Capitulo XI

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Capitulo 11: Red Sharks

Todos se están yendo.

Ámbar Smith.

No lo estaba esperando, ni siquiera lo había imaginado ¿Cómo es que mi sueño se derrumbó en cuestión de segundos?

La guerra no la comencé yo, pero si alguien se alza en armas contra mi, yo sacaré mis mejores armas.

Oh Luna Valente, el claroscuro apenas esta empezando y tu vas a caer con cada uno del roller team.

[.]

Los red sharks estaban más unidos que nunca, abrazados esperando a Gary que no lucia contento los diarios, blogs y revistas juveniles no dejaban de hablar más que "El nacimiento del Roller Team" y muy por debajo de la letra negrita y cursiva se hallaban los títulos más bochornosos para el equipo rojo "Humillación animal" "La era oscura de los red sharks" "Fracaso en el equipo de Gary López"

Ámbar no soportaba más ver las noticias y por eso aquellos días se presento de audífonos en cualquier lugar publico en el que aparecían. Emilia y Ramiro se caracterizaron por sus gafas negras a juego y su silencio sepulcral, y fue Benicio quien con su mejor versión de si mismo para callar la boca de los improperios que les tiraba la prensa.

Ámbar. ― La voz del hombre que había dado todo por ellos sonaba apagada y su mirada delataba su tristeza. ― Necesito hablar contigo.

Los demás se hicieron para atrás y obligaron a la chica a quitarse los audífonos y entrar a la sala que se reconocía como la oficina del hombre.

Ambos ingresaron y tomaron asiento, la muchacha acomodo sus cabellos por detrás de su oreja e intento descifrar los ojos del rubio, ¿Qué le sucedería?

― Como sabes, los red sharks ya no son útiles para mi. ― Los orbes turquesa se abrieron a más no poder y es que ella no se esperaba aquello, cerro sus manos en un puño y se paro de golpe de su asiento.

¡Tu no puedes hacer esto! Si el roller no hubiera hecho aquel espectáculo todos hubieran visto lo capaces que somos.   

― Ámbar.

¡No! Escuchame tu. Derramando sudor y sangre dimos el cien por ciento, y porque el roller nos quito nuestra oportunidad piensas que no estamos a la altura.

Ahora escuchame niña, ¿Sabes cuanto di por ustedes? Me decepcionaron. ¡Una campaña de ustedes patinando es mil veces más efectivo que su juego de besos! No son profesionales, son unos niños.

¡No! El niño eres tú. Nunca te paraste a dar instrucciones siempre estabas tras Juliana.

Solo te diré que los red sharks no existen más. ― Ámbar soltó un gruñido bajo y se cruzo de brazos derrotada. ― Yo no quiero pelear, solo quiero decirte algo importante.

[.]

Benicio estaba sentado en la barra, Simón era quien secaba copas frente a él y el silencio era su mejor compañero en aquellos momentos.

¿Cómo estas camarero? ― Trataba de sonar inofensivo, pues no buscaba peleas a estas alturas. Simón extrañado dejo de hacer su rutina para enfocarse en el italiano, quien no se veía para nada feliz.

No lo se, de un día al otro esta tan muerto el lugar. ― Ambos observaron el roller más apagado y sentían aquella opresión en el pecho, no era sana.

Ámbar debe estar devastada, ella no soportaría perder su rumbo de nuevo.

¿Por qué crees que sabes tan bien quien es ella? ― Ambos se miran de repente a los ojos, los labios de Benicio se curvan y sus cejas muestran indignación. Simón por su lado siente como la mirada de su amigo esta tratando de penetrar la coraza que el mexicano comenzó a crear.

― No lo se, pero es gratificante descubrirlo, todo lo bueno, y lo malo, todo lo que la hace Ámbar. ― Simón mueve su cabeza hacia el lado contrario del italiano y tensa la mandíbula ¿Cómo podían estar en paz si el intentaba a cada momento quitarle a su bonita? ― No es necesario que sigas fingiendo, tu y yo nunca estaremos bien camarero... porque la amas y crees que soy una amenaza.

― Benicio, de verdad eres...

― Dejame terminar, soy irresistible, un galán. ― El italiano sonrío con la vanidad de siempre y arreglo su cabello, Simón alzó una ceja intrigado. ― Aún así, se que ella necesita un amigo y eso voy a ser para ella.

― ¿Tienes sentimientos? ― Bromeo el mexicano mientras le daba un leve puñetazo en el hombro a su acompañante.

― Siempre voy a ser el mejor, el número uno, pero adoro a mi princesa y si alguien se entera de esta charla vas a arder, la mafia italiana esta de mi lado.

― Como digas idiota.

― Suerte camarero. La necesitarás cuando sea el mejor cantante en Argentina. ― Simón empezó a reír mientras limpiaba la barra, se sentía más fuerte después de todo lo que había pasado.

[.]

Matteo y Luna patinaban al ritmo de vuelo, la mexicana tenia una nueva rutina y sentía que no había mejor lugar que practicarlo con su amado chico fresa, no había mejor conexión que aquella que sentían en la pista.

― Chico fresa ¡Nos salio padrisimo! ― Luna estaba radiante, el ruido de las ruedas chocando contra el pavimento la ponían de mejor humor, en realidad todo hacia feliz a Valente Luna.

― Tan "padrisimo" lo haces tu, eres la mejor chica delivery. ― Matteo la toma en sus brazos y la hace girar, una escena tan romántica para aquellos que pasan por el lugar y se deleitan con el amor que ambos irradian.

― Disculpen.

Ambos jóvenes voltearon a mirar a un niño que los miraba tímido con un par de valijas en mano, a lo lejos había dos hombres que lo seguían desde cerca pero eso no le impedía verse tranquilo.

― ¿Podemos ayudarte? ― Luna se acerco con una sonrisa propia de ella y asintió.

― Estoy buscando a la señorita Ámbar Smith. Me llamo Feliciano.

[.]

Ámbar estaba reunida en una mesa circular con sus amigos, Ramiro no dejaba de golpear con puño cerrado la mesa, Emilia lloraba en silencio y Benicio sostenía su cabeza con ambas manos.

― ¿Qué haremos? Somos los mejores. Gary me va a escuchar. ― Benicio detuvo a Ramiro que lucia frustrado y de mirada penetrante. ― No me detengas, no tienes derecho ¡Yo necesitaba más que nadie esto! Era mi sueño. ― El chileno tomo por la chaqueta a su compañero italiano, quien miro hacia otro lado buscando calmar la situación.

― ¡Basta! Yo también deje todo. Ninguno tiene derecho a pelear ¿Qué vamos a hacer? Yo volveré a México si no logro triunfar en dos semanas. ― Emilia se veía devastada y el reloj ya había comenzado a correr entre ellos.

― No me voy a quedar de brazos cruzados. ¡Gary me va a escuchar! ― Ramiro le dio un empujón al italiano, lo que provoco que este reaccionará de mala manera y respondió de la misma manera. Ambos se miraron desafiantes, Ámbar se interpuso con una mirada poderosa hizo a los chicos detenerse y mirarla atentos a sus próximos movimientos.

― Un paso en falso y les prohibo la entrada al roller.

― Tsk, no es el momento para tus bromas muñeca. ― Ramiro rodo los ojos e intento seguir su andar, pero la mano de la rubia aún se interpuso frente a él.

― No es una broma Rami, un poco más de respeto con la encargada del roller.

Red Sharks: En El Claroscuro [Book 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora