9. Paseo.

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Han transcurrido dos semanas desde que finalmente se decidió por dejar todo en una caja de hierro, bien sellada y sin preocupación de que alguien pueda volver a entrometerse. Es aquí cuando ha decidido alejarse de todo lo que lo daña, así como las personas que se encargan de corromper su bienestar.

Desde aquel día, nada ha sido igual. Todo cambio, y supone que para bien. Luego de mirar como esa descarada omega -una de las nuevas mucamas, quien él mismo contrato para ayudarla a salir de la pobreza- montaba sin pudor a su esposo, algo dentro de su ser se endureció para ser una persona que no permitiría dejarse tumbar por absolutamente nadie. Recuerda perfectamente cómo es que esa chica tuvo el cinismo de volverse aparecer por los pasillos para ofrecerle una disculpa y pedirle perdón, pero Louis para ese entonces ya no se sentía débil ni humilde, por lo que únicamente chasqueó los dedos a uno de los guardias, que en su momento lo acompañaban luego de un largo recorrido por el pueblo, para que la arrastraran fuera del castillo. Su castillo. Si bien nadie estaba dispuesto a cederle e imponerle el poder que le correspondía, lo tomaría sin andarse con preámbulos y pondría el orden que tanto se anhelaba incluso en el aire.

Dos días después de ordenar a los guardias una seguridad extrema, debido a problemas cercanos al Reino, su celo apareció. Su primer celo dentro de un matrimonio que nunca deseo, pero que sin embargo le afectó irremediablemente.

Por supuesto, nunca mudó sus pertenencias. De un momento a otro pensó hacerlo, romper completamente eso que los unía, quedando únicamente de por medio un papel sellado y bien planeado, pero su inteligencia le trajo una buena tregua. No iba a dejarse caer tan rápido, definitivamente no. Comenzaría una nueva vida. Renacería un Louis, fuerte como el marfil.

Lo que más temía le sucedió sin previo aviso, o bien, sí que tuvo anticipación solo que nunca aceptó las pruebas que más palpables no pudieron ser, disfrazándolas de un "Pronto esto va a cambiar".

El inminente calor en su cuerpo le indicó que debía tomar precaución por lo que apenas tuvo oportunidad, huyo de la habitación principal para desplazarse a pasos rápidos hasta la torre, en su camino uno de los betas de la guardia se acercó y ofreció su ayuda, ayuda que Louis aceptó indicándole que se quedara al pie de las escaleras imponiendo barrera al paso a su lugar de estancia. Aun así y por mera seguridad propia, le indicó que le mandaran a una de las betas mucamas para darle indicaciones. Así fue como poco a poco el fuego se fue apoderando de su interior y cuerpo, convirtiéndolo en un Louis inquieto y necesitado, jadeante y vulnerable.

Ahora con la luz del día colándose por la ventana, haciéndolo brillar hasta el punto de cegar debido a la capa de sudor que lo envuelve bajo esas prendas que cada vez más se empapaban. Mientras se sostiene con fuerza a las sábanas, que muy amablemente la beta colocó encima del mueble acolchado. Gimoteos incontrolables brotan desde su interior, y muecas debidas al dolor y ardor que sufre en el momento. Todo en su interior arde, quema. Su omega se retuerce incapaz de saciar su sed. Empapándose con una rapidez increíble y dejando escapar jadeos impacientes. Todo un caos que desea cuanto antes termine. Para su suerte, apenas comienza.

―Mi Rey, el Príncipe Zayn está preguntando por usted ―dice temerosamente desde detrás de la puerta la beta que desde la medianoche ha estado ayudándolo.

Sintiendo cada vez más horribles los calambres en su columna hasta la nuca. Su cuerpo temblando y tensándose en busca de que todo termine. Enredando su cuerpo en la sábana para intentar absorber la humedad y eliminar el ardor, en un intento de apagar el fuego que siente lo está quemando. Cerrando con fiereza los ojos para de una manera u otra imaginar que pronto acabará. Apretando los labios para intentar encerrar su dolor y calmarlo con la fuerza ejercida. Todo él perlado en sudor.

―Sólo vete y realiza tus deberes..., antes a esto cierra la puerta con trabas. A nadie permitas el paso... Asimismo sea el Rey.

―Como ordene, su Majestad ―responde con respeto y cierto temblor en la voz.

The Rose and the DaggerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora