Capitulo II

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Capitulo 2: Florecer

Emilia.

¿Una o dos horas llevaba encerrada en aquí? Me parecía de muy mal gusto todo esto, Ramiro se reía mientras yo me armaba de enojo y empujaba la puerta en vano. ¿En que pensaba Benicio para bromear conmigo? Estaba histérica y el idiota a mi lado no me ayudaba en nada, le lance un par de almohadas y el me las devolvió envuelto en risas.

Respira profundo Emilia.  

― ¿Podes ayudarme? ― Él dejo de reír y se acerco a la puerta, giro la perilla para encontrarse sin poder abrir la puerta, vaya novedad.

No abre. ― Devolvió sus manos a sus bolsillos y se apoyo con parsimonia en la puerta. Creo que voy a asesinarlo.

Impresionante Ramiro. ― Dije con sarcasmo para luego ver como bajaba la mirada con sus ojos húmedos. ¿Qué le pasaba? ― Ya, quita esa cara.

Emilia. ― Nuestros ojos se cruzaron, fueron segundos antes de que el me tomara entre sus brazos y terminara por esconderse entre mi cuello. ― Soy claustrofóbico.

Decidí callar y acariciar sus rizos, su respiración me golpeaba sutilmente haciendo que se de alguna manera me sienta más tranquila, no soy un monstruo para no tratar de ayudarlo, debe ser horrible sentirse atrapado de aquella manera, el sentirse alejado y enjaulado.

Cuando por fin termino por separarse me miro a los ojos, aún estaban rojos por el intento de forzar a sus lágrimas a no salir, sonreí como siempre lo hacia, con confianza.

Espero que esto sea un secreto entre nosotros princesa. ― Reí con un tono burlón, sabia que todo había calmado y me alegraba haber superado la situación.

― No esperes demasiado Ramiro, es una buena arma y lo sabes.

― Trata de disfrutar un segundo sin que debas buscar debilidades en alguien más. ― Paso mi cabello por detrás de mi lobulo, ¿Qué intentaba decir con aquello? La vida era un constante análisis para evitar ser lastimado.

― No lo entiendo. ― Él me miro y termino riendo, ¿Se burlaba de mi? Me mordí el labio y lo busque como tenerlo arrinconado. ― ¿A que juegas?

― No me estoy burlando de vos, estoy riendo porque no entiendo como eres incapaz de actuar por naturaleza, no todo es un campo de análisis.

― ¡Claro que puedo! ― Dije enojada mientras terminaba arrojando una almohada en su cara, las plumas dentro de la misma se repartieron con rapidez por el piso. No iba admitir jamás la sensación de libertad que me genero aquello, poco duro, Ramiro lanzo otra almohada que irrumpió en mi cara ¡Me las paga!

Narrador Omnisciente.

Una guerra había comenzado, ambos tenían su propia arma y no dudaban en golpearse mientras las plumas volaban por la habitación, ya no era tan aterrador para el chileno estar encerrado después de todo.

Emilia estaba apunto de golpear al muchacho cuando sintió que algo se interpone entre sus botas y el piso, resbala y siente que su cara va a chocar contra el ancho suelo, gratamente es detenida por los brazos de Ramiro que la ponen de pie y la atrae para voltear a la mexicana, cara a cara.

― ¿Logre sacarte de la rutina muñequita?

― No me digas así, y no fue tan malo como creí. ― El chileno aún tenía las manos en la cintura de la rubia, sus ojos se encontraron de nuevo antes de que el se moviera por inercia e intentara acercarse a ella, él deseo por un segundo los labios de la chica y supo que tal vez si estaba dispuesto a probar aquel fruto de un color oscuro.

Un quejido los alerto, Ramiro volteo encontrándose con Jim que entraba con un par de cajas en el lugar, a su lado Yam esperaba con un par de vestidos en mano. Emilia se soltó del agarre y empezó a caminar dejando al chico aún aturdido.

― Gracias por la ayuda. ― Dijo en modo de burla a la vez que pateaba una que otra pluma esparcida por el piso. Antes de salir se detuvo a sonreir   para Yam que bajo la mirada.

― Ramiro, creo que vosotros debéis hablar. ― Antes que la pelirroja hiciera un paso en falso Ramiro la tomo de la muñeca y negó con la cabeza.

― Ya tengo claro cual es mi lugar Jim. ―No dijo más y solo salio sin mirar atrás, era claro que él ya había perdido todo, y aunque la amara ya no estaban en el mismo camino.

[.]

Emilia.

La mexicana termino caminando sin rumbo fijo, Benicio ya no se hallaba en la cafetería ese quería decir que su celular tampoco. Vaya día.

― Hace tanto frío. ― Y era verdad, en Cancún cada día era bastante agradable y calido, era difícil acostumbrarse a la provincia templada. Camino más rápido y termino parada justo en la mansión donde vivía Ámbar. Se acerco a la puerta y sintió unos pasos detrás de ella, el duo de amigas que estaba detrás de ella la tomo por sorpresa, Jim y Yam mirándola como si fuera de otro planeta.

Emilia suspiro y toco la puerta, fue Mónica quien abrió e invito a todas a pasar, la mexicana se excusó y subió las escaleras con tranquilidad. Abrió la puerta y la vio, Ámbar se miraba en el espejo todo destrozado.

― Esto recién empieza, voy a recuperar todo lo que es mio, la pista, mi identidad...― La chica de ojos azules hizo una pausa, toco sus labios y concluyo mirándose con enfado. ― Voy a recuperar a Simón.

La chica detrás de la puerta apreto sus  puños aquel camarero del Roller era una completa amenaza para su amiga, siempre tan alegre fingiendo que todo estaba bien ¿Acaso él no veía lo mal que estaba todo? No iba a dejar que su amiga termine cayendo por culpa de nadie, ella no iba a arrepentirse de confiar y respetar a Ámbar Smith.

― Hola chulita. ― Ingreso haciendo sobresaltar a su compañera, que llevo su mano al pecho y la miro de mala gana.

― Emilia por favor, ¿Cómo te apareces así? ― Su voz exagerada hizo soltar una sonrisa de lado a la mexicana.

― ¿Acaso te asuste? El que nada debe nada teme. ― Smith rodó los ojos y se lanzo sobre la cama, pronto su acompañante se sentó a su lado.

― ¿Donde estuviste? Olvidaste tu celular cabezona. ― Pronto la chica que en primer lugar estaba ahí buscando su teléfono.

― No vas a creer lo ridícula que fue mi tarde. ― Ámbar la observo fijo, parecía interesada. ― Ponte cómoda.

― Ya lo estoy.

¿Por qué no podían tener ellas también una escena cursi como Lunita y Nina? ― 

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora