Viernes

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Pasé una de las peores noches de mi vida, no estoy seguro si era por el arduo día que tuve por cuidar a Mimí, o porque pasar toda la tarde en aquel departamento había hecho que también tomara un resfriado. De todas formas me fui a la escuela, aunque lucía fatal.

— Eres horrible, Matt — dijo Taichi sentándose a mi lado

— Ni me lo recuerdes — dije con la voz gastada

De verdad, tenía un aspecto horrible. Si mi piel ya era pálida, estaba seguro que ahora podía ver a través de ella. Mi cabello desalineado, dos enormes bolsas bajo mis ojos, incluso podría jurar que me veía hasta más delgado.

— ¿Pasó algo ayer? Te ves cansado

— Creo que me contagié en la casa de Tachikawa. Ayer estuvo muy enferma

— ¿Y su enfermero sexy fue a cuidarla? — dijo con picardía

— No me siento de ánimo como para tus bromas

— ¿Y tienes ánimo para eso?

Apuntó hacia la entrada del salón, y allí estaba ella, con esa naturalidad que la caracterizaba, se veía mucho mejor que el día anterior, estaba radiante, hermosa... Quizás cual fue mi reacción cuando la vi, que ella se acercó asustada hacia mi lugar.

— ¿Yamato? — Dijo en un hilo de voz — ¿Podemos hablar?

La miré confundido, nunca antes había visto esa expresión en su rostro

— ¿Pasó algo?

Afirmó con la cabeza

— Te esperaré en la azotea, en el receso largo

No me dio tiempo para responder cuando ya se había dado la vuelta y volvía a su lugar.

La mañana se me hizo eterna, y cada vez me sentía peor, no sabía si por el resfrío o por las mil posibilidades que venían a mi mente de lo que quería hablar Mimí.

— Quizás te dirá que en verdad es hombre — rio Yagami

— Calla, Taichi ¿No vez que Matt ya tiene suficiente con esa cara tan fea que tiene como para que le traigas más problemas?

— Chicos... — interrumpí — ustedes de verdad no ayudan mucho

Ambos me sonrieron.

— Intentamos subirte el ánimo, Yama-kun — remarcó esa última frase — No creo que sea tan malo lo que tiene que decirte

— Si, Matt, y si ese fuera el caso, sabes que aquí estaremos

Suspiré, mientras escuchaba como sonaba la campana anunciando el término de esa clase, y el inicio del receso largo. Sentí como el nudo en mi estómago era cada vez más fuerte.
La vi levantarse de su lugar, sin antes mirarme, con tristeza, quizás, no pude interpretar bien su rostro. Salió del salón, acto seguido, la seguí.

El viento soplaba con fuerza, su cabello se mecía dulcemente.

— ¿Mimí? — al momento que escuchó mi voz, se dio la vuelta y caminó hacia mí

— Yamato...No quiero que volvamos a hablar — dijo con determinación

Les había dicho que esto trataba sobre la peor semana de mi vida ¿no? Pues aún quedaban tres largos y tortuosos días para que todo esto acabe.

— ¿Qué dices? — pregunté confundido

— Lo que oíste, no quiero que volvamos a hablar

Como si me hubieran arrancado el corazón, dejé de respirar, sentí presión en mi pecho, no podía creer lo que me estaba diciendo ¿Yo también estaba delirando por la fiebre? No, porque yo no la tenía.
Como nunca lo había hecho, tomé valor, y la enfrenté. Esto no lo iba a dejar así, no ahora que sentía como me había acercado a ella.

La peor semana de YamatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora