I'm Your Hope, I'm Your Angel. [YoonSeok.] Editado.

Capítulo 4

En mi vida siempre he estado solo, en mis crisis nerviosas, en los ataques de pánico, en cualquier cosa, mi mamá siempre impedía que mi papá me entre a ver cuando estaba mal, pero por primera vez sentí la compañía de alguien.

Cuando entre a mi cuarto, luego de la horrorosa comida con Jung Hoseok, me encerre a llorar, sentía que estaba teniendo algún tipo de crisis nerviosa, mi cuerpo temblaba bajo las mantas y mi respiración era muy pesada que hasta creía que dejaría de respirar en algún momento.

— Cariño, ¿puedo pasar? — escuché la voz de Jung Hoseok entre mis lamento, yo instintivamente me quede callado, esperaba escuchar sus pasos alejarse pero en cambio escuché la puerta abrirse y luego de eso Jung Hoseok ingreso.

— Ve-vete — dije temblando, me tenía envuelto en mi manta y solo mi cabeza asomaba por ella.

— No me iré, cariño, yo estoy para ti — se acercó a mi cama y yo retrosedí pegandome a la cabecera.

— No-no eres na-nada mio — le dije, me tape totalmente y seguí llorando.

— No soy nada tuyo todavía, pero quiero ser  algo tuyo si me permites — sentí como me quitaban la manta y Jung Hoseok agarro mi mentón.-Yo no te dejaré solo — se acerco más a mi y me abrazo, yo lloré mojando su camisa.

Odio llorar frente a las personas.

Odio a Jung Hoseok.

Pero por alguna razón su tacto se sentía agradable y cálido.

Odio lo que provoca en mi.

Al dia siguiente las clases fueron tranquilas, solo que Jung Hoseok estaba más meloso que de costumbre. Algo que realmente odiaba ya que parecía un estúpido chicle pegado a mí.

Luego de lo que pasó en mi casa él se creó la horrorosa mentira de que nuestra "relación" ya era por fin oficial.

Estaba por finalizar la clase de matemáticas cuando él se para enfrente de mi pupitre.

— Hoy no te podré acompañar a tu salón, cariño — dijo con una mueca en la cara.

Yo solo rodé los ojos para luego asentir en respuesta, unos minutos después el timbre sonó.

— Ya tocaron cariño, tengo que irme a mi taller — yo volví a asentir y salí de mi salón.

Siempre odiaba que Jung Hoseok me siguiera, odiaba que no me dejará en paz, odiaba que parezca chicle y no se me despegará todo el dia, pero este dia en específico quería que el estuviera conmigo.

Era el tercer módulo, me tocaba física y como siempre me sentaba al fondo.

— Mariquita — habló uno de mis compañeros, yo veía mi libro queriendo desaparecer — ¿No me vas a contestar? — azoto su mano en mi pupitre, no se como el maestro no se daba cuenta de lo que pasaba.

— No qui-quiero hablar con-contigo — dije, mi cara estaba roja y temblaba.

— ¿Porqué? ¿porqué no soy tu querido Hoseok? — dijo sonriendo divertido, al ver que no contestaba el me tomo del cuello de mi camisa — niño mimado, tu no estas enfermo, tu lo que necesitas es un buen golpe — dijo formando su mano como un puño, yo trague en seco, pequeñas lagrimitas salían de mis ojos — Estúpido marica — estampó su puño en mi cara.

— ¡Chicos! — hablo el maestro — no esten peleando y tú, Kim JoonHyun, pasa a sentarte en tu lugar si no quieres una nueva amonestación — mi compañero se sentó en su lugar y yo sostenía mi nariz la cual sangraba.

Al terminar las clases Hoseok entro a mi salón, esta muy sonriente pero su cara se distorsiono en una mueca de preocupación pura, se acercó corriendo hacía y me tomó del rostro.

— ¡Cariño, ¿qué te paso?! — hablo asustado, yo solo negué, él me ofreció un pañuelo — iremos a la enfermería ahora — me tomó de la mano guiandome — ¿Quién te hizo eso? — pregunto tomando mi rostro con una mano y con la otra limpiandome la sangre seca, yo me encogi de hombros. — YoonGi, no te puedo ayudar si no me dices — bajé la mirada.

— No e-es de tu in-incumbencia — hable, Jung Hoseok dejo de limpiarme.

— Min YoonGi, desde ahora yo te protegere, soy algo asi como tu Ángel guardián — sonrió para mi, como todos los días desde que lo conocí, esa estúpida sonrisa, esa que hace que tenga pequeñas crisis nerviosas y que mi corazón lata más rápido que el de un hámster, odio a Jung Hoseok y todo lo que lo hace ser como es.

— Te odio, eres muy alegre — dije bufando

— Y yo te quiero, eres un terrón de azúcar — siguio limpiando mi cara con una sonrisa.

Editado.