Capítulo 26: Tu perdida sin muerte

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Miró otra ves la pantalla de su celular.

3:08

Los minutos pasaban tan lento y todo a su alrededor parecía muerto y apagado.

¿así lucia todo luego de una decepción amorosa?

Su pecho dolía tanto, y como es que el ruido no se apagaba incluso a pesar de lo lejos que se hallaba?. Frunció los labios, continuó descendiendo lentamente por la larga escalinata, estaba tan distraído y sumido en la nada, mirando el cielo a la espera de que mágicamente pudiese desaparecer.
Cuando bajo la vista ya era demasiado tarde.

-Oh mierda!- Gruño Ciel, pero aunque quisiese estar molesto solo logro romper en llanto.
Había pisado una estúpida botella y al resbalar esta se rompió contra su pierna causando una cortada que a pesar de no ser grabe sangraba mucho. Pero dicha cortada no era la causante de su verdadero dolor, tomo uno de los cristales y se lo echo al bolsillo, se sentó al borde de las escaleras, pues había llegado casi abajo por la caída pero el dolor no era mayor. Tomo el extremo ensangrentado de sus pantalones y lo levanto levemente dejando ver la sangre. Lo dejo caer nuevamente y apoyo la cabeza en las manos con frustración Mientras lagrimas recorrían sus mejillas y el dolor no dejaba de oprimir su pecho.

-Estúpido Sebastian... estupida página!- Gritó. Gritó como si alguien pudiese oírle y correr a ayudar y remendar su dolor, gritó como si su vida dependiera de ello Porque el dolor le comía por dentro de una manera tan horrible. ¿Porque tenia que doler tanto, porque sentía que todo era su culpa, porque aun lo amaba si todo este tiempo vivió una mentira?.
Se levanto con la pierna adolorida, pero aun así siguió caminando sin rumbo alguno como hacía algunas horas. Volvió a encender la pantalla del celular.

4:22

Las horas comenzaban a apresurarse, camino tanto hasta que se vio cerca del muelle, donde el estúpido día de mierda había comenzado.
Llego al borde del pavimento donde levantó los pies con una de las zapatillas manchadas en sangre y subió a donde comenzaba el muelle, Camino por el lentamente percibiendo a sus espaldas el leve tinte anaranjado del cielo.
Por alguna razón oía la vos de Sebastian en su cabeza gritando ¡Ciel, Ciel!
Pero realmente no era nada, era solo lo que su cabeza pedía y deseaba.
Caminó lentamente, admirando aquellos destellos que adquiría el agua cuando el sol golpeaba en el.
Como un destello en miles de espejos contra una luz.
Llego al borde del muelle, apenas si podía ver, sus ojos dolían y estaban rojos e inchados, el dolor en su corazón no disminuía y las ganas por que aquello acabase aumentaba. Se sentó al borde del muelle sin darle importancia al echo de que sus pies tocasen el agua tocandole la herida que ardió levemente con el contacto del mar salado.
Sintió un piquete contra el muslo y al meter la mano en su bolsillo estaba el trozo de vidrio que había recogido cuando tropezó con la botella.

Comenzaba a aclarar, la brisa de verano le movía los cabellos y levantaba la arena seca que se esparcía vagamente por la madera del muelle.
Las olas se alzaban somnolientas sobre la arena y golpeaban la parte baja del muelle.
Ciel se quito la chaqueta y la dejo caer al mar, esta fue arrastrada y quien sabe donde habrá ido a parar. Descubrió sus brazos dejando ver su piel suave y blanca, miro a la nada unos momentos apretando el cristal entre sus manos y cerrando los ojos con fuerza.

Pequeño... Te Amo Ciel... Siempre...

No, Ya no mas, como podía recordar tan miserable persona en dichos instantes. Sintió el bullicio de las personas a sus espaldas pero lo suficientemente lejos como para poder hacer lo que tenia en mente.
Suspiró y con los ojos humedecidos y bañados en lagrimas deslizo el cristal de forma vertical por su brazo izquierdo.
Desde la muñeca hasta lo mas extenso que su brazo o el ardor le permitió, sus carnes se abrieron y como fue humanamente posible comenzó a deslizarse el liquido rojo por sus dedos, apretó los dientes, tomo el cristal con la mano opuesta y esta ves lo deslizo lentamente por su brazo derecho, dándole mas atención de lo debido a su muñeca y observando con fascinación y dolor como sus carnes se abrían dejando ver rojo, solo rojo.
Sus brazos cayeron a sus costados y como la sangre, el trozo de vidrio se deslizo por sus dedos cayendo al mar.
La sangre se deslizaba y bailaba en la punta de sus dedos antes de caer como gotas de agua en el mar frente a el. Pequeñas gotas de su propia vida.
Su vista se nublaba pero no estaba en plena conciencia de comprobar si eran sus lagrimas que oscurecían sus ojos o la pérdida de sangre a la que le restaba importancia.
Porque en dicho momento en ves de doler las carnes abiertas de sus brazos solo sentía el dolor punzante en su corazón.

Comenzó a tambalear en el borde del muelle, sentía como su cabeza se inclinaba y volvía hacia atrás con el peso de su cuerpo.
Sus ojos comenzaban a caer lentamente pero aun tenía la fuerza suficiente para mantenerse sobre el muelle.
Quería dejarse caer sobre el agua, ser llevado por la corriente. Lejos. No volver jamás.
Todo se nublaba, lentamente todo oscurecía.
Cerró los ojos, tenía la impresión de que su ausencia solo fue de segundos, pero al volver a abrirlos estaba sobre las piernas de una chica, sus cabellos color vino caían de su cara en picada y bajo sus lentes se deslizaban pequeñas lagrimas.

Señorito Ciel... resista por favor.

Joven Ciel...

Esas voces. ¿Estaban dentro de su cabeza, o eran aquellas personas reales?.
La chica lloraba y el muchacho de cabellos rubios que le sostenía la mano sollozando bajo.
Sentía que sus ojos se cerraban nuevamente y entonces oyó el llamado nuevamente.

-Joven Ciel por favor no se duerma- pedía la muchacha. La reconocía, era la muchacha que siempre tropezaba con las charolas en el café de tía Ann.

-Mey.... Mey...- Cuando intento completar el nombre de la muchacha esta le miro con ojos brillantes aunque Ciel no pudo verlo por lo borroso de su vista.

-Por favor, Señorito, resista... Resista- las palabras retumbaban como eco en su cabeza llegando sordos a ningún lado en particular. Todo comenzaba a oscurecer lentamente, todo se torno negro y sus lagrimas que antes caían humedeciendo sus mejillas habían desaparecido.

Te perdí a pesar de verte cada día.
Te entregue mi corazón a pesar de dudar de la existencia de este.
Te entregue mas que mi ser y solo lograste destruirme.
Te perdí a pesar de que aun conservabas tu miserable vida.

Y todo fue oscuridad. Nada mas que un abismo en el que ya su vida había permanecido. Había vuelto a aquel foso para no salir jamas, abrazando sus rodillas y perdido en la nada, encerrado y enjaulado en sus propios pensamientos por confiar en un amor que jamas le perteneció.

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Aunque no lo crean llore mientras lo editaba :"v

Anónima-san san los ama perdón por tanta crueldad 7<7

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Tras la cámara&lt;Sebasciel.(CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora