CAPÍTULO VIII

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Ambos vamos a sentarnos a meditar la situación. Joseph trata de no alterarse con cada palabra que digo. Yo solo le pido, o más insisto, que no viaje a Quito, que hay que cambiar ese futuro y él insiste que no va a viajar, que no está dentro de sus planes, que quizás mi sueño está en un error. Me gustaría que fuese un error, mas todo lo que he soñado está pasando.

—La última vez que hablamos dijiste que ibas a ignorar todo. Y ahora estás aquí.

—Simplemente esto es algo que tiene que advertirse. Si puedo evitarlo, debo intentarlo.

—Bueno, me voy a clases. No te preocupes que no voy a ir a ningún lado.

Al llegar a la universidad Denisse me pregunta el motivo de mi retraso a clases, al cual contesto que me he quedado dormida. No quiero que se ilusione en que de nuevo presto atención a mi sueño. Durante toda la jornada el tema principal que ha estado en mi mente es la muerte de Joseph. Yo ya he hecho mi parte, ya depende de él si me hace caso o no.

—No es tu problema, no es tu problema... —me digo—. Antes no me importaba, sin embargo, ahora que el afectado es una persona cercana a mí es inquietante saber qué va a pasar.

En mi habitación intento entretener mi mente en tarea, escuchando música o revisando mis redes sociales y es aquí que me entero de que grupos sindicales habían invadido el pleno legislativo. ¿Dónde vi eso antes? Respuesta, en mi sueño.

"¡Si quieren matar al Presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos!" —dijo el Presidente en mi sueño.

Él estaba en un balcón asomado diciendo estas palabras con muchos adeptos y contrarios a su alrededor. El conflicto entre los policías amotinados y los manifestantes a favor de Delgado a las fuera de un edificio hizo que un estudiante muriera.

Dos días después Joseph me llama para decirme que viajará a Quito.

Dice que es un viaje de curso al cual no puede faltar, en la capital va a haber una conferencia donde su clase y dos profesores van a ir. También me aconseja que no me preocupe, que no va a salir del hotel a no ser el día de la charla y además no va a rondar lugares donde haya revueltas. ¿Cómo no preocuparme?, si días atrás me dijo que no tenía planes de ir de viaje y ahora va.

No tengo el privilegio de quedarme de brazos cruzados. Decido volver a ser la Generalita.

Cito a Denisse, Evelyn y al señor George para hacer la pases y disculparme. Al principio será difícil convencer a las chicas, pero mi sexto sentido y poder femenino lo va a hacer.

Luego de la persuasión, el señor George solo está contento de que su Marieta del año 2010 vuelva. Le explico a todos el motivo de mi regreso, del sueño de la muerte de Joseph y que éste está atento y aun así se va de viaje.

—¿Y cómo vamos a impedir todo esto? —pregunta Evelyn.

—Esta vez lo vamos a hacer a mi manera.

—¿Te refieres ir a Quito?

—¿Acaso estás loca? —exalta Denisse.

—Entonces qué esperas, que desde aquí se resuelva todo —le contesto.

—La señorita Isabel está en lo correcto. Si es por los pasajes y el horario de vuelo yo me encargo de ello.

—Gracias señor George.

—¿Ya has pensado cómo decirle a tú mamá del viaje? —cuestiona Denisse.

Eso es lo más complicado por hacer. Ninguna madre dejaría ir a su hija a otra ciudad a evitar que haya un derrocamiento presidencial. Pero si mal no recuerdo la otra vez que había hablado con ella me dijo que se sentiría orgullosa de mí.

MÁS ALLÁ DE MIS SUEÑOS  «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora