Muy temprano en la mañana salgo de casa con la excusa de que tengo que hacer un trabajo grupal con mis amigos en casa de Bryan. No me gusta mentirle a mamá solo que en situaciones difíciles más acción y menos palabras.
A penas me encuentro con Denisse, Joseph y el señor George, éste más indignado que nunca por haberlos llevado, entramos al lugar donde el Presidente dará su discurso semanal de las actividades políticas. Al principio es desesperante esperar que termine la sabatina. ¡Imagínate!, casi tres horas de parloteo de temas que nos hacen dormir; al contrario del señor George que presta mucha atención a cualquier cosa que se diga y nos ayude.
Lo más chistoso de todo es ver como el señor que traduce toda la sabatina a quichua es interrumpido por Delgado. ¡Ya déjelo hablar para que termine! —me place gritarle.
—Tengo sueño —musita Denisse.
—Ojalá y nos den comida —digo.
Joseph solo ríe a los comentarios que yo balbuceo. La verdad es algo incómodo por lo sucedido el día anterior, pero no puedo dejarme distraer.
—Por cierto —comento—. Anoche soñé que grupos sindicalistas interrumpían en la Asamblea. Había muchas protestas.
—Perfecto, eso dile al Presidente.
—¿Y ustedes qué le dirán?
—Ésta es su misión, Generalita —interviene el señor George—. Nosotros vamos a custodiar el lugar en caso de emergencia.
—"¿Custodiar el lugar en caso de emergencia?" —pregunto nerviosa—. ¿Qué emergencia?, ¿qué puede pasar?, ¿me llevarán presa?
Empiezo a decir todas las preguntas que cruzan por mi cabeza.
—Tranquila —dice Joseph sosteniendo mi mano.
Disimuladamente suelto mi mano de la de él y le agradezco. ¿Qué es eso?, ¿por qué se comporta así?, ¿acaso se está enamorando de mí? —pienso—. ¿Dónde debo de ver?, a la izquierda no porque está él y a derecha menos porque Denisse se daría cuenta de mi incomodidad. Al frente, sí, mira al frente y has contacto visual con el Presidente —me dice mi conciencia.
Cuando todo acaba nos ponemos en acción. Mientras Joseph revisa el lugar, el resto seguimos al Presidente. Luego Denisse se queda custodiando el parqueadero en el caso de que se vaya, el señor George y yo seguimos adelante y en el momento indicado ingreso a una habitación donde él está.
En ese sitio hay muchas personas, entre ellos guardias de seguridad, ministros, reporteros, fotógrafos y el más importante, Vicente Delgado.
—¿Quién es usted? —pregunta un guardaespaldas—. ¿Cómo ingresó aquí?
Este hombre es muy alto y robusto, se parece a los agentes de los "Hombres de Negro". Ante tan enorme presencia de él lo único que se me ocurre es decirle que me perdí buscando el baño.
—El baño queda afuera.
—Gracias...
No sé qué hacer o decir, ¿cómo voy a hablar con él?
—¡Señor Presidente! —exclamo—. Déjeme felicitarlo por la sabatina de hoy, usted es muy amable, un hombre tan ocupado se toma el tiempo de darle a conocer a los ciudadanos sobre su agenda.
Sí, llámalo lambonería o chupa medias, pero es la única forma de acercarme a él.
—Soy Isabel Ferretti y me siento orgullosa de que nos represente y cuide de nosotros —sigo hablando.
—Solo velo por los intereses del pueblo ecuatoriano —responde.
—¿Me puedo tomar una foto con usted? Seré la envidia de la universidad si tengo una foto suya. Tan bajo he caído —eso último lo pienso.
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MÁS ALLÁ DE MIS SUEÑOS «TERMINADA»
Acak¿Qué harías si de la noche a la mañana empiezas a tener sueños que parecen tan reales que incluso te afectan tanto física como mentalmente? Isabel es una chica "común". Va a la universidad, tiene amigos, vive con su mamá y hermano menor, va al psicó...