Capítulo 2: "La elección"

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¿Existirán baños para indeterminados? No lo creo, pero entonces, ¿A cuál baño debo dirigirme si no sé aun mi sexo? El cerebro me explotara antes de entrar al baño.

Entro. Veo dos puertas y dos carteles distintivos en cada una de ellas, uno azul y el otro rosa. Entrare en el azul, es mi color favorito. Tiene un figurín masculino dibujado.

Debería elegir masculino, y así identificarme con el color azul, no lo sé. Esto no se trata de elegir colores.

De vuelta al lugar donde están esperándome mis Agnados trato de localizar con mis ojos al Indeterminado que me guio al baño. Ya no debería llamarlo Indeterminado. Él ya sabe que elegir, será un chico, quizás yo también debería tomar esa opción. No lo sé. ¿Por qué mis Agnados nunca me dijeron sobre esto? ¿O si lo hicieron?

—Iris, no sé qué elegir —le digo mirándola a los ojos.

—Ninguna elección es errónea, puedes elegir cualquiera y todo saldrá bien. Por cierto, es hora que tengas un nombre ¿Ya has pensando en uno?

—¿En qué momento puedo pensar en un nombre? Hace una hora me acabo de enterar que este día se basa en elegir un sexo y ahora un nombre —mascullo.

—Yo llevaba semanas pensando en un nombre para ti.

—¿Puedes decírmelo, Iris?

—Es muy especial, y a ti te quedara muy bien. Anders. En una antigua lengua, Anders significaba diferente. Tú siempre has sido diferente, has demostrado cosas que nadie nunca ha hecho. Yo siempre trataba de reprimirlas porque es anormal que alguien haga algo así. Evítate varios problemas, a esas cosas raras que hacías, las que siempre te advertía. Anteriormente la llamaban sentimientos o emociones. Ahora, en la nueva civilización eso se erradico. Recuerda bien y evita problemas, Anders.

¿Soy diferente? ¿Por qué lo soy? Nunca me sentí igual al resto, pero supuse que fuese algo normal con lo hay que lidiar, como personas indiferentes u ocupadas.

Creo que no soy el único diferente. Divisó en las graderías inferiores al Indeterminado del baño, él sonrió, demostró algo que nadie nunca he visto hacer, eso es ser diferente.

Debería bajar y hablar con él, pedirle información con la que pueda localizarlo y, así ver qué otras cosas tenemos en común.

El himno interrumpe el rumor de las conversaciones que terminan en un rotundo silencio. E inmoviliza todo mi cuerpo. Los reflectores ubican toda su luminiscencia en el centro del escenario. A cinco segundos de terminar las últimas melodías del himno, hace presencia la Presidenta Casiopeia Regel proclamando el lema de la nación:

"Con trabajo y esfuerzo se construye una nación".

Alza sus manos en modo triunfal y, seguido la estancia se invade de aplausos.

En una de sus manos lleva un guante de metal flexible con el que acciona y se levanta un podio con una pantalla táctil, y se es reflejado en otra pantalla maximizada en zona posterior del escenario.

La presidenta Casiopeia Regel escoge por fin un archivo de multimedia que comienza a reproducirse. Ella vuelve a accionar con su guante y de la superficie del escenario se eleva un micrófono, se acerca al diminuto artilugio sonoro. Toma poder de la palabra, con seguridad y convicción, como siempre.

—¡Bienvenidos sean todos! —exclama a viva voz— El antiguo mundo fue destrozado por personas que no supo valorar lo que tenían en sus manos. Mi padre, hace cuarenta años atrás salvo una pequeña porción de tierra, en este instante la estamos pisando —La presidenta mira al piso y remueve los pies—. Entonces, mi padre, el señor Atlas Casionel Regel, forjó con esfuerzo y trabajo la ciudad que en su honor lleva por nombre Atlea.

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