⇢ HYUNGKYUN
''Mariposas, era lo que el estómago de Hyungwon sentía cada vez que debía acercarse a aquella mesa donde el castaño siempre se sentaba.''
2018
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Hyungwon se encontraba trabajando en una cafetería que quedaba cerca de su casa que a simple vista mucha gente la veía adorable y acogedora, realmente lo era.
Aunque ya estaba aburrido de la monótona rutina, el poder beber café cuando quisiera y que no fuese descontado de su salario era algo increíble pero difícil de creer.
Estaba sentado en la silla del mostrador, leyendo un libro de romance mientras tomaba su café de las mañanas, eran las nueve y media.
Cuando el sonido de la campana se hizo paso en los oídos del azabache, dejó de leer el interesante libro y buscó con la mirada al cliente que acababa de entrar, ''Te encontré'' dijo para si mismo en un susurro y se acercó al chico de cabello castaño para atenderlo.
Lo bueno de ésta cafetería es que no era muy conocida por la gente, así que podía trabajar de mesero y cajero sin ningún problema, ganando más dinero.
''¿Qué deseas ordenar?'' Preguntó en un tono dulce mientras observaba como el castaño levantaba su rostro del libro que tenía entre sus finas manos para mirarle. No debería pensar esto pero, era el cliente más atractivo que había visto.
Cejas pobladas pero no tan exageradas, piel algo bronceada, ojos negros como la noche, nariz perfilada, labios color rosa naturalmente, cabello sedoso a la vista. Para Hyungwon era tan atractivo, parecía haber sido hecho por dioses.
''Disculpa, ¿escuchaste lo que pedí?'' Su voz grave se hizo presente, deshaciendo los pensamientos del más alto, haciéndole sonrojar. El menor sonrió levemente haciendo que sus hoyuelos se viesen un poco.
Hoyuelos, tenía hoyuelos. Hyungwon quería fallecer, esto era demasiado.
''Perdón, ¿qué ordenaste?'' Preguntó nuevamente un poco avergonzado por su comportamiento.
''Un café. Puedes pedir que lo preparen como sea, me gustan todos.'' Finalizó con un suspiro mientras sus ojos negros volvían a encontrarse con el libro que descansaba en sus manos, sonaba y se veía cansado.
El azabache asintió y se fue rápidamente, ordenándole a Kihyun que preparara cualquier café que se le antojase y éste asintió, poniéndose a trabajar.
El más alto se dirigió a la silla donde se encontraba antes de que el castaño llegase, mirándole discretamente de vez en cuando mientras leía.
