CAPITULO 8 - CARTA II

199 14 4
                                    

Sin pensarlo, fui directamente a buscar al amo, me pasee por toda la casa, no era difícil seguirlo ya que el aura que desprendía era inconfundible, pero al parecer, también había decido jugar conmigo al escondite. Al final conseguí encontrármelo cara a cara, le hice entender que no iba a salirse con la suya, que no dejaría que se acercara a ti. En ese momento vuestras voces alteradas resonaban por las paredes de la casa:

- "Ha sido allí, ha sido allí"

- ¡Ah!

- "Ay perdona cielo, perdona cielo..."

Me quedé paralizada, en ese momento empezó a dibujarse una sonrisa en el rostro del amo, la sonrisa mas malvada que había visto en mi vida, que de un momento a otro se transformo en una carcajada que hizo que un escalofrío me recorriera de arriba a abajo. 

Se había dado cuenta de lo que yo sentía por ti y se burlaba de ello, entendí lo que eso quería decir y me apresuré a buscar a Eva y intentar sacaros lo mas rápido posible a los dos de allí. Tardé un poco en encontrarla, en cuanto lo hice la llevé conmigo y seguí vuestras voces, entonces os encontré leyendo una libreta donde el amo controlaba nuestra temperatura corporal, la mayoría de los que estábamos allí terminábamos enfermando debido a las malas condiciones en las que vivíamos, por lo visto la gran mayoría, pero eso no importaba en ese momento, así que intenté llamar tu atención tirando un vaso contra el suelo. 

- ¡Vete de aquí! - Gritaba

Pero mi voz seguía sin ser escuchada. Y a pesar de todo, tu seguías empeñado en quedarte en esa casa,  mientras que el amo estaba cada vez más cerca. 

Os seguí hasta el salón, impaciente, mientras veía como el amo se acercaba a ti cada vez más.

- "Déjales en paz, vete de aquí" repetía constantemente. 

Entonces vi como su mirada se posaba en la silla que estaba detrás de ti, la misma que había acabado con mi vida, y comprendí sus intenciones inmediatamente. 

El dolor que sentí al intentar acercarme no se puede expresar con palabras, pero de alguna forma conseguí interponerme entre esa silla y tú, frenando el golpe seco que sonó contra el suelo después. En ese momento me sentí libre por primera vez en muchos años, había roto las cadenas que me ataban a ese monstruo y a ese lugar, después del golpe estuve unos instantes más para ver que por fin, os ibais corriendo de la casa. Ahora puedo descansar tranquila. 

Si estás leyendo esto Pablo, solo te pido una cosa, no vuelvas nunca más a ese lugar, podrías experimentar cosas mucho peores de lo que la mente humana es capaz de imaginar. 

Te quiere, 

Laura.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El secreto de la residencia - WildHaterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora