Capítulo 7

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No tuve elección. Si debía esperar a que mi sufrimiento se desvaneciera, preferiría descansar. Aunque siento que esto no va a desatar algo bueno.
Cerré los ojos lentamente, hasta caer en un profundo sueño.

...

—¿Eh? ¿Qué pasó?— Miré hacia los lados. Al darme cuenta que esa no era una habitación conocida, entré a un estado de confusión muy grande. ¿Dónde estoy?
Todo era bastante sombrío, pero elegante. Con diversos recuadros en las paredes, una cama muy extensa y suave. Las decoraciones de ese característico tono carmesí y colores fríos que abundaban en la mansión.
Nunca había visto tal recámara, suponiendo que conocía todos los rincones del terreno, no era más y menos que la prohibida y tenebrosa habitación de mi lord Black Hat.
—Vaya, ya era hora, doctor— Pude sentir mi piel llenarse de escalofríos con tan solo escuchar esa ronca voz. Podía hacer todo tipo de preguntas si quisiera encontrar el porqué estoy situado en este sitio, pero la impaciencia del jefecito me lo impediría. Dirigí mi vista hacia él, estaba tal como lo imaginé. Me miraba con su típica postura, mostrando sus enormes colmillos en una sonrisa macabra y despiadada. Algo totalmente normal, si no fuese por mi situación. Con temor, me atreví a cuestionarle.
—E-este, señor... ¿qué hago aquí?
—¿¡¿Estuve esperando a que despertaras para que preguntes cosas estúpidas?!?
—...—Preferí callarme. Y pensándolo bien, es impresionante tener el privilegio de conocer este lugar al que sólo el ser más temido del universo puede acceder. Si cualquier engendro intenta ingresar sería inmediatamente masacrado. Este será un enigma al que solo yo podré conocer su respuesta. Por mi bien, dejé que el jefazo continuara.
Sin decir nada, se subió a la cama. Se acercó hacia mí con una pinta perversa en su cara. Yo me quede frío, no sabía qué es lo que planeaba hacer. Él siempre nos toma a todos por sorpresa, sin embargo, en esta ocasión nunca tuve tanto pavor. Y observar como se hacía cada vez más corta la distancia entre los dos, más grande se volvía mi miedo.
Me cubrí con los brazos y piernas mis órganos vitales. Quería perecer en ese momento por la angustia, pero no podía dejar a 5.0.5. solo. Black percatado de esto, se echó a reír.
—Me gusta que seas tan obediente pero detesto tu cobardía. Aún así, no puedo evitar mis ganas de hacer esto...
—¿Q-Qué cosa...?— Dudé alterado.
En cuestión de unos segundos levantó mi bolsa, me tomó de la barbilla y me besó. Quedé en shock. No supe si mi jefe estaba tendiéndome una trampa, o realmente estaba jugando conmigo. Ese ser no tiene corazón ¿¡por qué hace esto?!
Nos separamos en un pequeño lapso de tiempo. Me sentía muy extraño, nunca había besado a alguien y menos a mi jefe, a quien menos pensaba en mi vida que tendría ese tipo de contacto.
Lo miré muy confundido, estaba algo incómodo pero si me iba me espantaba la idea de que empeorara las cosas.
Tuve que permanecer en esa posición que ya estaba provocándome dolor de espalda. Sin más, él comenzó a poner su mano en mis piernas, subiendo poco a poco hasta llegar a donde se sitúa mi entrepierna. Yo en un acto involuntario solté un quejido y me comenzaba a arrepentir de mi decisión.
—Todavía ni empiezo y ya andas gimiendo, cabrón.
—L-Lo siento, jefecito
No sé qué fue lo que hice que se detuviese un segundo y con su otra mano empezase a pasarla por debajo de mi camisa, tocando todo mi torso. Sentía como si algo me arrebataba sin saber qué. No podía defenderme, eso resultaría en mi muerte si lo intentara.
Por si eso no fuera poco, subió a mi cuello y me dejaba chupetones por doquier, no supe qué hacer, pasaba por mi cabeza muchas cosas, y me dejaban paralizado.
Sin avisar metió su mano dentro de mis calzoncillos para enseguida comenzar a masturbarme.
—¡Aaaa-ahhh! J-Je-fe— Cerré los ojos y me cubrí la "cara" con mis manos, estaba muerto de la vergüenza y por más que quería salir de esta situación lo único que me quedaba por hacer era "disfrutar el momento"
—Se nota tu urgencia, doctor. ¿Estabas pensando mucho en mi últimamente?— Soltó con un tono bastante macabro y lujurioso.
—B-Black, por favor, deténgase, se lo s-suplico— comencé a jadear más fuerte, mi transpiración era más constante y no podía parar de gemir. Hacía mucho calor y tanto el ambiente como las circunstancias se iban en mi contra al instante.
En un acto retiró mi bolsa de mi cabeza. Ahora estaba totalmente vulnerable y expuesto a mi jefecito.

—Veo que te está gustando esto, zoquete

No podía ni hablar, mantenía mis ojos cerrados por las mil emociones que sentía en esos instantes, el sudor que salía de mi piel aumentaba cada segundo, mis latidos estaban a mil por minuto, mi jefe estaba abusando sexualmente de mí, ¡lo que faltaba!
Él seguía aumentando la velocidad, y se reía de mi situación. Pensaba que yo podía ser lo suficientemente débil como para dejarme hacer tal bochornosidad.

Y la verdad es que...

Era cierto. Estaba débil, con el miembro a punto de estallar con tales movimientos y suplicando que parase. Sin escapatoria, tuve que soportarlo.

—B-Black... por favor...
—Te estoy ayudando, imbécil. Ahora gime para mí.
—N-No...— No podría contenerme por mucho tiempo, apreté las sábanas con mucha fuerza así como mis dientes para no dejar soltar ningún sonido.
¿Y saben qué? Obviamente no funcionó.
—Mmmh... b-basta...
—Dime que me amas, idiota. Es obvio pero quiero escucharlo.
—E-Eso no es... ahhhhh— Sus palabras me dejaban cautivado y me atrapaban al instante, podía sentirlas, cosa que me excitaba más. Si seguía escuchando sus provocaciones terminaría en un caos total.
Y tal como lo pensé, no pude soportar tanto.
Me vine en su mano, y con toda la vergüenza del mundo tuve que levantar la mirada esperando no ser masacrado por mi estupidez.
—Yo... l-lo sien- —puso su dedo sobre mis labios, me sorprendí, él no se molestó. Quería librarme de todo por fin y agradecerle a cualquier cosa por no haber muerto en esa ocasión, y por suerte, se retiró, sin antes mencionar unas palabras las cuales me dejaron helado:
Sé muy bien lo que quieres, Flug. Pero si sigues negándote de ese modo tendré que obligarte a que lo admitas. Ahora báñate y vuelve a trabajar.

El Amor es para Débiles (PaperHat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora