¿Me abrazas? Siempre

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No daré excusas. Simplemente no tenía inspiración, hasta me replanteé si volvería a escribir.
Pero aquí estoy, sin darme porvencida.

...

Regresé a mi casa tarde. El abuelo de Adam todavía corría peligro, así que espere a que llegara el resto de su familia para abandonar el hospital.

Mis piernas me dolían y mi estomago rugía, advirtiendome que tenía hambre. Para mi sorpresa mi madre se encontraba sentada en el sofá mirando la televisión.

- Cariño... Te estaba esperando ¿cómo están las cosas en el hospital? - mi madre parecía intrigada. Simplemente negué con la cabeza y tome asiento junto a ella.

- Sigue igual y no creen que mejore - pronuncie con tristeza.

- ¿No hay nada que puedan hacer?

- No.

- Lo lamento tanto por Adam y su familia - lucía angustiada - te prepararé algo de comer - dijo y sin mas se coloco de pie afligida.

Mientras tanto me sumergí en mis pensamientos. Tantas cosas rondaban por mi cabeza últimamente, los problemas me estaban sobrepasando y cuando pienso que las aguas se han calmado aparece Alex para desatar una tempestad abrupta que lo único que ocasiona es; caos en mi corazón, desorden en mis pensamientos y violencia en mis actitudes.

Lo se, prometí olvidarlo. Pero se encuentra allí escondido siempre en los rincones de mi mente, cada pensamiento o recuerdo me lleva hacía él, arrojandome a sus brazos descaradamente.

"Cuando te veo no puedo evitar ponerme triste... Pensar que hace unas semanas eras la persona que mas sabía de mí y ahora solo te miro de reojo de vez en cuando".

Eres un ser miserable Alex Ford.

Pero yo soy mas miserable por haberme enamorado de ti. Odio eso...

Pero lo que mas odio es extrañarte, porque no te lo mereces.

- Allison... ¡Allison! - me sacó de mis pensamientos mi madre.

- ¿Si?

- ¿Estas bien? ¿En qué pensabas? - asentí y recordé.

- En nada - mentí - subiré a darme una ducha. ¿Cuándo vuelva cenamos?

- Esta bien, aunque por mi parte me limitaré a beber un café - le dediqué una sonrisa mientras me colocaba de pie.

Estaba agotada, pero no solo físicamente, también mentalmente. Respire ondo y me adentre en mi habitación.

Me coloqué a buscar el pijama que me colocaría luego de bañarme, a la misma vez que tarareaba una canción cuyo nombre no recordaba.

No dure mas de veinte minutos duchandome, porque no quería hacer esperar a mi madre. Me coloque mi cálida ropa y volvió al comedor.

- He vuelto - pronuncié alegremente, me sentía mucho mejor.

Al no recibir una respuesta inmediata, comencé a buscar a mi madre con la mirada y finalmente la hallé sollozando con el teléfono en la mano.

- Mamá ¿qué sucede? - corrí a su lado preocupada, solamente me observo con sus ojos ahogados en lágrimas - ¡Responde! - me coloqué más nerviosa.

- ¿No viste tu celular? - fueron las únicas palabras que dijo.

- No ¿Por qué? - la escuche sorber la nariz.

- Acaba de fallecer...

- ¿Qué? ¿Quién? - no comprendía todavía.

- El abuelo de Adam, el Señor Alberto - finalmente confesó.

Al principio quede impactada, no lo podía creer. No hace menos de una hora él estaba con vida.

Ese señor, era muy importante para mi, era como un abuelo. Recuerdo cuando me quedaba a dormir en la casa de Adam y su abuelo nos contaba historias de cuando trabajo en la marina. Siempre sacándonos sonrisas o regalándonos aquellos caramelos de limón que tanto lo caracterizaban.

- No puede ser... - murmuré - ¿Quién llamo? - inquirí entre lagrimas.

- Adam. - sentí como que un muro se cayera sobre mi, él debía estar peor. Ellos eran muy unidos-  debo acompañarlo en este momento.

- Lo se - mi madre se recomponía de aquella noticia - iré contigo.

No dije ni una palabra mas y me apresuré a cambiarme de ropa, tome mi teléfono celular y coloque algunas cosas en una pequeña mochila rosa que tenía.

Por último antes que abandonaramos la casa alimente a Max y me despedí de él.

Tan velozmente como nos permitía la ley conducimos hasta el hospital. Solo podía limitarme a llorar en silencio en el trayecto.

- Hemos llegado - informó mi madre luego de que con una maniobra estacionara.

No se como, ni cuando, ni porque. Pero cuando quise notar estaba frente a la familia de Adam.

Sentí como mis piernas temblaban y tuve que sostenerme de mi madre. Mi mejor amigo estaba destrozado con su cara escondida entre sus manos, sentado en el suelo.

Camine apresuradamente hacía él y me arrodille en el suelo a la altura de su rostro.

- Mi rubio... - susurré con dulzura y el alzó la vista. De sus hermosos ojos azules brotaban lagrimas abruptamente.

Sin más lo rodee con mis brazos, en un intento de consolarlo. Pero parecía en vano, la aflicción lo rodeaba.

- Lo necesito. - finalmente confesó con amargura - Allison, sea ido - su llanto cada vez era mas fuerte - ya no volverá.

- Te comprendo - sequé las lagrimas de mis mejillas y trague saliva - también lo quería.

- Mas que mi abuelo, era mi amigo - se incorporó sorbiendo mi nariz, su rostro estaba hinchado y enrojecido - todavía no era su tiempo ¡No lo era! - apretó sus puños con fuerza.

Mi corazón se quebranto mas al verlo en esta situación.

- Calma... - cuando poso sus ojos sobre mi lo único que pude notar fue desesperación.

Tome su mano con cariño y le di un leve apretón.

- Estaré contigo a cada paso a partir de hoy. Como siempre estuve - intentó sonreír, pero a cambió hizo una mueca.

- No se si podre superar esto - comenzó a despeinar su cabello un tanto alterado y lo detuve.

- Lo harás. Lo haremos - demostré confianza.

Por un instante tuve curiosidad de saber que sucedía a nuestro alrededor y solo lo podría describir con una palabra; caos.

Mi amigo entrelazo su mano con la mía llamando nuevamente mi atención y una frágil lagrima cayó por su mejilla, sin pensarlo la limpie con mi pulgar.

- ¿Me abrazas? - no debió repetirlo nuevamente. Lo volví a envolver entre mis pequeños brazos y besé su frente.

- Siempre.

Este día quedo marcado para siempre en la vida de estos dos chicos. Nunca olvidarían el día que perdieron a un ser querido y que el único consuelo fueron ellos, conteniendose mutuamente y tratando de alivianar la angustia.

Tampoco olvidarían el día que un gran hombre abandonaba este mundo. Una persona dulce y aventurera, que amaba y protegía a sus amigos y familiares.
Alguien que no merecía irse en un día tan frío y gélido, siendo una persona tan amable y cálida como la primavera misma.

Girl-Forever

Broken Hearts (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora