Capítulo 10

857 57 21
                                    

• 愛のための需要 •


Demanda de Amor.


Esa semana Gaara estuvo tan ocupado como lo había esperado. De las varias reuniones que el Consejo de la compañía sostenía durante el año, esa era la más importante. Tres representantes de la casa matriz, con cede en los Estados Unidos, llegaron por avión desde Nueva York para asistir a ella. Surgieron los acostumbrados problemas de organización relacionados con hoteles que no satisfacían a los visitantes, alimentos que no podían conseguirse, esposas aburridas, programaciones incompletas y cosas así; cuando al fin llego la noche del viernes, el suspiro de alivio que Gaara dejo escapar le salió tan del fondo del corazón como el de Itachi Uchiha.

Estaba en la oficina de este en el último piso, con los pies en alto, mirando aturdidamente el cambiante panorama de luces que se extendían en todas direcciones hasta el horizonte ya lleno de estrellas.


-¡Kami en bicicleta, Gaara, que feliz me siento de que todo haya pasado! – exclamo Itachi, empujando a un lado su plato vacio – Fue una idea buenísima la que se te ocurrió de que nos enviaran la comida acá arriba. De veras lo fue.

-Pensé que te gustaría – contesto Gaara, moviendo los dedos de los pies con deleite – Siento los pies pesados y todo el día me he estado muriendo por sacarme un momento los zapatos. Pensé que la señorita Schwartz nunca iba a encontrar su pasaporte a tiempo para alcanzar el avión y la piel se me erizaba de pensar que tendría que atenderla durante el fin de semana.


Itachi sonrió. Los impecables zapatos y calcetines de su secretario habían caído de cualquier modo en el otro extremo de la habitación y él casi había desaparecido dentro de un sillón enorme, solo se le asomaban las delgadas y largas piernas que dejaban ver sus pantalones arremangados, con sus pequeños y blancos pies apoyados en una mesita decorativa.

-¿Sabes algo, Gaara? Tú debías haber adoptado a un niño retrasado mental desde hace ya mucho tiempo, aunque parecerías más que un padre su hermano, pero, ¡Por lo más sagrado que tengan las moscas, como has cambiado desde entonces! Jamás hubiera podido salir adelante sin tu ayuda, pero confieso que ahora es más divertido trabajar contigo. Nunca he podido prescindir de ti, pero no pensé que llegaría a ver el día en que tuviera que admitir que verdaderamente disfruto de tu compañía, pequeño pelirrojo, pero así es, ¡Realmente me gusta! ¡Y pensar que, durante todos estos años, la cosa ha estado ahí todo el tiempo, dentro de ti, y que nunca la habías dejado que se asomara siquiera! Eso es una verdadera lástima.

-Tal vez – repuso Gaara con una sonrisa – Pero, ¿sabes algo, Itachi? Todo sucede cuando debe suceder. De haberme encontrado con Naruto hace varios años, nunca me hubiera interesado en él. Alguno de nosotros nos pasamos la mitad de la vida sin despertar.


Itachi encendió un cigarro y lo chupo con deleite.

-Hemos estado tan ocupados – dijo – que ni siquiera he tenido el tiempo de preguntarte que fue exactamente lo que sucedió el viernes pasado. Su madre murió, ¿no es así?

-Sí; fue una cosa terrible – murmuro y se estremeció, encogiéndose en el gran sillón – Me lleve a Naruto y a su padre, que se llama Minato, a mi casa de campo el domingo pasado y los deje ahí. Salgo para allá esta misma noche. Espero que estén bien, pues supongo que, si hubieran tenido algún problema, ya habría tenido noticias suyas. Al parecer, Naruto no comprende plenamente que fue lo que sucedió, me imagino. Bueno, sí. Sabe que su madre ha muerto y sabe también que es lo que eso significa, pero la realidad concreta de su desaparición todavía no empieza a hacer efecto en él, por lo menos todavía no había empezado a extrañarla cuando los deje. Minato dice que se repondrá pronto y espero que de verdad así sea. Aunque me preocupa Minato. Su hija hizo todo un escándalo cuando fui a recoger a Naruto el viernes.

Por Siempre Contigo |NaruGaa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora