso, y si yo había sido capaz de matar a un hombre asustándole, él podía hacer algo mucho peor.


Mis temores no tardaron en confirmarse, manifestados en forma de respiración. Su negatividad no tardó en recorrer los pasillos. Huí tan rápido como pude hacia el piso de arriba para alejarme de esa entidad, ya no recordaba la sensación de convivir con esa cosa, pero era horrible. No sirvió de nada ya que, pasados unos minutos, una especie de onda expansiva invadió la habitación en la que estaba derrumbando a su paso un viejo armario, probablemente era su manera de volver a dejar claro quién mandaba en la casa, en la que, después de tanto tiempo, volvía a reinar el miedo y la oscuridad.


Estaba paralizada, en efecto, volvía a tener miedo. Ahora puedo decir que estaba equivocada al decir que las cosas no podían ir peor, con él todo puede ir siempre peor que antes. Lo único que puedo recordar de esos instantes de parálisis es la impotencia de no poder hacer nada, los golpes, la desesperación en la voz de Pablo, sollozos y gritos de "Vámonos de aquí". Todo pasó muy rápido, pero cuando dejé de escuchar las voces no sabia si de verdad habían conseguido irse, o realmente era otro el motivo que las había acallado.



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El secreto de la residencia - WildHaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora